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Rehabilitación tras cirugia del supraespinoso Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

 

 

 

La cirugía artroscópica para la reparación del tendón supraespinoso se ha convertido en un procedimiento estándar y efectivo para tratar roturas del manguito rotador, en particular cuando el objetivo es restaurar la función del hombro y reducir el dolor. El supraespinoso es uno de los tendones más relevantes dentro del manguito rotador, y su lesión puede causar limitaciones significativas en la vida cotidiana, como dificultad para levantar objetos por encima de la cabeza, vestir prendas con mangas estrechas o realizar actividades deportivas.

En las últimas décadas, se ha avanzado notablemente en las técnicas de reparación artroscópica, lo que permite un abordaje quirúrgico menos invasivo, con menor tasa de complicaciones y un posoperatorio más cómodo para el paciente. Sin embargo, el éxito a largo plazo de este tipo de intervenciones no depende únicamente de la cirugía en sí, sino también de un programa de rehabilitación cuidadosamente planificado y suficientemente prolongado.

Cada vez más estudios de alto impacto confirman que la duración y la progresión de la rehabilitación —al menos 16 semanas— son determinantes en la integridad del tendón reparado, así como en la funcionalidad final del hombro. Esta guía busca recopilar, de forma divulgativa y didáctica, la información más relevante y actual sobre cómo llevar a cabo un programa de ejercicios y fisioterapia después de una reparación artroscópica del tendón supraespinoso, basándose en las investigaciones más recientes y consensuadas por la comunidad científica internacional.

El propósito de este artículo es ofrecer un recurso de valor para pacientes que desean entender la importancia de la rehabilitación prolongada, conocer las fases clave del proceso y recibir respuestas a las dudas más habituales. Asimismo, se busca que quienes lean estas líneas sientan confianza en la eficacia de los protocolos de ejercicio y en la atención especializada del Dr. Eugenio Díaz, un referente en el ámbito de la traumatología y la cirugía de hombro en Granada.


Tabla de Contenido

Índice de Contenidos

  1. Conceptos Básicos sobre el Tendón Supraespinoso y su Reparación Artroscópica
  2. Importancia de la Rehabilitación Prolongada (≥16 Semanas)
  3. Fases Clave de la Rehabilitación
    1. Fase de Inmovilización y Protección
    2. Fase de Movilización Temprana
    3. Fase de Fortalecimiento Progresivo
    4. Fase de Retorno a la Funcionalidad Completa
  4. Modalidades de Tratamiento y Ejercicios Recomendados
  5. Nuevas Tendencias y Protocolos Avanzados en Fisioterapia
  6. Complicaciones Frecuentes y Cómo Prevenirlas
  7. Preguntas Frecuentes de los Pacientes
  8. Conclusiones

1. Conceptos Básicos sobre el Tendón Supraespinoso y su Reparación Artroscópica

El manguito rotador del hombro está formado por cuatro tendones: supraespinoso, infraespinoso, redondo menor y subescapular. El supraespinoso, situado en la parte superior de la cabeza humeral, cumple la importante función de iniciar la abducción del brazo y estabilizar el hombro. Debido a su posición y a las exigencias biomecánicas, este tendón es propenso a sufrir desgarros parciales o completos, especialmente en personas que realizan movimientos repetitivos por encima de la cabeza o en individuos de mayor edad con degeneración tendinosa.

La reparación artroscópica del supraespinoso consiste en suturar el tendón dañado de vuelta a su inserción en el hueso (generalmente en el troquíter del húmero), utilizando un artroscopio y un instrumental específico. Esta técnica minimiza la agresión quirúrgica frente a la cirugía abierta, y reduce los tiempos de recuperación inicial, el dolor posoperatorio y las posibilidades de infección. Los objetivos principales de este procedimiento son:

  • Restaurar la anatomía del tendón.
  • Aliviar el dolor.
  • Recuperar la fuerza y la movilidad.
  • Prevenir la progresión de la lesión hacia roturas mayores.

