Lesiones de rodilla
Lesiones de menisco
Lesiones del ligamento cruzado anterior
Lesiones del ligamento cruzado posterior
Condromalacia, lesiones del cartílago articular
Artrosis y prótesis de rodilla
Complicaciones protésicas. Infección, aflojamiento, inestabilidad
Tendinitis rotuliana
Síndrome de Cintilla iliotibial
Lesiones de hombro
Tendinitis y bursitis
Roturas del manguito rotador. Supraespinoso, infraespinoso, subescapular.
Luxaciones del hombro.
Lesiones Slap
Inestabilidad en el deporte.
Calcificaciones en el hombro.
Lesiones en el espacio subacromial.
Capsulitis adhesiva. Hombro congelado.
Lesiones de cadera
Artrosis y prótesis de cadera
Complicaciones protésicas. Infección, aflojamiento, inestabilidad.
Choque femoroacetabular. Artroscopia de cadera.
Bursitis de cadera. Troncanteritis.
Lesiones de tendones de glúteo, piramidal isquiotibiales.
Lesiones de codo, mano y muñeca
Epicondilitis y epitrocleítis.
Tendinitis de De Quervain.
Síndrome del tunel carpiano.
Dedo en resorte.
La cirugía artroscópica para la reparación del tendón supraespinoso se ha convertido en un procedimiento estándar y efectivo para tratar roturas del manguito rotador, en particular cuando el objetivo es restaurar la función del hombro y reducir el dolor. El supraespinoso es uno de los tendones más relevantes dentro del manguito rotador, y su lesión puede causar limitaciones significativas en la vida cotidiana, como dificultad para levantar objetos por encima de la cabeza, vestir prendas con mangas estrechas o realizar actividades deportivas.
En las últimas décadas, se ha avanzado notablemente en las técnicas de reparación artroscópica, lo que permite un abordaje quirúrgico menos invasivo, con menor tasa de complicaciones y un posoperatorio más cómodo para el paciente. Sin embargo, el éxito a largo plazo de este tipo de intervenciones no depende únicamente de la cirugía en sí, sino también de un programa de rehabilitación cuidadosamente planificado y suficientemente prolongado.
Cada vez más estudios de alto impacto confirman que la duración y la progresión de la rehabilitación —al menos 16 semanas— son determinantes en la integridad del tendón reparado, así como en la funcionalidad final del hombro. Esta guía busca recopilar, de forma divulgativa y didáctica, la información más relevante y actual sobre cómo llevar a cabo un programa de ejercicios y fisioterapia después de una reparación artroscópica del tendón supraespinoso, basándose en las investigaciones más recientes y consensuadas por la comunidad científica internacional.
El propósito de este artículo es ofrecer un recurso de valor para pacientes que desean entender la importancia de la rehabilitación prolongada, conocer las fases clave del proceso y recibir respuestas a las dudas más habituales. Asimismo, se busca que quienes lean estas líneas sientan confianza en la eficacia de los protocolos de ejercicio y en la atención especializada del Dr. Eugenio Díaz, un referente en el ámbito de la traumatología y la cirugía de hombro en Granada.
Tabla de Contenido
El manguito rotador del hombro está formado por cuatro tendones: supraespinoso, infraespinoso, redondo menor y subescapular. El supraespinoso, situado en la parte superior de la cabeza humeral, cumple la importante función de iniciar la abducción del brazo y estabilizar el hombro. Debido a su posición y a las exigencias biomecánicas, este tendón es propenso a sufrir desgarros parciales o completos, especialmente en personas que realizan movimientos repetitivos por encima de la cabeza o en individuos de mayor edad con degeneración tendinosa.
La reparación artroscópica del supraespinoso consiste en suturar el tendón dañado de vuelta a su inserción en el hueso (generalmente en el troquíter del húmero), utilizando un artroscopio y un instrumental específico. Esta técnica minimiza la agresión quirúrgica frente a la cirugía abierta, y reduce los tiempos de recuperación inicial, el dolor posoperatorio y las posibilidades de infección. Los objetivos principales de este procedimiento son:
Pese a sus ventajas, el éxito de la cirugía depende en gran medida de la estrategia de rehabilitación que se implemente a continuación. Varios estudios multicéntricos y metaanálisis han establecido que la integridad del tendón (evaluada mediante resonancia magnética o ecografía) y la capacidad funcional del hombro mejoran notablemente cuando se sigue un protocolo de fisioterapia bien estructurado de 16 semanas o más de duración.
