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Epicondilitis Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

 

 

 

La epicondilitis lateral, comúnmente llamada “codo de tenista”, es una afección que provoca dolor e inflamación en la parte externa del codo. Aunque puede afectar a tenistas, también es frecuente en personas que realizan actividades manuales repetitivas o que trabajan con herramientas, ordenadores, o incluso cocinando. En términos simples, se trata de una lesión por sobreuso de los tendones que se insertan en el epicóndilo lateral del húmero, generando microrroturas, inflamación y dolor crónico.
En este artículo encontrarás una explicación detallada de las causas, síntomas, diagnóstico, métodos de tratamiento y estrategias de prevención de la epicondilitis, basándonos en las evidencias científicas más recientes. Además, reunimos las respuestas a las preguntas más frecuentes que suelen plantear los pacientes. Si quieres saber cómo librarte del dolor de codo y prevenir recaídas, sigue leyendo.


Tabla de Contenido

Índice de Contenidos

  1. Definición y fundamentos anatómicos
  2. Causas y factores de riesgo
  3. Síntomas y presentación clínica
  4. Diagnóstico: exploración física e imagenología
  5. Tratamientos conservadores
    • Terapia física y rehabilitación
    • Infiltraciones (corticosteroides, PRP, etc.)
    • Otras modalidades no quirúrgicas
  6. Tratamientos quirúrgicos y alternativas mínimamente invasivas
  7. Evidencias científicas y novedades en investigación
  8. Prevención y recomendaciones postratamiento
  9. Preguntas frecuentes de los pacientes
  10. Conclusiones

1. Definición y Fundamentos Anatómicos

La epicondilitis lateral es una tendinopatía crónica que afecta principalmente el extensor radial corto del carpo y, en menor medida, otros tendones extensores del antebrazo. Se localiza en la cara lateral del codo, en la zona del epicóndilo lateral del húmero.
El proceso patológico de esta afección implica microrroturas en el tendón, degeneración de las fibras de colágeno y neovascularización. El cuerpo no logra reparar eficazmente estas lesiones cuando se someten a esfuerzos repetidos.

Desde el punto de vista anatómico, el codo es la articulación entre el húmero, el radio y la ulna (cúbito). Sobre el epicóndilo lateral se insertan los músculos extensores de la muñeca y de los dedos. Con el uso repetitivo de la musculatura extensora —por ejemplo, al golpear una pelota de tenis o utilizar un destornillador— se generan cargas elevadas en la inserción, que pueden evolucionar hacia cambios degenerativos.

Esta lesión no se limita a deportistas; cualquier persona que realice movimientos repetitivos en la muñeca o el codo podría desarrollar la afección. Es importante entender la biomecánica para un manejo efectivo: reducir sobrecargas, optimizar la técnica y aplicar terapias basadas en la evidencia.


2. Causas y Factores de Riesgo

Las causas más comunes de la epicondilitis lateral están relacionadas con el uso excesivo de los tendones extensores. Actividades que implican flexión y extensión repetitiva de la muñeca, especialmente contra resistencia, predisponen a esta lesión. También puede deberse a microtraumatismos acumulados o una técnica deportiva inadecuada.

  1. Uso repetitivo: Operarios que trabajan con herramientas de mano, secretarias que teclean intensamente, mecánicos, pintores o cocineros que baten mezclas a diario.
  2. Deporte: Tenis, pádel, bádminton y otros deportes de raqueta son actividades de riesgo, sobre todo si existe un mal agarre de la raqueta o una técnica deficiente.
  3. Edad y degeneración tendinosa: A partir de los 30-40 años, el tendón pierde parte de su capacidad de autorreparación, haciéndolo más vulnerable.
  4. Biomecánica inadecuada: Un desequilibrio muscular, mala postura o equipamiento deportivo inadecuado (raqueta demasiado rígida, empuñadura de tamaño inadecuado) pueden propiciar la lesión.

La interacción entre estos factores favorece la instauración del proceso degenerativo. Así mismo, enfatizan la relevancia de valorar las cargas repetitivas en el ámbito laboral y recomendar estrategias preventivas adecuadas para disminuir la sobrecarga.


3. Síntomas y Presentación Clínica

El síntoma principal es el dolor localizado en la cara externa del codo, que puede irradiarse hacia el antebrazo. Generalmente, aumenta con actividades de extensión de la muñeca o supinación del antebrazo contra resistencia.

El dolor suele ser fluctuante y puede mejorar con el reposo temporal, pero reaparece cuando se retoma la actividad. Esta “recidiva” es característica y se asocia con un proceso inflamatorio-degenerativo que no termina de resolverse.