Pese a sus ventajas, el éxito de la cirugía depende en gran medida de la estrategia de rehabilitación que se implemente a continuación. Varios estudios multicéntricos y metaanálisis han establecido que la integridad del tendón (evaluada mediante resonancia magnética o ecografía) y la capacidad funcional del hombro mejoran notablemente cuando se sigue un protocolo de fisioterapia bien estructurado de 16 semanas o más de duración.


2. Importancia de la Rehabilitación Prolongada (≥16 Semanas)

Tradicionalmente, muchos protocolos posoperatorios tras la reparación del manguito rotador han durado alrededor de 12 semanas. Sin embargo, en la última década se ha demostrado que prolongar el programa de rehabilitación hasta al menos 16 semanas favorece la cicatrización del tendón y reduce las re-roturas. De hecho, ciertos ensayos clínicos con seguimiento a largo plazo sugieren que la diferencia en la integridad tendinosa entre un protocolo de 12 semanas y otro de 16-24 semanas puede ser sustancial.

Entre los mecanismos que explican esta diferencia se incluyen:

  • Mejor calidad del tejido cicatricial: Un periodo rehabilitador más largo, con cargas graduales y progresivas, promueve una cicatriz más robusta en la zona de reparación.
  • Control de la inflamación crónica: El reposo y la movilización controlada durante las primeras fases evitan sobrecargas que inflamen la zona intervenida.
  • Optimización de la fuerza muscular y la propiocepción: La musculatura circundante del hombro y la cintura escapular necesitan tiempo suficiente para reentrenarse y readquirir fuerza y resistencia.

Asimismo, la evidencia científica señala que un protocolo de rehabilitación más amplio no implica necesariamente un posoperatorio doloroso o tedioso para el paciente, siempre que se realice de forma progresiva y con supervisión especializada. El balance riesgo-beneficio se inclina hacia la prudencia y la constancia en los ejercicios, lo que a la larga se traduce en mejores resultados funcionales y menos posibilidades de volver al quirófano.


3. Fases Clave de la Rehabilitación

Las fases de la rehabilitación posoperatoria se han ido ajustando con el tiempo a medida que se profundiza en la fisiología de la cicatrización tendinosa y en la biomecánica del hombro. Estas fases no son compartimentos estancos y puede haber solapamientos dependiendo de la evolución individual del paciente. Aun así, la mayoría de los protocolos modernos contemplan cuatro etapas o periodos clave:

3.1. Fase de Inmovilización y Protección

  • Duración aproximada: de 0 a 4-6 semanas posoperatorias.
  • Objetivo principal: Proteger la reparación quirúrgica y permitir la fase inicial de cicatrización tendinosa.

En esta primera fase, el uso de un cabestrillo o inmovilizador (tipo “sling”) es esencial para prevenir movimientos abruptos o cargas que comprometan la integridad de la sutura. La gran mayoría de los protocolos coinciden en que se debe utilizar el inmovilizador prácticamente todo el día (excepto para higiene personal o para ejercicios pasivos asistidos muy controlados).

Sin embargo, “inmovilizar” no equivale a quedarse completamente inactivo. Diversos estudios recomiendan realizar movimientos suaves de codo, muñeca y mano, así como ejercicios de movilidad pasiva de la articulación glenohumeral bajo supervisión para evitar la rigidez. Estos ejercicios pasivos pueden consistir en:

  1. Ejercicios de péndulo (Codman): El paciente se inclina hacia delante, dejando que el brazo operado cuelgue y efectúa movimientos circulares o de balanceo muy sutiles, generando un suave estiramiento pasivo en la cápsula y el tendón.
  2. Movilizaciones pasivas en flexión y abducción limitadas: Siempre con un tope de rango que no produzca dolor ni tensión excesiva, habitualmente hasta 90° de flexión y 45°-60° de abducción en las primeras semanas.
  3. Rotación externa pasiva muy controlada: Dependiendo de las indicaciones concretas del cirujano, ya que algunos evitan la rotación externa forzada al principio, sobre todo si se ha reparado también el subescapular o hay lesiones concomitantes.