Tradicionalmente, muchos protocolos posoperatorios tras la reparación del manguito rotador han durado alrededor de 12 semanas. Sin embargo, en la última década se ha demostrado que prolongar el programa de rehabilitación hasta al menos 16 semanas favorece la cicatrización del tendón y reduce las re-roturas. De hecho, ciertos ensayos clínicos con seguimiento a largo plazo sugieren que la diferencia en la integridad tendinosa entre un protocolo de 12 semanas y otro de 16-24 semanas puede ser sustancial.
Entre los mecanismos que explican esta diferencia se incluyen:
Asimismo, la evidencia científica señala que un protocolo de rehabilitación más amplio no implica necesariamente un posoperatorio doloroso o tedioso para el paciente, siempre que se realice de forma progresiva y con supervisión especializada. El balance riesgo-beneficio se inclina hacia la prudencia y la constancia en los ejercicios, lo que a la larga se traduce en mejores resultados funcionales y menos posibilidades de volver al quirófano.
Las fases de la rehabilitación posoperatoria se han ido ajustando con el tiempo a medida que se profundiza en la fisiología de la cicatrización tendinosa y en la biomecánica del hombro. Estas fases no son compartimentos estancos y puede haber solapamientos dependiendo de la evolución individual del paciente. Aun así, la mayoría de los protocolos modernos contemplan cuatro etapas o periodos clave:
En esta primera fase, el uso de un cabestrillo o inmovilizador (tipo “sling”) es esencial para prevenir movimientos abruptos o cargas que comprometan la integridad de la sutura. La gran mayoría de los protocolos coinciden en que se debe utilizar el inmovilizador prácticamente todo el día (excepto para higiene personal o para ejercicios pasivos asistidos muy controlados).
Sin embargo, “inmovilizar” no equivale a quedarse completamente inactivo. Diversos estudios recomiendan realizar movimientos suaves de codo, muñeca y mano, así como ejercicios de movilidad pasiva de la articulación glenohumeral bajo supervisión para evitar la rigidez. Estos ejercicios pasivos pueden consistir en:
Asimismo, es común que en esta etapa se apliquen técnicas de crioterapia (hielo) para reducir el dolor y la inflamación local. Algunos centros emplean dispositivos de compresión neumática intermitente que combinan frío y compresión, con el fin de acelerar la recuperación y mejorar la comodidad del paciente.
Aspectos clave a considerar en esta fase:
Al llegar a esta etapa, si la cicatrización avanza adecuadamente, el cirujano y el fisioterapeuta suelen pautar la retirada gradual del cabestrillo. Algunas investigaciones señalan que una movilización demasiado precoz puede aumentar el riesgo de re-rotura, mientras que una movilización excesivamente tardía puede favorecer la rigidez articular (capsulitis adhesiva). De ahí la importancia de individualizar el tiempo exacto.
Durante las primeras 2-3 semanas de esta fase, es frecuente continuar con ejercicios de movilidad pasiva, pero se incrementa gradualmente el rango de movimiento. Posteriormente, se introducen los ejercicios activo-asistidos, donde el paciente comienza a implicar su propia musculatura para levantar el brazo, si bien cuenta con una ayuda externa (otro brazo, un bastón, poleas) que disminuye la carga real sobre el tendón reparado.
Este periodo puede involucrar:
En torno a la 6.ª u 8.ª semana, el equipo médico suele autorizar el inicio de los ejercicios isométricos del manguito rotador y de la musculatura periescapular. La isometría consiste en contraer el músculo sin mover la articulación, reduciendo así el estrés mecánico sobre la sutura. Por ejemplo, el paciente puede presionar suavemente la mano contra una pared en dirección externa, interna o abducción, sosteniendo la contracción 5-10 segundos. Estos ejercicios ayudan a mantener el tono muscular, prevenir la atrofia y mejorar la conciencia corporal.
Aspectos clave a considerar en esta fase:
Esta es una de las fases más determinantes para lograr la recuperación óptima a largo plazo. Una vez que el tejido de la reparación ha mostrado signos de cicatrización suficiente (por ejemplo, mediante ecografía o control clínico), es posible incrementar el trabajo activo. La bibliografía insiste en la relevancia de un fortalecimiento escalonado, evitando cargas súbitas que puedan someter el tendón a tensiones excesivas.
