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La artroscopia de rodilla es una técnica quirúrgica mínimamente invasiva que permite diagnosticar y tratar una amplia variedad de lesiones articulares, como roturas meniscales, lesiones de ligamentos o condropatías. Si bien el procedimiento en sí mismo es menos agresivo que la cirugía abierta, la fase de rehabilitación es fundamental para garantizar una recuperación completa y prevenir complicaciones a largo plazo.

Fase inicial: las primeras 48 horas

Tras la cirugía, el enfoque inmediato es reducir el dolor y la inflamación. Se recomienda reposo, aplicar hielo en intervalos de 15-20 minutos y mantener la pierna elevada para reducir la inflamación postoperatoria y acelerar la recuperación del movimiento en las semanas siguientes.

Ejercicios de movilidad temprana

Una vez controlada la inflamación inicial, es crucial comenzar con ejercicios suaves de movilidad, siempre bajo la supervisión de un fisioterapeuta o especialista. Estos ejercicios ayudan a mantener la flexibilidad de la articulación y prevenir la rigidez. Los movimientos de extensión y flexión pasiva son esenciales para evitar adherencias postoperatorias, una de las principales causas de dolor persistente en pacientes que no inician la movilización temprana.

Reforzar el músculo cuádriceps

La debilidad del cuádriceps es común tras una artroscopia de rodilla, especialmente si la lesión ha llevado a una inmovilización prolongada antes de la cirugía. Los ejercicios de fortalecimiento del cuádriceps, como las contracciones isométricas y los levantamientos de pierna recta, son recomendados para restaurar la fuerza y estabilidad de la rodilla. La activación temprana del cuádriceps reduce el riesgo de caídas y mejora la funcionalidad de la rodilla a largo plazo.

Reintroducción gradual al deporte

Para los pacientes que se someten a una artroscopia debido a lesiones deportivas, el regreso a la actividad física debe ser progresivo. Según guías clínicas de traumatología deportiva, una vez que el paciente ha recuperado el rango de movimiento y la fuerza muscular, puede reintroducirse en deportes de bajo impacto como natación o ciclismo. No obstante, el retorno a deportes de contacto o impacto, como el fútbol o el baloncesto, debe realizarse con cautela, tras un período de 3 a 6 meses de rehabilitación supervisada, según el tipo de lesión inicial y el tratamiento realizado.

Conclusión:

La rehabilitación tras una artroscopia de rodilla es clave para asegurar una recuperación completa. Siguiendo un protocolo adecuado que combine el manejo temprano del dolor, ejercicios de movilidad y fortalecimiento, y una reintroducción controlada al deporte, los pacientes pueden volver a sus actividades diarias con una función articular óptima. Es importante que cada caso sea evaluado individualmente por un especialista en traumatología para ajustar el plan de rehabilitación a las necesidades específicas del paciente.

 

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