Asimismo, es común que en esta etapa se apliquen técnicas de crioterapia (hielo) para reducir el dolor y la inflamación local. Algunos centros emplean dispositivos de compresión neumática intermitente que combinan frío y compresión, con el fin de acelerar la recuperación y mejorar la comodidad del paciente.

Aspectos clave a considerar en esta fase:

  • Mantener el hombro protegido: el uso del cabestrillo puede reducir la tensión en la reparación hasta en un 50%-60%.
  • Evitar levantamientos de peso: incluso objetos pequeños (un vaso con agua) pueden suponer un esfuerzo indebido en la sutura reciente.
  • Prestar atención a signos de complicación: fiebre, dolor constante que no cede con los analgésicos pautados, inflamación excesiva, etc.

3.2. Fase de Movilización Temprana

  • Duración aproximada: de 4-6 semanas a 8-10 semanas posoperatorias.
  • Objetivo principal: Recuperar de manera progresiva la amplitud de movimiento (pasiva y luego activa-asistida), mejorando la circulación local y disminuyendo el riesgo de rigidez.

Al llegar a esta etapa, si la cicatrización avanza adecuadamente, el cirujano y el fisioterapeuta suelen pautar la retirada gradual del cabestrillo. Algunas investigaciones señalan que una movilización demasiado precoz puede aumentar el riesgo de re-rotura, mientras que una movilización excesivamente tardía puede favorecer la rigidez articular (capsulitis adhesiva). De ahí la importancia de individualizar el tiempo exacto.

Movilidad Pasiva y Activa-Asistida

Durante las primeras 2-3 semanas de esta fase, es frecuente continuar con ejercicios de movilidad pasiva, pero se incrementa gradualmente el rango de movimiento. Posteriormente, se introducen los ejercicios activo-asistidos, donde el paciente comienza a implicar su propia musculatura para levantar el brazo, si bien cuenta con una ayuda externa (otro brazo, un bastón, poleas) que disminuye la carga real sobre el tendón reparado.

Este periodo puede involucrar:

  • Ejercicios con poleas: El paciente tira de una polea con el brazo sano para elevar el operado, promoviendo un arco de movimiento más amplio sin forzar excesivamente la reparación.
  • Ejercicios con bastón o “T-bar”: Sujetar un bastón con ambas manos y usar el brazo sano para empujar el brazo operado, alcanzando niveles de abducción y flexión progresivos.
  • Ejercicios de rotación interna y externa asistida: Se pueden realizar con un bastón por delante o por detrás, siempre con cuidadosa supervisión.

Ejercicios Isométricos Suaves

En torno a la 6.ª u 8.ª semana, el equipo médico suele autorizar el inicio de los ejercicios isométricos del manguito rotador y de la musculatura periescapular. La isometría consiste en contraer el músculo sin mover la articulación, reduciendo así el estrés mecánico sobre la sutura. Por ejemplo, el paciente puede presionar suavemente la mano contra una pared en dirección externa, interna o abducción, sosteniendo la contracción 5-10 segundos. Estos ejercicios ayudan a mantener el tono muscular, prevenir la atrofia y mejorar la conciencia corporal.

Aspectos clave a considerar en esta fase:

  • Evitar el dolor agudo: aunque es normal cierta incomodidad, un dolor excesivo puede indicar un sobreesfuerzo.
  • Mantener la supervisión: sesiones de fisioterapia regulares (2-3 veces por semana) con un fisioterapeuta especializado aumentan la seguridad y la eficacia de los ejercicios.
  • Adaptación individual: la progresión del rango de movimiento debe ajustarse según la respuesta del paciente, su edad, el tamaño de la rotura y la calidad del tejido reparado.

3.3. Fase de Fortalecimiento Progresivo

  • Duración aproximada: de 8-10 semanas a 16 semanas posoperatorias.
  • Objetivo principal: Desarrollar la fuerza y la resistencia de la musculatura del manguito rotador, la cintura escapular y el hombro en general, consolidando la estabilidad y la funcionalidad articular.

