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Parkinson y protesis de rodilla Traumatologo Granada Eugenio Díaz

 

 

 

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que afecta, principalmente, al control del movimiento. Entre sus síntomas característicos se incluyen temblor, rigidez, lentitud y alteraciones posturales. Muchos pacientes con Parkinson desarrollan, de manera adicional, problemas osteoarticulares: dolor, artrosis y disminución de la movilidad en las articulaciones. Entre estas articulaciones, la rodilla es una de las más afectadas y, con frecuencia, el deterioro del cartílago culmina en una artrosis avanzada que compromete la calidad de vida.

Para algunos pacientes, el dolor intenso y la incapacidad funcional derivados de la artrosis de rodilla hacen que la cirugía de prótesis (artroplastia total de rodilla o ATR) sea una opción razonable. Sin embargo, en el contexto de la enfermedad de Parkinson surgen múltiples interrogantes: ¿cómo afecta la enfermedad de Parkinson al resultado de la cirugía de prótesis de rodilla?, ¿hay mayores tasas de complicaciones?, ¿qué tipo de rehabilitación es necesaria? Responder a estas preguntas resulta esencial para pacientes y familiares que buscan la mejor información antes de tomar una decisión tan importante.

En este artículo, presentamos la información más actualizada y relevante sobre la cirugía de prótesis de rodilla en pacientes con Parkinson, basándonos en investigaciones publicadas en revistas médicas internacionales. Revisaremos las causas y los síntomas principales, exploraremos el proceso de diagnóstico y las modalidades de tratamiento, y haremos hincapié en la rehabilitación, la prevención de complicaciones y las perspectivas a largo plazo.

Índice

  1. Enfermedad de Parkinson y Artrosis de Rodilla
  2. Indicaciones de la Prótesis de Rodilla
  3. Tipos de Prótesis de Rodilla y Consideraciones Especiales en Parkinson
  4. Evaluación Preoperatoria
  5. Cuidados Postoperatorios y Rehabilitación en Parkinson
  6. Resultados Clínicos y Funcionales
  7. Complicaciones y Reintervenciones
  8. Preguntas Frecuentes de los Pacientes
  9. Conclusión

Tabla de Contenido

1. Enfermedad de Parkinson y Artrosis de Rodilla

La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la degeneración progresiva de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra en el cerebro. Como consecuencia, surgen síntomas motores –temblor en reposo, lentitud de movimientos o bradicinesia, rigidez y alteración de los reflejos posturales– y, con frecuencia, manifestaciones no motoras como alteraciones del ánimo, trastornos del sueño o deterioro cognitivo.

  • Impacto en las articulaciones: La rigidez y la postura flexionada pueden acelerar el desgaste articular. En la rodilla, la limitación funcional dificulta la deambulación, propicia la inactividad y agrava la artrosis.
  • Artrosis de rodilla: es la degeneración progresiva del cartílago articular, que puede verse intensificada en un paciente con Parkinson debido a la disminución de la capacidad de movimiento y a los cambios en la biomecánica de la marcha.

Se ha observado, en estudios recientes, que los pacientes con Parkinson pueden experimentar un desgaste articular más asimétrico, dado que el temblor y la rigidez pueden ser más pronunciados en un lado del cuerpo. Esta condición puede desencadenar un dolor intenso y persistente, limitando la calidad de vida.

2. Indicaciones de la Prótesis de Rodilla

La prótesis total de rodilla (artroplastia total de rodilla) se indica cuando la artrosis (u otro tipo de patología degenerativa) genera dolor, incapacidad funcional, pérdida de la independencia y reducción significativa de la calidad de vida. Sin embargo, en pacientes con Parkinson, el balance de riesgos y beneficios debe ser muy cuidadoso.

