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Prótesis de Rodilla. Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

 

 

 

La articulación de la rodilla es esencial para la movilidad y calidad de vida de las personas. Está compuesta por huesos (fémur, tibia y rótula), ligamentos, meniscos y músculos que trabajan en conjunto para proporcionar estabilidad y permitir el movimiento. Sin embargo, diversas patologías como la artrosis , la artritis reumatoide, lesiones degenerativas del cartílago o traumatismos repetidos pueden generar un desgaste gradual y, en consecuencia, provocar dolor crónico, inflamación, rigidez articular y limitaciones funcionales.

Cuando el tratamiento conservador —a base de medicación, fisioterapia, modificaciones del estilo de vida y, en algunos casos, inyecciones intraarticulares— deja de ser eficaz, se valora la cirugía de sustitución articular, conocida como artroplastia de rodilla o prótesis de rodilla. Este procedimiento ha evolucionado de manera notable en las últimas décadas, ofreciendo resultados generalmente satisfactorios a millones de pacientes en todo el mundo. Sin embargo, aún existen cuestiones importantes:

  • ¿cuáles son las indicaciones exactas para someterse a una cirugía de prótesis de rodilla?
  • ¿qué beneficios se obtienen realmente?
  • ¿cómo han mejorado las técnicas y los implantes en los últimos años?

En este artículo exploraremos todos estos temas para proporcionar a los pacientes información clara y fiable. Nuestro objetivo es ayudarte a comprender mejor en qué consiste una prótesis de rodilla, cuándo se indica, cuáles son los beneficios reales, los posibles riesgos y complicaciones, así como las innovaciones más recientes que están contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las personas que sufren de dolor crónico de rodilla.

Para organizar este material de manera didáctica, hemos estructurado el artículo en apartados que abarcan desde las causas más frecuentes de la necesidad de prótesis de rodilla hasta el proceso de recuperación y rehabilitación tras la cirugía. Esperamos que, al finalizar esta lectura, dispongas de los conocimientos necesarios para tomar decisiones informadas sobre tu salud y, si es preciso, plantear tus dudas y expectativas a tu especialista en Granada o a cualquier otro profesional de confianza.


Tabla de Contenido

Índice

  1. Causas principales que conducen a la necesidad de una prótesis de rodilla
  2. Síntomas y signos de alarma
  3. Diagnóstico y pruebas complementarias
  4. Opciones de tratamiento conservador
  5. Indicaciones quirúrgicas para la prótesis de rodilla
  6. Tipos de prótesis de rodilla
    • 6.1. Prótesis total de rodilla
    • 6.2. Prótesis unicompartimental
    • 6.3. Prótesis de revisión
  7. Innovaciones recientes en el diseño y la técnica quirúrgica
    • 7.1. Cirugía asistida por ordenador y robótica
    • 7.2. Implantes de alta flexión y materiales avanzados
    • 7.3. Protocolos de recuperación acelerada (fast-track)
  8. Resultados clínicos y calidad de vida según la evidencia científica
  9. Complicaciones potenciales y factores de riesgo
  10. Rehabilitación y cuidados postoperatorios
  11. Preguntas frecuentes de los pacientes
  12. Conclusión

1. Causas principales que conducen a la necesidad de una prótesis de rodillaFibroma No osificante. Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

La rodilla es una de las articulaciones más grandes y complejas del cuerpo humano, responsable de soportar buena parte del peso corporal y de permitir un rango amplio de movimientos. El paso del tiempo, sumado a las actividades cotidianas y a ciertas condiciones de salud, puede provocar un desgaste progresivo en las estructuras articulares. Entre las causas más frecuentes que pueden derivar en la necesidad de una sustitución articular (prótesis de rodilla) destacan:

  • Artrosis (osteoartritis): Es la causa más común. El cartílago articular se va deteriorando, produciendo dolor, inflamación y limitación del movimiento. Diversos estudios señalan que la artrosis avanzada es la principal indicación de la cirugía de rodilla.
  • Artritis reumatoide: Se trata de una enfermedad autoinmune que genera una inflamación crónica en las articulaciones, causando destrucción del cartílago y del hueso con el tiempo. Aunque representa un porcentaje menor respecto a la artrosis, sigue siendo una indicación frecuente.
  • Deformidades congénitas o adquiridas: Problemas de alineación de la rodilla, como genu varo (rodillas arqueadas) o genu valgo (rodillas en X), pueden provocar un desgaste desigual del cartílago, derivando a largo plazo en la necesidad de prótesis.
  • Secuelas de fracturas o traumatismos: Lesiones graves o repetitivas pueden dañar el cartílago y la estructura de la rodilla, acelerando el desgaste articular.
  • Enfermedades metabólicas o sistémicas: Algunas condiciones como la hemofilia, la gota o alteraciones endocrinas pueden favorecer la destrucción articular.

La conjunción de estas causas y la persistencia de los síntomas, pese a las estrategias de manejo conservador, son factores que conducen a valorar la artroplastia total o parcial de rodilla.


2. Síntomas y signos de alarmaTendinitis de la Pata de Ganso Traumatólogo Granada Eugenio

Antes de que un paciente sea candidato a la prótesis de rodilla, es habitual que curse con una serie de síntomas que pueden ir empeorando con el tiempo:

  • Dolor crónico y persistente: Inicialmente puede aparecer tras esfuerzos moderados o intensos (caminar largas distancias, subir y bajar escaleras), pero progresivamente puede hacerse continuo e interferir con el descanso nocturno.
  • Rigidez matutina: Sensación de “estar oxidado” al despertar, que cede parcialmente tras unos minutos de actividad.
  • Inflamación: Hinchazón articular, con aumento de la temperatura local, especialmente tras la actividad física.
  • Bloqueo o chasquidos: Sensación de “falla” o de inestabilidad al caminar.
  • Limitación funcional: Disminución del rango de movilidad, dificultad para arrodillarse, agacharse o incluso para caminar distancias cortas.

Cuando estas molestias se vuelven invalidantes y no mejoran con el tratamiento convencional, se convierte en un signo de alarma que requiere evaluación especializada para valorar intervenciones más definitivas.


3. Diagnóstico y pruebas complementarias

Para determinar si un paciente es candidato a recibir una prótesis de rodilla, el especialista en traumatología y ortopedia utiliza una combinación de métodos diagnósticos:

  1. Historia clínica y exploración física: Se analizan los síntomas, la intensidad del dolor, la localización exacta, las limitaciones funcionales y la alineación de las extremidades.
  2. Radiografías convencionales (RX): Permiten identificar la pérdida del espacio articular, la formación de osteofitos (crecimientos óseos), deformidades angulares y otros signos de degeneración articular.
  3. Resonancia magnética nuclear (RMN): Aunque no siempre es imprescindible, la resonancia proporciona un detalle más completo de las estructuras blandas, meniscos y ligamentos.
  4. Pruebas de laboratorio: En los casos en los que se sospechen enfermedades inflamatorias (artritis reumatoide u otras), se solicitan marcadores específicos (factor reumatoide, anticuerpos antinucleares, etc.). También son útiles para descartar infecciones u otras alteraciones sistémicas.

Además, el médico puede aplicar escalas de valoración del dolor y de la función articular (como el Oxford Knee Score o el Western Ontario and McMaster Universities Osteoarthritis Index – WOMAC), así como valorar la implicación del paciente en su vida cotidiana y sus expectativas sobre la cirugía.


4. Opciones de tratamiento conservador

El tratamiento conservador o no quirúrgico constituye la primera línea de actuación en la mayoría de los casos de gonartrosis (artrosis de rodilla) y otras afecciones degenerativas. Su objetivo es aliviar el dolor, mejorar la función articular y retrasar —en la medida de lo posible— la necesidad de una cirugía de sustitución articular. En esta sección se profundiza en las diferentes modalidades y en los estudios científicos que avalan su efectividad.