Esta es una de las fases más determinantes para lograr la recuperación óptima a largo plazo. Una vez que el tejido de la reparación ha mostrado signos de cicatrización suficiente (por ejemplo, mediante ecografía o control clínico), es posible incrementar el trabajo activo. La bibliografía insiste en la relevancia de un fortalecimiento escalonado, evitando cargas súbitas que puedan someter el tendón a tensiones excesivas.

Ejercicios con Bandas Elásticas

Las bandas elásticas de diferentes colores y niveles de resistencia permiten graduar el trabajo de fuerza. Se suelen comenzar con resistencias bajas (amarillo, rojo) y, progresivamente, pasar a resistencias medias (verde, azul) según la tolerancia. Los ejercicios abarcan:

  1. Rotación externa con banda: Sujeto la banda en un punto fijo a la altura de la cintura, con el codo pegado al cuerpo y flexionado 90°, y rotando el antebrazo hacia fuera.
  2. Rotación interna con banda: Mismo procedimiento, pero se rota hacia dentro (hacia el ombligo).
  3. Elevación en plano escapular (“scaption”): Se levanta el brazo en un ángulo de 30-45° respecto al plano frontal, un movimiento más seguro para el manguito rotador que la abducción pura.
  4. Extensión de hombro con banda: Para trabajar la musculatura posterior (dorsal ancho, redondo mayor, entre otros).

Trabajo de Estabilización Escapular

La escápula ejerce un rol fundamental en la biomecánica del hombro. Una escápula estable y con un correcto posicionamiento (retroversión y ligera rotación inferior para algunos movimientos) disminuye la tensión en el supraespinoso y en el resto del manguito rotador. Por ello, los ejercicios de estabilización escapular son críticos:

  • Retracción escapular: Con los brazos estirados al frente, se lleva la escápula hacia atrás y abajo, como si se quisieran juntar las “alas” detrás de la espalda, manteniendo el pecho abierto.
  • Ejercicios en cuadrupedia (“bird-dog”): El paciente se coloca a cuatro patas y levanta un brazo y la pierna contraria, manteniendo la escápula estable.
  • Trabajo con “bodyblade” o tablas de equilibrio: Se sostiene una barra vibratoria (o una tabla inestable con apoyos) y se realizan pequeños movimientos que obligan a la musculatura escapular a activarse para estabilizar.

Progresión en la Carga y la Resistencia

Conforme el paciente avanza, el fisioterapeuta incrementa la resistencia de las bandas, agrega mancuernas ligeras (0,5-1 kg) e integra ejercicios más específicos (por ejemplo, para pacientes que necesitan realizar gestos deportivos como el saque de tenis o el lanzamiento de béisbol).

Aspectos clave a considerar en esta fase:

  • Paciencia y progresión adecuada: un error común es precipitar el entrenamiento con sobrecargas.
  • Control de la técnica: hacer los ejercicios con movimientos lentos y conscientes minimiza compensaciones y sobreesfuerzos del tendón.
  • Atención al dolor: si se percibe dolor agudo al hacer un ejercicio, conviene reducir la resistencia o modificar la posición.

3.4. Fase de Retorno a la Funcionalidad Completa

  • Duración aproximada: desde la semana 16 hasta la 24 (o más, según la demanda funcional).
  • Objetivo principal: Reintegrar al paciente a sus actividades laborales, deportivas y cotidianas con el nivel de fuerza, movilidad y propiocepción adecuados.

Para este momento, el dolor residual debería ser mínimo o inexistente, y la amplitud de movimiento cercana al 100% (o al menos al 90% en la mayoría de las direcciones). Los estudios de cohortes y ensayos clínicos subrayan la relevancia de continuar la fisioterapia hasta los 4-6 meses, especialmente en roturas grandes o cuando el paciente practica deportes de alta demanda.

