El dolor persistente después de una sustitución total de cadera (o artroplastia total de cadera) es un tema de creciente interés en ortopedia y traumatología. Muchos pacientes se someten a esta cirugía con la esperanza de superar el dolor y la limitación funcional debidos a patologías como la artrosis de cadera, la necrosis avascular de la cabeza femoral, las secuelas de fracturas o la displasia de cadera, entre otras. Sin embargo, aunque la mayoría de las personas experimentan una notable mejoría en su calidad de vida, un porcentaje minoritario pero significativo continúa presentando dolor crónico que afecta su funcionalidad, su salud mental y su satisfacción global con la intervención.
El dolor posoperatorio o persistente en la prótesis de cadera puede obedecer a causas mecánicas, como un aflojamiento protésico o un desgaste de sus componentes, a complicaciones infecciosas, o incluso a trastornos neuromusculares y factores psicológicos que influyen en la percepción del dolor. Además, se han identificado nuevas líneas de investigación que sugieren la implicación del estado mental y emocional en la intensidad del dolor y en la evolución de la rehabilitación.
Nuestro objetivo es presentar una revisión amplia y didáctica sobre las causas, el diagnóstico y las estrategias de tratamiento del dolor crónico asociado a la prótesis de cadera. Además, se abordan las principales preguntas que formulan los pacientes, se discuten nuevos abordajes que podrían aplicarse y se ofrecen perspectivas de futuro para mejorar la experiencia de quienes se someten a una artroplastia total de cadera.
Tabla de Contenido
La artroplastia total de cadera se ha convertido en una de las intervenciones quirúrgicas más exitosas y frecuentes en todo el mundo, especialmente entre la población de mayor edad. Se calcula que decenas de miles de pacientes se someten a esta cirugía cada año en Europa, y en España, dada la alta incidencia de artrosis y otras patologías degenerativas, se considera una intervención capital para mantener la calidad de vida de muchas personas.
La amplia mayoría de pacientes reportan una mejoría significativa en su dolor y capacidad para realizar actividades cotidianas. Sin embargo, un porcentaje cercano al 10-15% sigue experimentando dolor significativo a mediano o largo plazo (dependiendo de la serie consultada y de la definición que se utilice de “dolor crónico”). Algunos investigadores plantean que es esencial diferenciar entre dolor agudo posoperatorio que no cede durante las primeras semanas y dolor que aparece de manera tardía (meses o años después de la cirugía), ya que las causas y el abordaje pueden diferir.
Un dato interesante es que la valoración previa del estado psicológico y la evaluación de la intensidad del dolor antes de la cirugía son factores predictivos de la persistencia del dolor tras la operación. Además, se ha observado que el dolor crónico tras la prótesis de cadera afecta de manera negativa al sueño, al estado de ánimo y a la participación en actividades sociales y laborales, complicando el pronóstico y aumentando los costes socioeconómicos.
Entre las razones más frecuentes para el dolor en la prótesis de cadera se encuentran los problemas de índole mecánica. La inestabilidad y el aflojamiento protésico son los principales factores de dolor cuando se descarta una infección. El aflojamiento puede producirse por la reacción del cuerpo a micropartículas liberadas por el desgaste de los componentes, generando una respuesta inflamatoria local que provoca osteólisis (pérdida de hueso).
En otros casos, la mala alineación de los componentes puede generar un patrón de carga anómalo en la articulación artificial, desencadenando molestias persistentes. La valoración radiológica y tomográfica resulta fundamental para detectar este tipo de complicaciones.
La infección protésica es una de las complicaciones más temidas por su gravedad y por la dificultad de su tratamiento. Aunque su incidencia en la prótesis de cadera es relativamente baja (1-2% en la mayoría de las series), cuando se presenta suele manifestarse con dolor, inflamación local, fiebre y, a veces, supuración o presencia de fístula.
Sin embargo, existen formas crónicas de infección de bajo grado, en las que el dolor es el único síntoma evidente y las pruebas de laboratorio (proteína C reactiva, velocidad de sedimentación globular) pueden no ser concluyentes. Debemos destacar la importancia de realizar una punción articular y estudios de cultivo específicos ante la sospecha de infección de bajo grado para un diagnóstico certero.
El desgaste excesivo de los componentes de la prótesis—sobre todo de polietileno—puede ocasionar la liberación de partículas que generan una reacción inflamatoria y, con el tiempo, aflojamiento y dolor. La prevención del desgaste mediante el uso de polietilenos altamente reticulados y la colocación adecuada de los componentes acetabulares disminuye las tasas de dolor crónico y de revisiones tempranas.
La luxación de una prótesis de cadera suele presentarse con un dolor agudo y muy intenso, frecuentemente asociado a la imposibilidad de caminar o apoyar el peso sobre la extremidad afectada. No obstante, también puede ocurrir inestabilidad subclínica, caracterizada por micro-luxaciones o sensaciones de cadera que “se sale” al realizar ciertos movimientos, generando dolor intermitente y ansiedad en el paciente.
Los cirujanos ortopédicos debemos incidir en un posicionamiento óptimo de los componentes quirúrgicos y de la rehabilitación dirigida a reforzar la musculatura estabilizadora de la cadera, para evitar este tipo de complicación.
En un porcentaje de pacientes, la prótesis se encuentra en perfectas condiciones mecánicas y no hay signos de infección ni desgaste significativo, pero persiste el dolor. Este fenómeno ha suscitado un interés creciente por parte de la comunidad científica, que ha identificado múltiples factores relacionados con el dolor crónico “no mecánico”:
La aproximación inicial al paciente con dolor persistente tras una prótesis de cadera debe comenzar con una anamnesis exhaustiva. Es fundamental conocer el momento de aparición del dolor (inmediato, subagudo, tardío), su localización, el tipo de sensación (punzante, quemante, mecánica), los factores que lo agravan o alivian y cualquier antecedente personal (coexistencia de patología reumática, problemas de salud mental, etc.).