4.1. Medicamentos antiinflamatorios y analgésicos

  1. Antiinflamatorios no esteroideos (AINE): Son de uso frecuente en el control de la inflamación y el dolor asociado a la artrosis y otras patologías crónicas de rodilla. Pueden tomarse vía oral o tópica (geles, cremas). Aunque suelen ser eficaces, su uso prolongado puede generar efectos adversos gastrointestinales, renales o cardiovasculares, por lo que se recomienda un seguimiento médico estricto.
  2. Analgesia simple (paracetamol): A menudo se utiliza como tratamiento de base, especialmente en pacientes con problemas gastrointestinales. Proporciona un control básico del dolor, aunque en algunos casos puede resultar insuficiente si la degeneración es avanzada.
  3. Opioides débiles (tramadol): Se prescriben cuando el paciente no responde a los AINE o cuando hay contraindicaciones para su uso. Sin embargo, los opioides requieren vigilancia por su potencial adictivo y sus efectos secundarios (mareo, estreñimiento, somnolencia).

4.2. Fisioterapia y ejercicios de fortalecimiento

La fisioterapia es fundamental en el abordaje conservador. El fortalecimiento del cuádriceps y de los músculos isquiotibiales ayuda a mejorar la estabilidad de la rodilla y a reducir la presión sobre la articulación. Entre las técnicas más habituales destacan:

  1. Ejercicios de bajo impacto: Actividades como la natación, la bicicleta estática o el yoga aportan beneficios articulares y cardiorrespiratorios sin someter a la rodilla a un estrés excesivo.
  2. Terapia manual: Puede incluir masajes, movilizaciones y estiramientos supervisados por un fisioterapeuta.
  3. Ejercicios proprioceptivos: Sirven para mejorar el equilibrio y la coordinación, disminuyendo el riesgo de caídas y de lesiones.

La evidencia sugiere que combinar fisioterapia con un programa de ejercicios personalizado puede retrasar de manera notable la progresión de la enfermedad y, en ciertos casos, postergar la necesidad de cirugía.

4.3. Cambios en el estilo de vida: la importancia del peso y la actividad física adaptada

  • Reducción de peso: Numerosos estudios han demostrado una correlación significativa entre obesidad y gonartrosis. Una disminución de tan solo un 5-10% del peso corporal puede generar mejoras palpables en la sintomatología y reducir la carga sobre la rodilla.
  • Actividad física regular y adaptada: Evitar el sedentarismo es esencial. Aunque resulte paradójico, el ejercicio dosificado y adaptado al estado de la rodilla favorece la salud articular, reduce la inflamación y mejora la fuerza muscular.
  • Modificaciones ergonómicas: Ajustar la altura de las sillas, usar calzado cómodo y con buena amortiguación, disponer de reposabrazos en el retrete o barras de agarre en la ducha… todos estos cambios sencillos en el hogar pueden ser cruciales para prevenir caídas y mejorar la calidad de vida.

4.4. Infiltraciones intraarticulares

  1. Corticoesteroides: Suelen emplearse en casos de exacerbaciones agudas de dolor inflamatorio. El alivio es habitualmente inmediato, pero con efecto temporal. Un uso repetido y excesivo puede deteriorar el cartílago y debilitar los tejidos periarticulares.
  2. Ácido hialurónico (viscosuplementación): Actúa como un lubricante articular. Su eficacia suele verse en etapas iniciales o intermedias de la artrosis. Los resultados varían según la respuesta individual y el producto utilizado.
  3. PRP (Plasma Rico en Plaquetas): Aunque se ha propuesto como una terapia prometedora por sus posibles propiedades regenerativas, la evidencia sigue siendo heterogénea. Diversos artículos muestran que el PRP no solo puede aliviar el dolor, sino que también puede mejorar la función articular. Un ensayo clínico publicado en el Journal of Arthroscopy and Joint Surgery en 2020 mostró que pacientes con artrosis temprana tratados con PRP mostraron mejoras significativas en comparación con aquellos que recibieron ácido hialurónico. Además, el PRP puede ser una alternativa viable para retrasar o evitar cirugías más invasivas, como las artroplastias.  Es aconsejable evaluar cada caso de forma individual.

4.5. Soportes externos y fisioterapia avanzada

  • Ortesis y rodilleras: Pueden ayudar a estabilizar la articulación y descargar el compartimento más afectado. Existen rodilleras unicompartimentales específicas para genu varo o genu valgo.
  • Terapias complementarias: Modalidades como la electroterapia (TENS), la magnetoterapia o la termoterapia pueden contribuir al alivio del dolor de forma temporal.
  • Terapia acuática: El ejercicio en piscina climatizada permite trabajar la fuerza y la flexibilidad con menor impacto sobre la rodilla.