Ejercicios Funcionales

  • Pliometría adaptada: Por ejemplo, pases de balón medicinal contra la pared, ejercicios de rebote o golpes controlados con raqueta o palo de golf.
  • Simulación de gestos deportivos: Nadadores pueden practicar braza suave en piscina, tenistas pueden ensayar un swing o saque con intensidades graduales.
  • Ejercicios globales de la cadena cinética: Movimientos donde participan varias articulaciones, como levantar objetos desde el suelo (modo “sentadilla” para proteger la espalda y el hombro), o empujar/presionar con ambos brazos contra una pared.

Retorno al Deporte y Actividades Exigentes

  • En deportes de contacto: Se puede requerir hasta 6 meses de recuperación completa para tolerar impactos o movimientos explosivos.
  • En deportes de lanzamiento: El “interval throwing program” (programa de lanzamiento progresivo) se emplea de forma escalonada, comenzando con lanzamientos a corta distancia y baja intensidad, incrementando en distancia y velocidad conforme se consolida la fuerza y la resistencia.

En esta fase, la colaboración entre el fisioterapeuta, el preparador físico (si procede) y el cirujano es clave. Las revisiones de control, incluyendo pruebas de imagen, pueden verificar que el tendón no presente signos de sobrecarga. Se insiste en recordar al paciente la importancia de no abandonar de golpe los ejercicios de mantenimiento.



4. Modalidades de Tratamiento y Ejercicios Recomendados

Para consolidar la recuperación tras la cirugía artroscópica del tendón supraespinoso, la comunidad científica propone múltiples modalidades terapéuticas. Su aplicación se adecua a la etapa de la rehabilitación, a las particularidades de cada paciente (edad, estado de salud general, exigencia deportiva, tamaño de la rotura), así como a las preferencias y la experiencia del equipo médico.

4.1. Fisioterapia Manual y Movilizaciones

El rol de la fisioterapia manual no se limita a “masajear” la zona dolorida, sino que abarca un abanico de técnicas específicas:

  • Liberación miofascial: Mediante presiones sostenidas, estiramientos y maniobras específicas, el terapeuta reduce tensiones o adherencias en la cápsula articular y en los tejidos blandos circundantes.
  • Movilizaciones pasivas y pasivo-asistidas: Suelen utilizarse para mantener o mejorar el rango de movimiento en fases tempranas, sin generar estrés excesivo en la sutura.
  • Terapia de puntos gatillo (trigger points): En casos donde exista dolor referido proveniente de contracturas musculares (por ejemplo, en el trapecio superior, elevador de la escápula o romboides), pueden aplicarse técnicas de presión isquémica o punción seca (cuando está indicado y permitido).

La evidencia sugiere que estas modalidades, combinadas con ejercicios activos, mejoran el flujo sanguíneo local, reducen la rigidez capsular y aceleran la recuperación, siempre y cuando se apliquen de forma progresiva y acorde a la fase de la cicatrización.

4.2. Ejercicios Progresivos de Movilidad y Fuerza

Tal y como se ha mencionado en la sección de fases de la rehabilitación, los ejercicios se inician de manera pasiva y evolucionan hacia movimientos activos, activo-asistidos, isométricos y isotónicos con distintas resistencias. Pero conviene resaltar la importancia de la variedad en los ejercicios, manteniendo el interés y la motivación del paciente y estimulando de forma global la musculatura.

  • Ejercicios de “polea alta”: Contribuyen a la flexión y abducción pasiva, útiles especialmente en la fase de movilización temprana.
  • Barras y bastones: Facilitan la autoasistencia en movimientos de flexión, abducción y rotación externa.
  • Bandas elásticas: Permiten una gran versatilidad; pueden trabajarse diferentes grados de resistencia en ejercicios de rotación interna, rotación externa, extensión y abducción, siempre con una progresión gradual.
  • Mancuernas ligeras y aparatos de gimnasio adaptados: En fases más avanzadas, se integran rutinas de fuerza moderada, prestando atención a la ejecución lenta y controlada.