  • Resistencia al tratamiento conservador: Habitualmente, la indicación quirúrgica llega tras haber intentado fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios, infiltraciones y ortesis, sin mejoría suficiente.
  • Limitaciones en la marcha y la movilidad: La dificultad motora de los pacientes con Parkinson puede limitar la recuperación postoperatoria, de modo que la indicación debe sopesar cuidadosamente la funcionalidad previa y la severidad de los síntomas del Parkinson.
  • Edad y comorbilidades: Los pacientes con Parkinson suelen ser de edad avanzada y presentan otras enfermedades asociadas (hipertensión arterial, diabetes, cardiopatías), por lo que la evaluación global de la salud es esencial para la indicación quirúrgica.
  • Estado neurológico: La progresión de la enfermedad de Parkinson, la presencia de fluctuaciones motoras y la respuesta a la medicación dopaminérgica influyen en la decisión. Cuando el control de los síntomas es moderadamente estable, existe un mejor pronóstico de recuperación.

3. Tipos de Prótesis de Rodilla y Consideraciones Especiales en Parkinson

Existen diversas tipologías de prótesis (cementadas, no cementadas, híbridas) y cada una puede presentar ventajas o desventajas en función de las características del paciente. Para el caso específico de quienes padecen Parkinson:

  • Prótesis cementadas: Suelen ofrecer una fijación inicial estable y son más habituales en pacientes mayores o con baja demanda funcional. Se debe destacar la fiabilidad de la fijación cementada en pacientes con comorbilidades, al facilitar la integración temprana y reducir el riesgo de aflojamiento.
  • Prótesis no cementadas: Están diseñadas para permitir la osteointegración del implante. Su uso puede ser más frecuente en pacientes jóvenes o con hueso de buena calidad. En Parkinson, a veces se descartan si el estado neurológico sugiere dificultad para garantizar una adecuada rehabilitación y carga progresiva.
  • Prótesis híbridas: Tienen componentes que se fijan con cemento y otros sin él. Pueden ser una opción intermedia en pacientes con características óseas diversas.
  • Diseños especiales o robóticos: La cirugía asistida por robot se postula como una estrategia prometedora para pacientes neurológicamente complejos, pues se logra mayor precisión en el corte óseo y la alineación final del implante. Sin embargo, la evidencia a largo plazo en Parkinson todavía es limitada, aunque promete mejoras en la estabilidad y la función articular.

El temblor y la rigidez característicos del Parkinson pueden agravar la inestabilidad y el desgaste protésico, por lo que algunos especialistas recomiendan prótesis con diseños que ofrezcan mejor congruencia y estabilidad en flexión.

4. Evaluación Preoperatoria

La planificación de una prótesis de rodilla en pacientes con Parkinson requiere un enfoque multidisciplinar, involucrando a traumatólogos, neurólogos, anestesistas, rehabilitadores y personal de enfermería especializada.

  1. Estado neurológico: Es fundamental estabilizar al máximo los síntomas del Parkinson. Esto puede implicar ajustes en la medicación dopaminérgica antes y después de la cirugía, con el apoyo de un neurólogo.
  2. Valoración ortopédica: El especialista en rodilla evalúa el grado de artrosis, la deformidad, la estabilidad ligamentaria y la salud ósea.
  3. Pruebas de imagen: Radiografías simples, resonancia magnética (en casos específicos) y estudios de alineación ayudan a planificar la cirugía, el tipo de prótesis y el tamaño del implante.
  4. Evaluación del riesgo anestésico: Muchos pacientes con Parkinson tienen disfunciones del sistema nervioso autónomo (por ejemplo, hipotensión ortostática), que pueden plantear retos anestésicos y perioperatorios.
  5. Condición general del paciente: Por lo general, se requiere optimizar factores como el control de la glucemia, la tensión arterial, la función cardiaca y respiratoria, para minimizar complicaciones.

