La trocanteritis, también conocida como bursitis trocantérea o síndrome de dolor trocantéreo mayor, es una afección frecuente que se caracteriza por dolor en la cara lateral de la cadera, concretamente en la región del trocánter mayor del fémur. Este dolor puede dificultar actividades cotidianas tan sencillas como caminar, subir escaleras o sentarse y levantarse de una silla. A menudo, la trocanteritis puede estar relacionada con la tendinitis del glúteo medio o del glúteo menor, e incluso con la bursitis de la bolsa sinovial situada sobre el trocánter mayor.
En este artículo analizaremos detalladamente las causas más frecuentes de estas patologías, sus síntomas y los métodos diagnósticos de uso clínico habitual. Además, profundizaremos en los tratamientos más eficaces, prestando especial atención a los programas de ejercicios de 12 semanas basados en la evidencia. Si padeces dolor en la zona lateral de la cadera o sospechas que podrías tener trocanteritis o bursitis, esta guía te resultará sumamente útil para entender en qué consisten estas lesiones y cuál es el mejor abordaje para aliviarlas.
La cadera es una de las articulaciones más importantes del cuerpo, ya que soporta gran parte de nuestro peso corporal y nos permite desplazarnos con libertad. De ahí la importancia de aplicar los tratamientos adecuados y de realizar rutinas de rehabilitación efectivas. Veamos a continuación toda la información que necesitas para abordar la trocanteritis, la bursitis de cadera y la tendinitis de los glúteos, con la meta de recuperar la calidad de vida y volver a la actividad física habitual.
Tabla de Contenido
La región trocantérea se ubica en la parte lateral superior del fémur, donde se encuentra la prominencia ósea conocida como trocánter mayor. Esta zona es crucial en la estabilidad y movilidad de la cadera. Los músculos glúteo medio y glúteo menor se insertan en este punto, así como otros grupos musculares de la zona pelvitrocantérea. La bursa trocantérea (o bursas, dado que puede haber varias) sirve como un «cojín» entre hueso y tendones, reduciendo la fricción durante el movimiento.
Cuando estas estructuras sufren sobrecarga, microtraumatismos repetitivos o cambios degenerativos, aparecen patologías como la bursitis (inflamación de la bursa) o la tendinopatía (daños en el tendón), que generan dolor lateral de cadera. Dado que la cadera es una de las articulaciones que más carga soporta en la vida diaria, el uso excesivo, las posturas inadecuadas o la práctica deportiva intensa pueden desencadenar fácilmente problemas en esta región.
La trocanteritis se ha descrito tradicionalmente como un proceso inflamatorio localizado alrededor del trocánter mayor del fémur. Sin embargo, estudios más recientes sugieren que no siempre hay un proceso inflamatorio clásico, sino que puede haber degeneración tendinosa, microdesgarros o irritación crónica. Por eso, a menudo se le denomina “Síndrome de Dolor Trocantéreo Mayor” (SDTM o GTPS en inglés).
La bursitis trocantérea se refiere a la inflamación de la(s) bursa(s) ubicadas sobre el trocánter mayor. Esta inflamación puede ser aguda, subaguda o crónica. Produce dolor localizado en la parte lateral de la cadera y puede irradiarse hacia la cara externa del muslo. Muchas veces, la bursitis coincide con alteraciones en los tendones (principalmente del glúteo medio).
La tendinitis o tendinopatía de los músculos glúteos se presenta cuando los tendones que se insertan en el trocánter mayor se ven afectados por microtraumatismos repetidos o por sobrecargas. El glúteo medio es el músculo más comúnmente implicado, aunque el glúteo menor también puede sufrir cambios patológicos. Dado que estos músculos son claves para la estabilidad pélvica, su lesión puede afectar tanto a la marcha como a la capacidad de mantenerse de pie con apoyo unipodal (por ejemplo, al subir escaleras o al correr).
El síntoma principal es el dolor en la región lateral de la cadera, que puede irradiarse hacia el muslo. Este dolor empeora al tumbarse sobre el lado afectado, al subir escaleras, al caminar largas distancias o tras estar sentado durante mucho tiempo.
Aunque la movilidad de la cadera no siempre se ve seriamente afectada en fases iniciales, el dolor puede provocar compensaciones y limitaciones progresivas en la marcha.
La palpación de la zona trocantérea suele desencadenar dolor intenso, lo que ayuda al clínico a sospechar de trocanteritis o bursitis.
El dolor persistente interfiere con actividades diarias y con la práctica deportiva. Además, puede afectar al sueño si el paciente duerme de lado y ejerce presión en la cadera afectada.
En esta sección, profundizamos en las estrategias más comunes para abordar la trocanteritis, bursitis de cadera y tendinitis de la musculatura glútea en su fase inicial.
El reposo absoluto rara vez es la mejor opción, salvo en casos muy agudos. Se recomienda, en cambio, un reposo “relativo” que consiste en evitar aquellas actividades que generen o agraven el dolor (por ejemplo, correr largas distancias o subir excesivamente escaleras) y reemplazarlas temporalmente por ejercicios de menor impacto o actividad física suave.