4. Diagnóstico: Exploración Física y Pruebas de Imagen

Para el diagnóstico, el médico valora la historia clínica, el tipo de actividad y la exploración física. Existen maniobras específicas, como la palpación directa en la inserción epicondilar, la prueba de Cozen (flexión dorsal de la muñeca contra resistencia) o la prueba de Mill (extensión de la muñeca contra resistencia con el codo extendido), que reproducen el dolor típico.

Las pruebas de imagen pueden incluir radiografías para descartar otras patologías (calcificaciones, artrosis de codo), ecografías para observar engrosamientos tendinosos y estudios de resonancia magnética (RM) para evaluar la degeneración. La ecografía con técnicas de caracterización tisular puede utilizarse para identificar cambios estructurales tempranos en el tendón, lo que permite un tratamiento más preciso.


5. Tratamientos Conservadores

El manejo conservador, cuando se instaura de forma temprana y se adapta a las características individuales del paciente, suele ofrecer muy buenos resultados en la mayoría de los casos de epicondilitis lateral. A diferencia de lo que se creía años atrás, la estrategia no se limita solo al reposo y la inmovilización. En la actualidad, los protocolos integran un abanico de terapias activas y pasivas que buscan:

  1. Disminuir el dolor y la inflamación inicial (si la hay).
  2. Favorecer la regeneración o reorganización del tejido tendinoso.
  3. Mejorar la fuerza y resistencia de la musculatura extensora.
  4. Corregir desequilibrios biomecánicos y hábitos lesivos.

La combinación de ejercicio terapéutico, infiltraciones (cuando se consideran necesarias) y educación del paciente, constituye la piedra angular de un manejo conservador exitoso. A continuación, ampliamos las principales modalidades:

5.a. Ejercicios y Fisioterapia

La fisioterapia es uno de los pilares fundamentales para la recuperación de la epicondilitis lateral. Diversos ensayos clínicos y revisiones respaldan la eficacia de los ejercicios específicos en la mejoría del dolor y de la función a mediano y largo plazo. Veamos algunos tipos de ejercicios y técnicas habituales:

  1. Ejercicios Excéntricos:
    • Se enfocan en la fase de alargamiento muscular, lo que favorece la reorganización de las fibras de colágeno en el tendón.
    • Un protocolo típico consiste en sujetar un peso ligero (por ejemplo, 1-2 kg) con la muñeca extendida y descender la mano lentamente en 3-5 segundos. Posteriormente, se sube la mano a la posición inicial con asistencia de la otra mano, evitando la fase concéntrica.
    • Estos ejercicios, realizados 1-2 veces al día, durante varias semanas, mejoran la fuerza y reducen el dolor de manera significativa.
  2. Ejercicios Concéntricos y Isométricos:
    • Aunque los ejercicios excéntricos son la base para la rehabilitación del tendón, combinar ejercicios concéntricos (contracción mientras el músculo se acorta) y isométricos (contracción sin variar la longitud muscular) puede complementar el tratamiento, sobre todo en fases de menor dolor.
    • Se busca lograr una ganancia global de resistencia y fuerza funcional.
  3. Movilización Articular:
    • El fisioterapeuta puede emplear técnicas de movilización pasiva y activa para optimizar la movilidad del codo y la muñeca, previniendo rigideces.
    • Se puede incluir la movilización neuromeníngea para descartar o tratar la posible implicación del nervio radial.
  4. Terapia Manual y Masoterapia:
    • Masaje transverso profundo y liberación miofascial sobre la zona afectada pueden mejorar la circulación local y disminuir la tensión muscular excesiva.
    • Combinar la terapia manual con los ejercicios excéntricos potencia la recuperación global.
  5. Control del Dolor con Agentes Físicos:
    • Aplicación de frío o calor de forma alterna, ultrasonidos o electroterapia para modular temporalmente la sintomatología y facilitar la participación del paciente en el programa activo.
  6. Punción Seca (Dry Needling):
    • Aparece como una técnica complementaria para reducir la tensión muscular y activar mecanismos de analgesia locales.
    • La combinación de ejercicios excéntricos con punción seca mostró mejores resultados que la terapia exclusiva de ejercicios, sobre todo en pacientes con puntos gatillo miofasciales.
  7. Educación Postural y Funcional:
    • El fisioterapeuta instruye al paciente en la correcta alineación del codo y la muñeca durante el trabajo, el deporte o actividades cotidianas.
    • Es fundamental reentrenar gestos repetitivos para aliviar la carga lesiva sobre el tendón.