5. Cuidados Postoperatorios y Rehabilitación en Parkinson

La rehabilitación postoperatoria es uno de los aspectos clave para que el paciente con Parkinson recupere funcionalidad. A diferencia de un paciente sin patología neurológica, el individuo con Parkinson requiere una atención especial:

  • Manejo de la medicación dopaminérgica: La continuidad de la medicación antiparkinsoniana es esencial para minimizar la rigidez y el temblor que pueden interferir con la fisioterapia. Se recomienda programar la rehabilitación en los momentos de mayor efecto de la medicación.
  • Fisioterapia temprana: El inicio precoz de movilizaciones pasivas y activas ayuda a reducir el riesgo de rigidez y adherencias. Debemos subrayar la importancia de protocolos de rehabilitación intensiva adaptados a la lentitud de movimientos.
  • Apoyo a la marcha: Muchos pacientes con Parkinson sufren trastornos de la marcha (festinación, bloqueos motores), por lo que el uso de andadores o bastones, junto con la asistencia de un fisioterapeuta, puede optimizar la deambulación.
  • Tratamiento del dolor: Ajustar la analgesia con fármacos antiinflamatorios o analgésicos opiáceos suaves. Se debe vigilar la posible interacción con la medicación antiparkinsoniana.
  • Ejercicios de equilibrio y coordinación: La rigidez y temblor pueden dificultar la recuperación del equilibrio. Protocolos de rehabilitación incluyen ejercicios en superficies inestables y entrenamiento específico para mejorar la estabilidad.

6. Resultados Clínicos y Funcionales

Los resultados clínicos de la prótesis total de rodilla en pacientes con Parkinson varían según la gravedad de la enfermedad, la edad y las comorbilidades. En general, la literatura describe:

  • Mejora del dolor: La mayoría de los pacientes experimenta un alivio significativo del dolor articular, principal objetivo de la artroplastia de rodilla.
  • Funcionabilidad variable: Aunque se producen mejoras en la marcha y la independencia, la rigidez y la bradicinesia propias del Parkinson pueden limitar el nivel máximo de recuperación funcional.
  • Satisfacción del paciente: Los índices de satisfacción son moderadamente altos, especialmente cuando las expectativas son realistas y cuando se ha logrado un buen control de los síntomas del Parkinson.
  • Mayor tasa de complicaciones: Comparados con pacientes sin Parkinson, algunos estudios evidencian un riesgo aumentado de infecciones, aflojamiento protésico y reingresos hospitalarios. Aun así, la mayor parte de los pacientes se benefician de la cirugía.

7. Complicaciones y Reintervenciones

La cirugía de prótesis total de rodilla (PTR) en pacientes con enfermedad de Parkinson conlleva riesgos similares a los de la población general que se somete a artroplastia, pero ciertos factores propios de esta enfermedad neurodegenerativa pueden incrementar la probabilidad de complicaciones o modificar su manifestación.

7.1. Infección del sitio quirúrgico

  • Incidencia y factores contribuyentes
    Se describe un ligero aumento en la incidencia de infecciones profundas (alrededor del 1,8-2,5% frente a 1,0-1,5% en pacientes sin Parkinson). Varios factores contribuyen a este incremento:
    1. Inmovilidad prolongada: El Parkinson puede retrasar la movilización temprana, aumentando el riesgo de estasis venosa y edemas que podrían afectar la cicatrización.
    2. Deterioro nutricional: Algunos pacientes con Parkinson presentan disfagia o pérdida de apetito, que pueden dificultar un adecuado estado nutricional, elemento esencial para la correcta respuesta inmune.
    3. Alteraciones en la respuesta inmune: En estadios avanzados, el estado general de salud se ve comprometido, lo que puede traducirse en menor capacidad de combatir infecciones.
  • Prevención
    1. Profilaxis antibiótica: Aplicar protocolos estrictos antes de la incisión quirúrgica y continuar en el postoperatorio inmediato.
    2. Cuidado de la herida: Uso de apósitos estériles avanzados y seguimiento estrecho durante las primeras semanas.
    3. Optimización de la nutrición y estado general: Asegurar un soporte nutricional adecuado, especialmente si existe disfagia u otros trastornos asociados al Parkinson.
    4. Movilización temprana: Pese a la rigidez o lentitud de movimientos, es fundamental iniciar ejercicios (con ayuda del equipo de fisioterapia) para optimizar el flujo sanguíneo y reducir la formación de hematomas.

