La epicondilitis lateral, comúnmente llamada “codo de tenista”, es una afección que provoca dolor e inflamación en la parte externa del codo. Aunque puede afectar a tenistas, también es frecuente en personas que realizan actividades manuales repetitivas o que trabajan con herramientas, ordenadores, o incluso cocinando. En términos simples, se trata de una lesión por sobreuso de los tendones que se insertan en el epicóndilo lateral del húmero, generando microrroturas, inflamación y dolor crónico.
En este artículo encontrarás una explicación detallada de las causas, síntomas, diagnóstico, métodos de tratamiento y estrategias de prevención de la epicondilitis, basándonos en las evidencias científicas más recientes. Además, reunimos las respuestas a las preguntas más frecuentes que suelen plantear los pacientes. Si quieres saber cómo librarte del dolor de codo y prevenir recaídas, sigue leyendo.
Tabla de Contenido
La epicondilitis lateral es una tendinopatía crónica que afecta principalmente el extensor radial corto del carpo y, en menor medida, otros tendones extensores del antebrazo. Se localiza en la cara lateral del codo, en la zona del epicóndilo lateral del húmero.
El proceso patológico de esta afección implica microrroturas en el tendón, degeneración de las fibras de colágeno y neovascularización. El cuerpo no logra reparar eficazmente estas lesiones cuando se someten a esfuerzos repetidos.
Desde el punto de vista anatómico, el codo es la articulación entre el húmero, el radio y la ulna (cúbito). Sobre el epicóndilo lateral se insertan los músculos extensores de la muñeca y de los dedos. Con el uso repetitivo de la musculatura extensora —por ejemplo, al golpear una pelota de tenis o utilizar un destornillador— se generan cargas elevadas en la inserción, que pueden evolucionar hacia cambios degenerativos.
Esta lesión no se limita a deportistas; cualquier persona que realice movimientos repetitivos en la muñeca o el codo podría desarrollar la afección. Es importante entender la biomecánica para un manejo efectivo: reducir sobrecargas, optimizar la técnica y aplicar terapias basadas en la evidencia.
Las causas más comunes de la epicondilitis lateral están relacionadas con el uso excesivo de los tendones extensores. Actividades que implican flexión y extensión repetitiva de la muñeca, especialmente contra resistencia, predisponen a esta lesión. También puede deberse a microtraumatismos acumulados o una técnica deportiva inadecuada.
La interacción entre estos factores favorece la instauración del proceso degenerativo. Así mismo, enfatizan la relevancia de valorar las cargas repetitivas en el ámbito laboral y recomendar estrategias preventivas adecuadas para disminuir la sobrecarga.
El síntoma principal es el dolor localizado en la cara externa del codo, que puede irradiarse hacia el antebrazo. Generalmente, aumenta con actividades de extensión de la muñeca o supinación del antebrazo contra resistencia.
El dolor suele ser fluctuante y puede mejorar con el reposo temporal, pero reaparece cuando se retoma la actividad. Esta “recidiva” es característica y se asocia con un proceso inflamatorio-degenerativo que no termina de resolverse.
Para el diagnóstico, el médico valora la historia clínica, el tipo de actividad y la exploración física. Existen maniobras específicas, como la palpación directa en la inserción epicondilar, la prueba de Cozen (flexión dorsal de la muñeca contra resistencia) o la prueba de Mill (extensión de la muñeca contra resistencia con el codo extendido), que reproducen el dolor típico.
Las pruebas de imagen pueden incluir radiografías para descartar otras patologías (calcificaciones, artrosis de codo), ecografías para observar engrosamientos tendinosos y estudios de resonancia magnética (RM) para evaluar la degeneración. La ecografía con técnicas de caracterización tisular puede utilizarse para identificar cambios estructurales tempranos en el tendón, lo que permite un tratamiento más preciso.