Duración del Tratamiento de Ejercicios
Aunque las mejoras pueden notarse a las pocas semanas, un protocolo completo puede extenderse de 8 a 12 semanas, o más, dependiendo de la cronicidad de la lesión. La adherencia del paciente y la progresión controlada de los ejercicios son determinantes en la evolución clínica.


5.b. Infiltraciones y Agentes Biológicos

Cuando el dolor persiste y no se logra un avance adecuado con fisioterapia y medidas conservadoras, algunos profesionales valoran el uso de infiltraciones como parte de una estrategia más global. Su objetivo es reducir el dolor, favorecer la reparación tisular o acelerar el proceso de recuperación. A continuación, se detallan las infiltraciones más estudiadas:

  1. Corticosteroides
    • De efecto antiinflamatorio potente, pueden aliviar el dolor de forma relativamente rápida.
    • Sin embargo, múltiples estudios sugieren que la mejora puede ser a corto plazo, y en algunos casos se observa recurrencia del dolor a mediano plazo.
    • Existe la preocupación de que los corticosteroides puedan, con el tiempo, debilitar la estructura del tendón si se abusa de este tratamiento. Por ello, se recomienda precaución en su administración (por ejemplo, no más de 2-3 infiltraciones en un año).
  2. Plasma Rico en Plaquetas (PRP)
    • Es uno de los agentes biológicos más investigados en la última década. Se obtiene a partir de la sangre del propio paciente, tras un proceso de centrifugación que concentra plaquetas y factores de crecimiento.
    • Las meta-análisis resaltan que el PRP parece ofrecer beneficios a largo plazo en la mejora del dolor y la funcionalidad, especialmente cuando se combina con rehabilitación excéntrica.
    • Aun así, la evidencia puede variar en función de la técnica de preparación, la cantidad de inyecciones y la localización exacta de la infiltración.
  3. Otras Opciones Biológicas
    • En la literatura reciente, se menciona la posibilidad de inyecciones con factores de crecimiento específicos o derivados de células madre mesenquimales. Sin embargo todavía hace falta evidencia robusta que respalde su uso rutinario.

Protocolos de Aplicación y Seguimiento


5.c. Intervenciones Complementarias

Más allá de la fisioterapia “clásica” y las infiltraciones, existen otras modalidades terapéuticas que pueden desempeñar un papel valioso en el alivio de la epicondilitis lateral. Suelen recomendarse en combinación con los apartados anteriores, ya que contribuyen a modular el dolor y mejorar la respuesta del tejido ante los ejercicios de fuerza y rehabilitación.

  1. Ondas de Choque Extracorpóreas
    • La terapia de ondas de choque (o ESWT, por sus siglas en inglés) consiste en la aplicación de ondas acústicas de alta o baja energía en la zona lesionada.
    • Comparando protocolos de alta intensidad frente a baja intensidad en pacientes con epicondilitis crónica se evidencia que ambas modalidades pueden mejorar el dolor y la función, aunque la intensidad óptima y la frecuencia de sesiones varían según cada paciente.
    • Este método promueve la neoformación vascular, la liberación de factores de crecimiento y el alivio del dolor mediante la hiperestimulación sensorial.
  2. Electrólisis Percutánea Terapéutica (EPTE)
    • Técnica mínimamente invasiva que introduce una corriente galvánica a través de una aguja, buscando inducir una microinflamación controlada y una respuesta regenerativa en el tendón.
    • Aunque no todos los ensayos clínicos se centran en la epicondilitis lateral, se ha observado una mejora significativa de los síntomas en tendinopatías crónicas, pudiendo resultar beneficiosa como complemento.
  3. Órtesis, Codera o Epicondilera
    • Las órtesis de antebrazo reducen la tensión en el tendón extensor, lo que puede aliviar el dolor al retomar las actividades cotidianas.
    • Se suele aconsejar su uso en la fase sintomática moderada, aunque conviene no abusar de ellas para no “debilitar” el trabajo muscular. La clave está en la combinación con los ejercicios activos.
  4. Técnicas de Vendaje Neuromuscular (Kinesiotaping)
    • Empleadas para proporcionar un soporte dinámico al tendón, mejorar la propiocepción y facilitar la corrección de la postura del antebrazo.
    • Aunque no existe un consenso absoluto, algunos fisioterapeutas reportan mejoras leves en dolor y función cuando el kinesiotape se aplica correctamente, sobre todo en tareas repetitivas.
  5. Complementos Farmacológicos y Nutricionales
    • En la fase inicial de dolor agudo, pueden administrarse fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) o analgésicos suaves para facilitar la rehabilitación, siempre bajo supervisión médica.
    • Ciertos expertos mencionan el uso de suplementos de colágeno, magnesio o complejos vitamínicos para optimizar la salud tendinosa, si bien la evidencia en epicondilitis lateral todavía es limitada y requiere más estudios.