7.2. Aflojamiento protésico

  • Mecanismos involucrados
    El aflojamiento es una de las complicaciones más temidas tras la implantación de una prótesis total de rodilla. Puede darse de forma séptica (asociada a infección) o aséptica (por micromovimientos, estrés mecánico o defectos en la osteointegración). En pacientes con Parkinson, el riesgo de aflojamiento aséptico a 10 años puede ser ligeramente superior al de la población general, rondando entre el 2% y el 5% adicional en comparación con otras cohortes.
    En Parkinson, la rigidez muscular y el temblor generan cargas anómalas sobre el implante, pudiendo precipitar microfracturas o debilitamiento progresivo del lecho óseo de soporte. Además, la calidad ósea puede verse mermada por la inactividad y el consumo crónico de determinados fármacos.
  • Prevención
    1. Selección adecuada del implante: Las técnicas de cirugía asistida por robot y una planificación preoperatoria meticulosa (radiografías tridimensionales, TAC) ayudan a optimizar la alineación y la fijación del implante.
    2. Prótesis cementada: Varios autores sostienen que la fijación cementada reduce el riesgo de aflojamiento temprano en pacientes con hueso de menor calidad o con alteraciones en la marcha.
    3. Rehabilitación progresiva: Control adecuado del Parkinson y un protocolo de fisioterapia específico para mejorar el balance muscular y la propiocepción, a fin de minimizar cargas inestables o golpes repetitivos sobre la articulación.

7.3. Complicaciones tromboembólicas

  • Trombosis venosa profunda (TVP) y embolia pulmonar (EP)
    La movilización reducida y la edad avanzada suelen incrementar el riesgo de TVP. En pacientes con Parkinson, este riesgo puede ser superior debido a la lentitud en la deambulación y, en ocasiones, la dificultad para mantener una rutina de ejercicios. Se ha señalado un riesgo tromboembólico mayor en comparación con la población sin comorbilidades, especialmente cuando la rehabilitación no se inicia tempranamente o cuando el paciente padece fluctuaciones motoras (bloqueos de la marcha).
  • Prevención
    1. Profilaxis farmacológica: Administración de heparina de bajo peso molecular, anticoagulantes orales directos o agentes antiagregantes, según la evaluación individual del riesgo-beneficio.
    2. Medias compresivas: El uso de medias de compresión graduada o bombas de compresión neumática intermitente durante el ingreso hospitalario.
    3. Ejercicios de bombeo plantar: Fomentar ejercicios simples de flexión y extensión del tobillo para mejorar el retorno venoso.
    4. Rehabilitación y deambulación precoz: Favorecer la bipedestación, aunque sea asistida, en las primeras 24-48 horas tras la cirugía.

7.4. Alteraciones en la consolidación y fracturas periprotésicas

  • Origen del problema
    El hueso de pacientes con Parkinson puede presentar menor densidad mineral ósea debido a la vida sedentaria prolongada y, en algunos casos, a la deficiencia de vitamina D o calcio asociada. Esto facilita la aparición de fracturas alrededor del implante (fracturas periprotésicas), ya sea durante la cirugía o en caídas posteriores.
    Se describe una incidencia discretamente mayor de fracturas periprotésicas en pacientes con comorbilidades neurológicas (incluyendo Parkinson), recalcando la importancia de una buena técnica quirúrgica y de medidas preventivas en el postoperatorio.
  • Prevención
    1. Valoración preoperatoria del estado óseo: Pruebas de densitometría (DEXA) para optimizar niveles de vitamina D, calcio y, cuando proceda, instaurar tratamiento anti osteoporótico.
    2. Uso de bastones o andadores: Minimizar el riesgo de caídas, muy frecuente en el Parkinson, sobre todo en espacios desconocidos o mal iluminados.
    3. Revisión periódica de la fijación: Control radiográfico en seguimientos de 3, 6 y 12 meses, y posteriormente anual, para detectar cualquier signo de aflojamiento o fractura inminente.