El uso de AINE (antiinflamatorios no esteroideos) puede proporcionar un alivio temporal del dolor, facilitando el inicio de la rehabilitación. Analgésicos suaves también pueden ser útiles. No obstante, se recomienda no basar todo el tratamiento únicamente en fármacos, ya que la solución a largo plazo pasa por mejorar la función de la cadera y reducir los factores que generan la lesión.
La fisioterapia puede abordar de manera global la lesión, recurriendo a técnicas de terapia manual, estiramientos, ultrasonidos, punción seca (si es conveniente) y ejercicios de reeducación postural. Los masajes en la musculatura adyacente reducen la tensión y mejoran la circulación sanguínea.
Si el dolor es muy intenso y no mejora con las medidas iniciales, las infiltraciones de corticoides pueden resultar beneficiosas. Estas se aplican directamente en la zona inflamada (bursa o punto doloroso en el tendón) y pueden ofrecer un alivio más rápido. Estudios recientes indican que, a corto plazo, las infiltraciones pueden ser muy eficaces, pero a medio y largo plazo la rehabilitación activa con ejercicio y educación es clave para evitar recaídas.
Aunque suene contradictorio, realizar actividad física moderada e inteligente puede ser más beneficioso que guardar reposo total. Mantenerse activo favorece la circulación, el intercambio de nutrientes en la articulación y evita la atrofia muscular. Algunos deportes y actividades generalmente recomendados, si el dolor lo permite, son:
Es fundamental escuchar el cuerpo y evitar ejercicios o deportes que desencadenen dolor agudo. Si se incrementan los síntomas, es preferible ajustar la actividad para respetar el proceso de recuperación.
Un protocolo de rehabilitación prolongado, idealmente de alrededor de 12 semanas, suele ofrecer resultados óptimos para reducir el dolor, mejorar la fuerza y devolver la funcionalidad a la cadera. Aunque los tiempos pueden variar según la gravedad de la lesión, la adherencia del paciente y la respuesta individual, se presenta este programa estructurado en tres grandes fases. Cada fase posee objetivos específicos, una serie de ejercicios propuestos y las principales pautas o criterios de progresión.
Es fundamental recordar que esta planificación debe personalizarse y ajustarse según la evolución de cada persona. Si en algún momento se producen picos de dolor o inflamación, es preferible reducir la intensidad y regresar a ejercicios de una fase anterior, en lugar de forzar un avance prematuro. La supervisión de un especialista (traumatólogo, fisioterapeuta o preparador físico) aumentará notablemente la eficacia y la seguridad del programa.
Una vez finalizadas las 12 semanas, se recomienda mantener una rutina de ejercicios de refuerzo (2-3 veces por semana) y una correcta higiene postural para evitar recaídas. Esto incluye:
En resumen, la integración de la Fase 1 (control del dolor, iniciación al movimiento), Fase 2 (fortalecimiento progresivo y ejercicios de equilibrio) y Fase 3 (reinserción a actividades de mayor demanda y deporte) proporciona una recuperación paulatina y bien estructurada ante las lesiones de la región trocantérea. El secreto para el éxito radica en la constancia, la supervisión profesional y la progresión gradual de la carga, siempre respetando el umbral de dolor de cada persona. Así, se logra restaurar la función y la calidad de vida de los pacientes, permitiéndoles retomar sus actividades deportivas y cotidianas con una cadera estable y libre de dolor.
La mejor forma de prevenir recaídas es mantener la musculatura glútea en buen estado y controlar los factores biomecánicos que puedan predisponer a la lesión. Una vez terminado el programa de 12 semanas, el paciente debería continuar con rutinas de mantenimiento, al menos 2-3 veces por semana.
La trocanteritis, la bursitis de cadera y la tendinitis glútea suelen causar dolor intenso en la zona lateral de la cadera, afectando la movilidad y la calidad de vida de quienes la padecen. Sin embargo, la buena noticia es que existen tratamientos efectivos. Los programas de ejercicios de 12 semanas, que incluyen fortalecimiento progresivo de la musculatura glútea, educación del paciente y un abordaje global del movimiento, han demostrado resultados muy positivos. En muchos casos, se evitan recurrencias futuras cuando se combinan estas rutinas de ejercicio con correcciones biomecánicas y hábitos de vida saludables.
Si presentas dolor en la parte lateral de la cadera, es recomendable consultar a un especialista. Un diagnóstico adecuado permitirá descartar otras patologías y establecer el mejor protocolo de tratamiento para tu caso. Con disciplina y seguimiento profesional, la mayoría de los pacientes logran una recuperación completa y vuelven a sus actividades cotidianas sin dolor, ganando seguridad en cada paso que dan. No dudes en solicitar cita con el Dr. Eugenio Díaz, traumatólogo especialista, para recibir una valoración personalizada y dar el primer paso hacia la recuperación total de tu cadera.
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