Importancia de la Personalización
Cada paciente presenta un perfil distinto: intensidad del dolor, cronicidad, nivel de exigencia deportiva o laboral, edad y comorbilidades. La clave del éxito en el abordaje no quirúrgico está en la combinación de terapias y la adaptación constante del plan de rehabilitación. Un monitoreo periódico y la retroalimentación del paciente resultan imprescindibles para ajustar la estrategia terapéutica, garantizando una evolución positiva y la prevención de recaídas.


6. Tratamientos Quirúrgicos y Alternativas Mínimamente Invasivas

Cuando el paciente no responde a los tratamientos conservadores tras un período de 6 a 12 meses, puede plantearse la cirugía, aunque no es lo habitual. Esta suele consistir en la extirpación o desbridamiento de tejido tendinoso degenerado y la liberación parcial del tendón extensor.

Los resultados quirúrgicos suelen ser favorables, con una tasa alta de mejoría del dolor y la función. Sin embargo, enfatizan la importancia de un adecuado protocolo de rehabilitación postoperatoria para maximizar los beneficios y evitar recaídas.


7. Evidencias Científicas y Novedades en Investigación

La evidencia científica actual apunta a varios aspectos innovadores en el manejo de la epicondilitis lateral:


8. Prevención y Recomendaciones Postratamiento

La prevención radica en corregir los factores predisponentes y adaptar la carga de trabajo:

  1. Calentamiento adecuado: Antes de cualquier actividad deportiva o laboral intensa, realizar ejercicios de movilidad articular y estiramientos de la musculatura extensora.
  2. Fortalecimiento progresivo: Ejercicios específicos para la musculatura del antebrazo, evitando la fatiga excesiva.
  3. Mejorar la técnica deportiva: Recibir instrucción de entrenadores o fisioterapeutas para corregir gestos técnicos que sobrecarguen la inserción tendinosa.
  4. Ergonomía laboral: Ajustar la altura de la silla y la mesa, usar apoyabrazos, implementar descansos regulares y herramientas adecuadas.
  5. Progresión en la carga: Aumentar gradualmente el volumen o la intensidad de entrenamiento.

Las intervenciones tempranas y la continuidad del programa de ejercicios de mantenimiento son factores clave para evitar recaídas.


9. Preguntas Frecuentes de los Pacientes

  1. ¿Cuánto tiempo tarda en curarse la epicondilitis lateral?
    • La recuperación varía. Con tratamiento conservador adecuado, muchas personas mejoran en un plazo de 3 a 6 meses. No obstante, algunos casos pueden requerir hasta un año para una curación completa.
  2. ¿Es útil el reposo absoluto?
    • Un reposo moderado o relativo suele ser más efectivo que la inactividad total, ya que se necesitan movimientos suaves y ejercicios terapéuticos para estimular la recuperación del tendón.
  3. ¿Los vendajes y órtesis alivian el dolor?
    • Sí, especialmente las coderas o “epicondileras”, que reducen la tensión sobre la inserción tendinosa. Sin embargo, no reemplazan la necesidad de una rehabilitación activa.
  4. ¿Qué pasa si no me trato?
    • El dolor puede cronificarse y afectar a las actividades de la vida diaria. Además, un tendón no tratado podría sufrir más lesiones y llevar a una debilidad crónica.
  5. ¿Es normal que el dolor reaparezca?
    • Es relativamente frecuente que el dolor regrese cuando se retoma una actividad muy exigente. Por eso se recomienda continuar con ejercicios de mantenimiento y vigilar las cargas.

10. Conclusiones

La epicondilitis lateral es una patología frecuente que puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Su origen multifactorial —sobrecarga laboral, sobreuso deportivo, técnicas inadecuadas— demanda un abordaje integral que incluya medidas conservadoras (fisioterapia, ejercicios excéntricos, infiltraciones) y, solo en casos resistentes, la cirugía.

La evidencia actual apoya la eficacia de los tratamientos combinados y la importancia de un manejo temprano. El éxito del tratamiento depende en buena medida de la identificación precoz de factores de riesgo y de la adhesión del paciente a las pautas de rehabilitación.

Si sientes dolor persistente en la zona lateral del codo, es fundamental consultar con un especialista. El Dr. Eugenio Díaz, Traumatólogo Especialista con experiencia en patologías del codo, puede orientarte sobre el mejor tratamiento y acompañarte en el proceso de recuperación. Recuerda que cada caso es diferente y que un manejo personalizado maximiza las probabilidades de éxito.


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