Las bandas elásticas de diferentes colores y niveles de resistencia permiten graduar el trabajo de fuerza. Se suelen comenzar con resistencias bajas (amarillo, rojo) y, progresivamente, pasar a resistencias medias (verde, azul) según la tolerancia. Los ejercicios abarcan:
La escápula ejerce un rol fundamental en la biomecánica del hombro. Una escápula estable y con un correcto posicionamiento (retroversión y ligera rotación inferior para algunos movimientos) disminuye la tensión en el supraespinoso y en el resto del manguito rotador. Por ello, los ejercicios de estabilización escapular son críticos:
Conforme el paciente avanza, el fisioterapeuta incrementa la resistencia de las bandas, agrega mancuernas ligeras (0,5-1 kg) e integra ejercicios más específicos (por ejemplo, para pacientes que necesitan realizar gestos deportivos como el saque de tenis o el lanzamiento de béisbol).
Aspectos clave a considerar en esta fase:
Para este momento, el dolor residual debería ser mínimo o inexistente, y la amplitud de movimiento cercana al 100% (o al menos al 90% en la mayoría de las direcciones). Los estudios de cohortes y ensayos clínicos subrayan la relevancia de continuar la fisioterapia hasta los 4-6 meses, especialmente en roturas grandes o cuando el paciente practica deportes de alta demanda.
En esta fase, la colaboración entre el fisioterapeuta, el preparador físico (si procede) y el cirujano es clave. Las revisiones de control, incluyendo pruebas de imagen, pueden verificar que el tendón no presente signos de sobrecarga. Se insiste en recordar al paciente la importancia de no abandonar de golpe los ejercicios de mantenimiento.
Para consolidar la recuperación tras la cirugía artroscópica del tendón supraespinoso, la comunidad científica propone múltiples modalidades terapéuticas. Su aplicación se adecua a la etapa de la rehabilitación, a las particularidades de cada paciente (edad, estado de salud general, exigencia deportiva, tamaño de la rotura), así como a las preferencias y la experiencia del equipo médico.
El rol de la fisioterapia manual no se limita a “masajear” la zona dolorida, sino que abarca un abanico de técnicas específicas:
La evidencia sugiere que estas modalidades, combinadas con ejercicios activos, mejoran el flujo sanguíneo local, reducen la rigidez capsular y aceleran la recuperación, siempre y cuando se apliquen de forma progresiva y acorde a la fase de la cicatrización.
Tal y como se ha mencionado en la sección de fases de la rehabilitación, los ejercicios se inician de manera pasiva y evolucionan hacia movimientos activos, activo-asistidos, isométricos y isotónicos con distintas resistencias. Pero conviene resaltar la importancia de la variedad en los ejercicios, manteniendo el interés y la motivación del paciente y estimulando de forma global la musculatura.
La hidroterapia brinda un entorno de ingravidez relativa, gracias a la flotabilidad del agua, lo que reduce el estrés sobre el hombro reparado. Estudios recientes han observado que los ejercicios acuáticos facilitan la movilización temprana y promueven la relajación muscular, además de mejorar la propiocepción. Se pueden realizar:
Aunque no reemplazan el ejercicio terapéutico, técnicas como la electroestimulación neuromuscular (NMES) pueden resultar útiles en pacientes con cierta atrofia muscular o dificultad para activar voluntariamente el músculo supraespinoso o la musculatura deltoidea tras la inmovilización. Aun así, su uso es complementario y debe ser indicado tras una adecuada valoración clínica.
En algunas ocasiones, se recurre a la magnetoterapia o la terapia láser para intentar mejorar la vascularización local o aliviar el dolor. La evidencia no es concluyente en todos los casos, pero puede formar parte de un plan integral siempre que se mantenga el componente activo de la rehabilitación como columna vertebral.
La posición de la escápula, la curvatura de la columna dorsal (cifosis) y la alineación cervical influyen en la biomecánica del hombro. Por ello, incluir ejercicios de reeducación postural y propiocepción es fundamental:
La fisioterapia y la rehabilitación han evolucionado notablemente en los últimos años, incorporando técnicas innovadoras que buscan optimizar la recuperación tras la reparación artroscópica del tendón supraespinoso. A continuación se exponen algunas de las tendencias y enfoques más recientes y prometedores:
Una de las discusiones recurrentes en la literatura se centra en si es mejor iniciar la movilización activa relativamente pronto (fase “early”) o retardarla (fase “delayed”) para proteger el tendón reparado. Los ensayos controlados aleatorizados han obtenido resultados diversos:
Por otro lado, la movilización tardía preserva mejor el tendón reparado de tensiones elevadas en las primeras semanas, reduciendo la probabilidad de falla en la sutura, pero conlleva un riesgo más alto de capsulitis adhesiva y atrofia muscular. En la actualidad, la mayoría de autores recomienda un equilibrio intermedio, con una movilización progresiva y bien dosificada a partir de la 4.ª o 6.ª semana, personalizando según las características de la rotura y la calidad de la sutura.