4.3. Hidroterapia (Terapia Acuática)

La hidroterapia brinda un entorno de ingravidez relativa, gracias a la flotabilidad del agua, lo que reduce el estrés sobre el hombro reparado. Estudios recientes han observado que los ejercicios acuáticos facilitan la movilización temprana y promueven la relajación muscular, además de mejorar la propiocepción. Se pueden realizar:

  • Ejercicios de movilidad articular suaves: Flexión y abducción del hombro sumergido, con menor resistencia que en el aire.
  • Caminatas y movimientos circulares en piscina: Que ayudan a mantener la condición física general y la circulación sanguínea.
  • Ejercicios con flotadores o mancuernas acuáticas: En fases más avanzadas, para añadir resistencia progresiva y fortalecer la musculatura del hombro.

4.4. Electroterapia y Otras Técnicas de Apoyo

Aunque no reemplazan el ejercicio terapéutico, técnicas como la electroestimulación neuromuscular (NMES) pueden resultar útiles en pacientes con cierta atrofia muscular o dificultad para activar voluntariamente el músculo supraespinoso o la musculatura deltoidea tras la inmovilización. Aun así, su uso es complementario y debe ser indicado tras una adecuada valoración clínica.

En algunas ocasiones, se recurre a la magnetoterapia o la terapia láser para intentar mejorar la vascularización local o aliviar el dolor. La evidencia no es concluyente en todos los casos, pero puede formar parte de un plan integral siempre que se mantenga el componente activo de la rehabilitación como columna vertebral.

4.5. Ejercicios de Reeducación Postural y Propiocepción

La posición de la escápula, la curvatura de la columna dorsal (cifosis) y la alineación cervical influyen en la biomecánica del hombro. Por ello, incluir ejercicios de reeducación postural y propiocepción es fundamental:

  • Ejercicios de concienciación escapular: Frente a un espejo, el paciente aprende a “colocar” la escápula en retracción y rotación inferior suave, evitando compensaciones como la elevación excesiva del hombro.
  • Actividades con apoyo inestable: Bosu, balones de estabilidad o soportes que obligan a mantener la posición correcta del hombro y el tronco, mejorando el control neuromuscular.
  • Ejercicios con feedback visual o táctil: Por ejemplo, colocando cintas o marcadores en la piel para guiar la posición deseada, o recibiendo retroalimentación directa del fisioterapeuta.

5. Nuevas Tendencias y Protocolos Avanzados en Fisioterapia

La fisioterapia y la rehabilitación han evolucionado notablemente en los últimos años, incorporando técnicas innovadoras que buscan optimizar la recuperación tras la reparación artroscópica del tendón supraespinoso. A continuación se exponen algunas de las tendencias y enfoques más recientes y prometedores:

5.1. Protocolos “Early Versus Delayed Rehabilitation”

Una de las discusiones recurrentes en la literatura se centra en si es mejor iniciar la movilización activa relativamente pronto (fase “early”) o retardarla (fase “delayed”) para proteger el tendón reparado. Los ensayos controlados aleatorizados han obtenido resultados diversos:

  • Ventajas de la movilización temprana (“early rehab”): Menor rigidez articular y un retorno funcional algo más veloz.
  • Desventajas de la movilización temprana: Mayor riesgo de sobrecarga y potencial re-rotura si el paciente o el equipo terapéutico no controlan rigurosamente la intensidad.

Por otro lado, la movilización tardía preserva mejor el tendón reparado de tensiones elevadas en las primeras semanas, reduciendo la probabilidad de falla en la sutura, pero conlleva un riesgo más alto de capsulitis adhesiva y atrofia muscular. En la actualidad, la mayoría de autores recomienda un equilibrio intermedio, con una movilización progresiva y bien dosificada a partir de la 4.ª o 6.ª semana, personalizando según las características de la rotura y la calidad de la sutura.

5.2. Uso de Factores de Crecimiento y Terapias Biológicas

Un campo en auge es el empleo de factores de crecimiento (por ejemplo, PRP: Plasma Rico en Plaquetas) y terapias celulares para favorecer la cicatrización tendinosa. La premisa consiste en inyectar componentes biológicos que estimulen la producción y organización del colágeno en la zona suturada. Si bien algunos estudios muestran mejoras en la disminución del dolor y una recuperación algo más rápida, no existe un consenso absoluto sobre su eficacia a largo plazo.