7.5. Rigidez postoperatoria y limitación del rango de movimiento

  • Factores causantes
    La rigidez asociada al Parkinson (rigidez en “rueda dentada”) puede acentuarse tras la cirugía, especialmente si el paciente no realiza de forma sistemática los ejercicios de rehabilitación. Además, el dolor postoperatorio y un control inadecuado de la analgesia pueden disuadir al paciente de movilizar la rodilla.
    La tendencia a la bradicinesia y a la hipocinesia (poca amplitud de movimiento) postquirúrgica resulta especialmente problemática, ya que el paciente puede rehuir los ejercicios de flexoextensión de rodilla por temor al dolor o debido a su lentitud motora basal.
  • Prevención
    1. Programa de rehabilitación multimodal: Incluir ejercicios pasivos y activos, estiramientos asistidos, electroestimulación muscular, etc.
    2. Optimización de la analgesia: Asegurar un control del dolor que permita la movilización adecuada en cada fase postoperatoria.
    3. Ajuste de la medicación dopaminérgica: Se recomienda programar la fisioterapia en los intervalos de mayor eficacia de la medicación (p. ej., en las “on times” del paciente), pues mejora la colaboración y la amplitud de movimiento obtenida.

7.6. Desalineación mecánica y malrotación

  • Descripción y frecuencia
    Una alineación inadecuada de la prótesis puede exacerbar la sintomatología en el caso del Parkinson. Si bien la desalineación no es mucho más frecuente que en el paciente sin Parkinson, el impacto funcional puede ser mayor porque los temblores y la debilidad muscular no compensan mínimas desviaciones del eje mecánico.
    Además, una malrotación del componente femoral o tibial podría contribuir a un inadecuado “tracking” (deslizamiento) rotuliano, aumentando el dolor anterior de rodilla y dificultando la rehabilitación.
  • Prevención
    1. Planificación preoperatoria minuciosa: Uso de plantillas digitales o software de planificación que mida ángulos de varo/valgo y rotaciones.
    2. Revisión temprana de la marcha: Asegurar un seguimiento regular en la fase de rehabilitación para detectar alteraciones biomecánicas incipientes.

7.7. Reintervenciones y revisiones protésicas

  • Causas principales de revisión
    Entre los motivos más frecuentes de reintervención destacan: infecciones, aflojamiento séptico o aséptico, fracturas periprotésicas y persistencia del dolor no explicado. La presencia de Parkinson puede elevar ligeramente la tasa de revisiones con aproximadamente un 8% de revisiones en pacientes con comorbilidades neurológicas frente al 5% en la población general a los 5-7 años de seguimiento.
  • Estrategias de reducción
    1. Selección del momento quirúrgico: Realizar la cirugía cuando el paciente presente un control razonablemente estable de sus síntomas parkinsonianos (evitando picos de rigidez o discinesias intensas).
    2. Implantes de calidad y revisiones periódicas: Mantener un control radiográfico sistemático para detectar desplazamientos tempranos del componente tibial o femoral.
    3. Educación del paciente y la familia: Explicar signos de alarma, pautas de movilización y ejercicios en el hogar. Una familia o cuidador bien entrenado en la ayuda diaria puede prevenir errores en la recuperación y recurrir al especialista de manera precoz en caso de duda.

7.8. Deterioro global y mortalidad posquirúrgica

  • Mortalidad y morbilidad asociadas
    Aunque la mortalidad postoperatoria inmediata no suele ser alta, en pacientes con Parkinson puede haber un ligero incremento de complicaciones médicas (cardiovasculares, respiratorias o tromboembólicas) que afecten la supervivencia a medio plazo. Se ha hallado un índice algo mayor de reingreso por problemas respiratorios (neumonías, aspiraciones) o por descompensaciones neurológicas. No obstante, siguiendo un protocolo estricto de control neurológico y rehabilitación supervisada, ese riesgo adicional puede minimizarse de forma significativa.
  • Prevención
    1. Coordinación multidisciplinar: Un enfoque integral con neurólogos, anestesistas y rehabilitadores reduce complicaciones médicas.
    2. Cuidados perioperatorios especializados: Monitorización cardiaca cercana en pacientes de mayor edad o con patologías crónicas.
    3. Programa de rehabilitación integral: Más allá de la rodilla, se deben contemplar técnicas de reeducación de la marcha, ejercicios de respiración (especialmente si hay alteraciones bulbares o disfagia) y asesoramiento nutricional.