Un campo en auge es el empleo de factores de crecimiento (por ejemplo, PRP: Plasma Rico en Plaquetas) y terapias celulares para favorecer la cicatrización tendinosa. La premisa consiste en inyectar componentes biológicos que estimulen la producción y organización del colágeno en la zona suturada. Si bien algunos estudios muestran mejoras en la disminución del dolor y una recuperación algo más rápida, no existe un consenso absoluto sobre su eficacia a largo plazo.
En cualquier caso, estas terapias biológicas se integran con la rehabilitación tradicional, y no la sustituyen. Los pacientes que reciben PRP, por ejemplo, deben seguir igualmente un protocolo de fisioterapia estructurado, con la misma precaución en las fases de inmovilización y fortalecimiento progresivo.
Cada vez se presta más atención a la reeducación del movimiento y al control motor. Numerosos estudios abogan por un enfoque global, donde no solo se fortalezca el manguito rotador, sino también:
Este entrenamiento neuromuscular suele incluir ejercicios en cadena cinética cerrada (ej. apoyos en pared, planchas modificadas) y progresar a cadenas abiertas (ej. ejercicios con pesas, movimientos pliométricos), siempre siguiendo un orden escalonado.
A raíz de los cambios producidos en la atención sanitaria —especialmente tras la pandemia de COVID-19—, se ha incrementado el uso de la telerehabilitación. Este enfoque permite monitorizar al paciente a distancia, mediante videollamadas o plataformas específicas, enviarle rutinas de ejercicio personalizadas e incluso usar dispositivos inteligentes (wearables) que registran parámetros como el ángulo de movimiento o la actividad muscular.
Para deportistas de alto nivel, el periodo de rehabilitación puede personalizarse aún más. Se realizan pruebas isocinéticas para medir la fuerza y la potencia del manguito rotador, valoraciones biomecánicas en laboratorios de movimiento y un retorno gradual a los gestos deportivos reales (por ejemplo, un programa escalonado de lanzamientos para beisbolistas). Algunos equipos de élite cuentan con fisioterapeutas especializados en hombro que trabajan en sintonía con los preparadores físicos para ajustar la carga y prevenir recaídas.
La tendencia actual es el “Return to Play” (Retorno al Juego) basado en criterios objetivos, evaluando la asimetría de fuerza entre el hombro sano y el operado, el rango de movimiento funcional, la estabilidad y la ausencia de dolor al realizar gestos de alta demanda. Estos protocolos pueden extenderse entre 6 y 12 meses para deportistas de lanzamiento o deportes de contacto.
Algunas complicaciones que pueden ocurrir tras la reparación artroscópica del supraespinoso incluyen:
La experiencia clínica indica que mantener una comunicación fluida entre el cirujano, el fisioterapeuta y el paciente es fundamental para detectar a tiempo cualquier signo de complicación. Asimismo, la adherencia del paciente al programa, la asistencia a las sesiones de rehabilitación y el compromiso con los ejercicios domiciliarios son factores determinantes para lograr una recuperación exitosa.
A continuación, se exponen algunas de las preguntas más habituales que hacen las personas después de someterse a una reparación artroscópica del tendón supraespinoso:
La reparación artroscópica del tendón supraespinoso representa una solución eficaz para restaurar la función del hombro cuando existe una rotura de magnitud moderada a severa. No obstante, el éxito quirúrgico depende en gran medida de un programa de rehabilitación consistente y prolongado, cuya duración ideal oscila entre 16 y 24 semanas, dependiendo de la complejidad de la lesión y las necesidades funcionales del paciente.
Gracias a los avances científicos de los últimos años, se han diseñado protocolos basados en evidencia que combinan la protección inicial del tendón, la movilización progresiva y el fortalecimiento paulatino de la musculatura del manguito rotador y la cintura escapular. La participación activa del paciente en el proceso, la comunicación fluida con el equipo médico y el seguimiento estricto de las indicaciones son variables que predicen un mejor pronóstico y una vuelta más rápida a la vida cotidiana o deportiva.
Para cualquier persona que se haya sometido o esté valorando la posibilidad de someterse a este tipo de cirugía, resulta esencial comprender que el compromiso con la rehabilitación marcará la diferencia entre una recuperación parcial y una restauración completa de la funcionalidad del hombro. El Dr. Eugenio Díaz, como Traumatólogo Especialista en Granada, ofrece un enfoque multidisciplinar y actualizado, orientado a maximizar los resultados y la satisfacción de sus pacientes.
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