En cualquier caso, estas terapias biológicas se integran con la rehabilitación tradicional, y no la sustituyen. Los pacientes que reciben PRP, por ejemplo, deben seguir igualmente un protocolo de fisioterapia estructurado, con la misma precaución en las fases de inmovilización y fortalecimiento progresivo.

5.3. Entrenamiento Neuromuscular y Control Motor Avanzado

Cada vez se presta más atención a la reeducación del movimiento y al control motor. Numerosos estudios abogan por un enfoque global, donde no solo se fortalezca el manguito rotador, sino también:

  • La musculatura del core: Un núcleo estable mejora la cinemática del hombro en gestos deportivos y en actividades cotidianas.
  • La alineación cervical y dorsal: Un cuello hiperextendido o una excesiva cifosis dorsal pueden alterar el ritmo escapulohumeral.
  • La sinergia entre grupos musculares: Por ejemplo, entrenar patrones de lanzamiento o golpeo en conjunto, asegurando la participación coordinada de las piernas, la pelvis y el tronco.

Este entrenamiento neuromuscular suele incluir ejercicios en cadena cinética cerrada (ej. apoyos en pared, planchas modificadas) y progresar a cadenas abiertas (ej. ejercicios con pesas, movimientos pliométricos), siempre siguiendo un orden escalonado.

5.4. Rehabilitación Basada en Telerehabilitación y Dispositivos Inteligentes

A raíz de los cambios producidos en la atención sanitaria —especialmente tras la pandemia de COVID-19—, se ha incrementado el uso de la telerehabilitación. Este enfoque permite monitorizar al paciente a distancia, mediante videollamadas o plataformas específicas, enviarle rutinas de ejercicio personalizadas e incluso usar dispositivos inteligentes (wearables) que registran parámetros como el ángulo de movimiento o la actividad muscular.

  • Ventajas: Mayor accesibilidad para pacientes que viven lejos o con dificultades de movilidad, feedback más frecuente, posibilidad de corrección inmediata de la técnica si la plataforma lo permite.
  • Desafíos: Requiere una buena conexión a internet, un dispositivo adecuado y un mínimo conocimiento digital. Además, no sustituye las valoraciones presenciales, en especial en las etapas iniciales.

5.5. Protocolos de Retorno Deportivo Específico

Para deportistas de alto nivel, el periodo de rehabilitación puede personalizarse aún más. Se realizan pruebas isocinéticas para medir la fuerza y la potencia del manguito rotador, valoraciones biomecánicas en laboratorios de movimiento y un retorno gradual a los gestos deportivos reales (por ejemplo, un programa escalonado de lanzamientos para beisbolistas). Algunos equipos de élite cuentan con fisioterapeutas especializados en hombro que trabajan en sintonía con los preparadores físicos para ajustar la carga y prevenir recaídas.

La tendencia actual es el “Return to Play” (Retorno al Juego) basado en criterios objetivos, evaluando la asimetría de fuerza entre el hombro sano y el operado, el rango de movimiento funcional, la estabilidad y la ausencia de dolor al realizar gestos de alta demanda. Estos protocolos pueden extenderse entre 6 y 12 meses para deportistas de lanzamiento o deportes de contacto.


6. Complicaciones Frecuentes y Cómo Prevenirlas

Algunas complicaciones que pueden ocurrir tras la reparación artroscópica del supraespinoso incluyen:

  1. Re-rotura o fallo de la sutura: Suele presentarse si el tendón sufre cargas excesivas de forma temprana. La mejor prevención es respetar los tiempos de inmovilización y progresar gradualmente en los ejercicios.
  2. Rigidez articular o capsulitis adhesiva (hombro congelado): En algunos pacientes, la cicatriz interna se acompaña de inflamación capsular que limita severamente la movilidad del hombro. El diagnóstico precoz y la fisioterapia enfocada en la movilidad pasiva y activa pueden prevenir su progresión.
  3. Dolor crónico y tendinopatías asociadas: Pueden surgir si la biomecánica no se reeduca adecuadamente o si se adopta una postura incorrecta que sobrecarga el tendón ya reparado.
  4. Debilidad o atrofia muscular: Especialmente si no se realiza con constancia la fisioterapia de fortalecimiento. Una rehabilitación incompleta puede dejar al hombro vulnerable a nuevas lesiones.