En la exploración física, se evalúa la marcha, la estabilidad de la cadera y la movilidad articular. También se buscan signos de inflamación, la presencia de crepitaciones o “chasquidos” de la prótesis y la existencia de puntos dolorosos concretos que puedan sugerir una bursitis trocantérea o un dolor de origen lumbar irradiado a la cadera.
El siguiente paso habitual es la solicitud de pruebas analíticas (recuento de leucocitos, PCR, velocidad de sedimentación globular) en busca de datos sugestivos de infección. No obstante, la normalidad de estos valores no descarta totalmente una infección de bajo grado, por lo que es frecuente recurrir a una punción articular con cultivo microbiológico cuando existen dudas fundadas.
En cuanto al diagnóstico por imagen, la radiografía simple suele ser suficiente para detectar un desplazamiento de los componentes protésicos o un aflojamiento avanzado. Sin embargo, para evaluar el desgaste de los materiales o la presencia de reacciones inflamatorias locales, resulta de gran utilidad la resonancia magnética con protocolos específicos para metal (o la tomografía computarizada).
En situaciones donde persiste la sospecha de infección a pesar de pruebas de laboratorio normales, se han propuesto nuevos marcadores como la procalcitonina y diferentes técnicas de diagnóstico molecular que, en ocasiones, pueden identificar bacterias de crecimiento lento. Una parte significativa de las infecciones protésicas de bajo grado se diagnostican tardíamente, subrayando la relevancia de la cultura de tejidos periprotésicos y la biopsia sinovial.
Cuando se descartan complicaciones quirúrgicas evidentes, la primera línea de tratamiento para el dolor leve o moderado suele ser conservadora. Incluye fisioterapia, ejercicios específicos para mejorar la fuerza y la estabilidad de la cadera, control farmacológico del dolor (antiinflamatorios no esteroideos, analgésicos opioides suaves o coadyuvantes neuromoduladores), así como la identificación y el abordaje de factores emocionales o de salud mental asociados.
En individuos con sospecha de contribución neuropática, la administración de fármacos moduladores del dolor (pregabalina o gabapentina) y el apoyo de terapias cognitivas pueden ser de utilidad. Además, algunos autores recomiendan la infiltración local con anestésicos o corticoides para diferenciar el origen del dolor y, eventualmente, aliviarlo de manera temporal.
La cirugía de revisión se indica cuando se confirma una causa mecánica (aflojamiento, luxación recurrente, malposición de los componentes) o infecciosa que no puede resolverse mediante tratamientos más conservadores. Dependiendo de la situación, puede realizarse una revisión parcial (sustitución únicamente del componente acetabular o femoral) o una revisión completa de todos los componentes.
El manejo quirúrgico de la infección protésica puede implicar la retirada completa de la prótesis, el uso de un espaciador con antibióticos y la implantación de un nuevo dispositivo una vez erradicada la infección. Estos procedimientos suelen prolongar el tiempo de recuperación y aumentar los riesgos, por lo que se llevan a cabo siguiendo protocolos de alta complejidad en centros especializados.
En ciertos pacientes, pese a la corrección quirúrgica de complicaciones mecánicas o infecciosas, persiste el dolor crónico. En este contexto, es importante plantear una valoración por unidades multidisciplinares de dolor, donde intervengan ortopedas, rehabilitadores, reumatólogos, psicólogos y especialistas en dolor crónico. El objetivo es abordar la problemática desde diferentes ángulos, mejorar la funcionalidad y calidad de vida, y disminuir la dependencia de opiáceos u otros fármacos.
La atención a la salud mental es un aspecto determinante. Programas de rehabilitación que incluyan sesiones de reeducación postural, fisioterapia, y apoyo psicológico o psiquiátrico, han demostrado resultados positivos en el control del dolor y la reincorporación de los pacientes a sus actividades de la vida diaria.
La mejor forma de enfrentar el dolor crónico es prevenirlo, y para ello se han delineado varias estrategias respaldadas por la literatura reciente. Estas incluyen:
La investigación en torno al dolor en la prótesis de cadera continúa avanzando en varias direcciones: desarrollo de biomateriales más resistentes, técnicas de rehabilitación más precisas y personalizadas, y protocolos de diagnóstico temprano para infecciones de bajo grado y reacciones adversas a los metales. Asimismo, se están investigando enfoques basados en la inteligencia artificial y análisis de big data para predecir el riesgo de complicaciones y personalizar la estrategia quirúrgica.
La clave para abordar el dolor crónico tras la prótesis de cadera radica en la detección temprana de causas tratables y en la implementación de un manejo multidisciplinario que abarque tanto los aspectos clínicos como los psicológicos. Cada caso es único y requiere un diagnóstico meticuloso, pero la mayoría de los pacientes con dolor crónico pueden encontrar alivio a través de una combinación adecuada de tratamientos médicos, quirúrgicos y de apoyo psicológico.
El dolor en la prótesis de cadera representa un desafío complejo que requiere la valoración integral y el uso de tecnologías diagnósticas avanzadas, así como un manejo terapéutico que incorpore lo mecánico, lo biológico y lo psicosocial. Gracias a la evidencia científica, hoy se dispone de recursos más efectivos para lograr un alivio del dolor y una mejoría funcional en la mayoría de los pacientes.
Si padeces dolor crónico en su prótesis de cadera o desea optimizar sus cuidados posoperatorios, un especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica, como el Dr. Eugenio Díaz, podrá orientarle de forma personalizada, brindándole la confianza y la atención especializada que usted merece para resolver su problema y recuperar su calidad de vida.
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