El manejo conservador, cuando se instaura de forma temprana y se adapta a las características individuales del paciente, suele ofrecer muy buenos resultados en la mayoría de los casos de epicondilitis lateral. A diferencia de lo que se creía años atrás, la estrategia no se limita solo al reposo y la inmovilización. En la actualidad, los protocolos integran un abanico de terapias activas y pasivas que buscan:
La combinación de ejercicio terapéutico, infiltraciones (cuando se consideran necesarias) y educación del paciente, constituye la piedra angular de un manejo conservador exitoso. A continuación, ampliamos las principales modalidades:
La fisioterapia es uno de los pilares fundamentales para la recuperación de la epicondilitis lateral. Diversos ensayos clínicos y revisiones respaldan la eficacia de los ejercicios específicos en la mejoría del dolor y de la función a mediano y largo plazo. Veamos algunos tipos de ejercicios y técnicas habituales:
Duración del Tratamiento de Ejercicios
Aunque las mejoras pueden notarse a las pocas semanas, un protocolo completo puede extenderse de 8 a 12 semanas, o más, dependiendo de la cronicidad de la lesión. La adherencia del paciente y la progresión controlada de los ejercicios son determinantes en la evolución clínica.
Cuando el dolor persiste y no se logra un avance adecuado con fisioterapia y medidas conservadoras, algunos profesionales valoran el uso de infiltraciones como parte de una estrategia más global. Su objetivo es reducir el dolor, favorecer la reparación tisular o acelerar el proceso de recuperación. A continuación, se detallan las infiltraciones más estudiadas:
Protocolos de Aplicación y Seguimiento
Más allá de la fisioterapia “clásica” y las infiltraciones, existen otras modalidades terapéuticas que pueden desempeñar un papel valioso en el alivio de la epicondilitis lateral. Suelen recomendarse en combinación con los apartados anteriores, ya que contribuyen a modular el dolor y mejorar la respuesta del tejido ante los ejercicios de fuerza y rehabilitación.
Importancia de la Personalización
Cada paciente presenta un perfil distinto: intensidad del dolor, cronicidad, nivel de exigencia deportiva o laboral, edad y comorbilidades. La clave del éxito en el abordaje no quirúrgico está en la combinación de terapias y la adaptación constante del plan de rehabilitación. Un monitoreo periódico y la retroalimentación del paciente resultan imprescindibles para ajustar la estrategia terapéutica, garantizando una evolución positiva y la prevención de recaídas.
Cuando el paciente no responde a los tratamientos conservadores tras un período de 6 a 12 meses, puede plantearse la cirugía, aunque no es lo habitual. Esta suele consistir en la extirpación o desbridamiento de tejido tendinoso degenerado y la liberación parcial del tendón extensor.
Los resultados quirúrgicos suelen ser favorables, con una tasa alta de mejoría del dolor y la función. Sin embargo, enfatizan la importancia de un adecuado protocolo de rehabilitación postoperatoria para maximizar los beneficios y evitar recaídas.
La evidencia científica actual apunta a varios aspectos innovadores en el manejo de la epicondilitis lateral:
La prevención radica en corregir los factores predisponentes y adaptar la carga de trabajo:
Las intervenciones tempranas y la continuidad del programa de ejercicios de mantenimiento son factores clave para evitar recaídas.
La epicondilitis lateral es una patología frecuente que puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Su origen multifactorial —sobrecarga laboral, sobreuso deportivo, técnicas inadecuadas— demanda un abordaje integral que incluya medidas conservadoras (fisioterapia, ejercicios excéntricos, infiltraciones) y, solo en casos resistentes, la cirugía.
La evidencia actual apoya la eficacia de los tratamientos combinados y la importancia de un manejo temprano. El éxito del tratamiento depende en buena medida de la identificación precoz de factores de riesgo y de la adhesión del paciente a las pautas de rehabilitación.
Si sientes dolor persistente en la zona lateral del codo, es fundamental consultar con un especialista. El Dr. Eugenio Díaz, Traumatólogo Especialista con experiencia en patologías del codo, puede orientarte sobre el mejor tratamiento y acompañarte en el proceso de recuperación. Recuerda que cada caso es diferente y que un manejo personalizado maximiza las probabilidades de éxito.