La experiencia clínica indica que mantener una comunicación fluida entre el cirujano, el fisioterapeuta y el paciente es fundamental para detectar a tiempo cualquier signo de complicación. Asimismo, la adherencia del paciente al programa, la asistencia a las sesiones de rehabilitación y el compromiso con los ejercicios domiciliarios son factores determinantes para lograr una recuperación exitosa.


7. Preguntas Frecuentes de los Pacientes

A continuación, se exponen algunas de las preguntas más habituales que hacen las personas después de someterse a una reparación artroscópica del tendón supraespinoso:

  1. ¿Cuándo podré volver a conducir?
    • Normalmente, se recomienda esperar al menos 6-8 semanas, según el dolor y la movilidad lograda. El paciente debe ser capaz de reaccionar con ambos brazos en el volante sin dolor ni limitaciones.
  2. ¿El uso prolongado del cabestrillo no me va a causar rigidez?
    • Aunque se usa un cabestrillo durante 4-6 semanas, se suelen realizar ejercicios pasivos de movilidad para evitar rigidez articular. Con una progresión adecuada, el riesgo de rigidez es mínimo.
  3. ¿Cuánto tiempo tendré que estar de baja laboral?
    • Dependerá de la naturaleza del trabajo. Oficinas o trabajos ligeros podrían retomarse a las 6-8 semanas, mientras que trabajos manuales o físicamente exigentes podrían requerir hasta 3-4 meses de recuperación.
  4. ¿Puedo hacer deporte durante la rehabilitación?
    • Actividades de bajo impacto, como caminar en llano o pedalear con una bicicleta estática, suelen permitirse desde fases tempranas. Sin embargo, deportes que involucren la articulación del hombro (natación, tenis, baloncesto) se reintroducen gradualmente entre las semanas 16 y 24.
  5. ¿Sentiré dolor al mover el brazo de nuevo?
    • Es normal sentir cierta molestia o tirantez inicial. Sin embargo, el dolor debe ser controlable y no impedir la progresión rehabilitadora. Si el dolor es severo o se mantiene en el tiempo, se debe notificar al especialista.

8. Conclusiones

La reparación artroscópica del tendón supraespinoso representa una solución eficaz para restaurar la función del hombro cuando existe una rotura de magnitud moderada a severa. No obstante, el éxito quirúrgico depende en gran medida de un programa de rehabilitación consistente y prolongado, cuya duración ideal oscila entre 16 y 24 semanas, dependiendo de la complejidad de la lesión y las necesidades funcionales del paciente.

Gracias a los avances científicos de los últimos años, se han diseñado protocolos basados en evidencia que combinan la protección inicial del tendón, la movilización progresiva y el fortalecimiento paulatino de la musculatura del manguito rotador y la cintura escapular. La participación activa del paciente en el proceso, la comunicación fluida con el equipo médico y el seguimiento estricto de las indicaciones son variables que predicen un mejor pronóstico y una vuelta más rápida a la vida cotidiana o deportiva.

Para cualquier persona que se haya sometido o esté valorando la posibilidad de someterse a este tipo de cirugía, resulta esencial comprender que el compromiso con la rehabilitación marcará la diferencia entre una recuperación parcial y una restauración completa de la funcionalidad del hombro. El Dr. Eugenio Díaz, como Traumatólogo Especialista en Granada, ofrece un enfoque multidisciplinar y actualizado, orientado a maximizar los resultados y la satisfacción de sus pacientes.


 

 

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