7.9. Perspectivas sobre complicaciones específicas y tratamientos emergentes

  • Adaptación de los implantes
    En el futuro, los pacientes con Parkinson podrían beneficiarse de implantes a medida (custom-made TKA) que tengan en cuenta la morfología ósea alterada por una postura flexionada prolongada y por las alteraciones biomecánicas asociadas al temblor. Estas prótesis personalizadas podrían mejorar la estabilidad y minimizar la sobrecarga en regiones sensibles.
  • Nuevas estrategias de rehabilitación
    • Además de la fisioterapia convencional, se investiga la combinación de la estimulación cerebral profunda (DBS) con protocolos específicos de ejercicio para favorecer la plasticidad motora y mejorar la respuesta funcional de la prótesis.
    • El uso de exoesqueletos o dispositivos robotizados de asistencia a la marcha está en fase de estudio para facilitar la reeducación y compensar el impacto de la rigidez en las etapas iniciales del postoperatorio.
  • Control más refinado de la medicación antiparkinsoniana
    Algunos autores recomiendan la administración controlada de levodopa intravenosa o subcutánea en pacientes con on-off muy marcados, para lograr una ventana óptima de rehabilitación. Este abordaje podría reducir la rigidez en momentos clave (tras la sesión de fisioterapia o en el periodo de reposo nocturno).

8. Preguntas Frecuentes de los Pacientes

A menudo, los pacientes con Parkinson y sus familiares plantean las siguientes dudas:

  1. ¿Es segura la cirugía de prótesis de rodilla si tengo Parkinson avanzado?
    • En general, se evalúa caso por caso. Se estudia la capacidad funcional previa, el estado cardiopulmonar y el control del Parkinson. Si el riesgo-beneficio es favorable, la cirugía puede ser segura.
  2. ¿Cuánto tiempo tardaré en andar después de la operación?
    • Por lo general, se comienza a apoyar al día siguiente con ayuda de un andador. Pero en Parkinson, la progresión puede ser más lenta; se requiere fisioterapia constante.
  3. ¿Tendré más dolor por el Parkinson?
    • El dolor crónico puede influir, pero la prótesis de rodilla está diseñada para aliviar el dolor articular. El manejo multidisciplinar es clave para controlar el dolor derivado de la cirugía y el que se asocie al Parkinson.
  4. ¿El temblor puede dañar la prótesis?
    • En la mayoría de los casos, el temblor no es de suficiente magnitud como para desplazar los componentes. Aun así, se recomienda controlar farmacológicamente los síntomas para mejorar la integración y la recuperación.
  5. ¿Hay alguna diferencia en la anestesia?
    • El equipo anestésico valora si usar anestesia general o regional según el estado del paciente, la medicación y la posible disfunción autonómica.
  6. ¿La rehabilitación es distinta a la de otros pacientes?
    • Sí, se adaptan los ejercicios a las limitaciones del Parkinson, y se trabaja de forma más intensiva la coordinación, equilibrio y prevención de caídas

9. Conclusión

La cirugía de prótesis de rodilla en el contexto de la enfermedad de Parkinson presenta desafíos específicos, pero también beneficios considerables en cuanto a la reducción del dolor y la mejora de la calidad de vida. Gracias a los avances en las técnicas quirúrgicas y en los programas de rehabilitación, los pacientes con Parkinson pueden experimentar resultados favorables siempre que exista una evaluación integral y un manejo multidisciplinar adecuado. Aun cuando el camino de la recuperación pueda ser más exigente, el apoyo constante de profesionales experimentados marca la diferencia en la experiencia y la satisfacción del paciente.
Si padeces de enfermedad de Parkinson y estás considerando una cirugía de rodilla, no estás solo. Contar con un traumatólogo especialista que comprenda tus necesidades y te ofrezca soluciones personalizadas constituye un paso fundamental para resolver tus dudas y emprender con seguridad este camino.

 

 

 

 

 

 

 

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