Conclusión del apartado: El manejo conservador es polifacético e incluye medicamentos, fisioterapia, cambios en el estilo de vida e infiltraciones, entre otras estrategias. Cuando estas alternativas dejan de ser eficaces para el control del dolor y la mejora funcional, se considerará la cirugía de prótesis de rodilla.


5. Indicaciones quirúrgicas para la prótesis de rodilla

El paso a la intervención quirúrgica no es inmediato: se basa en la combinación de factores clínicos, funcionales y radiológicos, así como en las expectativas y calidad de vida del paciente. A continuación, se detallan los criterios habituales que los cirujanos y reumatólogos tienen en cuenta:

5.1. Dolor persistente y limitante

La indicación más clara de una prótesis de rodilla es la persistencia de dolor severo que no cede con el tratamiento conservador. Este dolor debe ser lo suficientemente incapacitante como para dificultar actividades esenciales de la vida diaria: caminar, subir y bajar escaleras o incluso mantener el reposo nocturno.

Estudios clínicos recientes demuestran que, en pacientes con artrosis avanzada, la artroplastia de rodilla aporta un alivio significativo del dolor y una mejora notable en la funcionalidad cuando los tratamientos no quirúrgicos se muestran ineficaces.

5.2. Deterioro de la calidad de vida y función articular

Además del dolor, la imposibilidad de mantener una vida independiente y activa es un factor determinante. Muchos pacientes llegan a la consulta refiriendo que no pueden pasear, hacer la compra, cuidar de sus nietos o llevar a cabo actividades cotidianas. La elección de la cirugía se justifica cuando se evidencia que la artrosis u otra patología de la rodilla compromete de forma grave la calidad de vida y la autonomía del paciente.

5.3. Evidencia radiológica de daño articular avanzado

Las radiografías y, en ocasiones, la resonancia magnética deben mostrar un desgaste extenso del cartílago, deformidades angulares marcadas (genu varo o valgo) o pinzamientos articulares significativos. En los casos de artrosis en grado III o IV (escala de Kellgren y Lawrence), la cartilaginización se ve prácticamente inexistente, y el hueso subcondral sufre cambios que agravan la sintomatología.

5.4. Fracaso de tratamientos previos

La artroplastia de rodilla se considera la última opción terapéutica dentro de un escalón progresivo que inicia en lo conservador (fármacos, fisioterapia, infiltraciones, pérdida de peso). Cuando estos tratamientos, aplicados de manera adecuada durante un tiempo suficiente, no logran una mejoría clínicamente relevante, se valora la cirugía.

5.5. Factores individuales y expectativas del paciente

El cirujano y el paciente deben dialogar abiertamente sobre las expectativas reales de la prótesis: nivel de actividad tras la cirugía, riesgos asociados, posible necesidad de un período prolongado de recuperación, etc. Si se establece un objetivo claro y la persona está motivada, el pronóstico global suele mejorar. Por el contrario, unas expectativas irreales (por ejemplo, practicar deportes de alto impacto sin restricciones) pueden conducir a la insatisfacción postoperatoria.

Conclusión: La indicación quirúrgica de una prótesis de rodilla surge de la confluencia de factores clínicos, radiológicos y personales. Una selección adecuada de los pacientes, junto con la correcta valoración de las expectativas, es esencial para lograr resultados exitosos.


6. Tipos de prótesis de rodilla

La elección de la prótesis idónea depende de la gravedad del desgaste, de los compartimentos afectados y de las características anatómicas y clínicas del paciente. A continuación, se profundiza en las tres categorías principales y en situaciones clínicas específicas que determinan la elección de un tipo u otro.

6.1. Prótesis total de rodilla (PTR)

La prótesis total de rodilla, también conocida como artroplastia total, consiste en el reemplazo de todas las superficies articulares (fémur, tibia y, a veces, la rótula) por componentes metálicos y un inserto de polietileno que hace de superficie de fricción.

  1. Indicaciones

    • Artrosis avanzada que afecta a dos o tres compartimentos (medial, lateral y/o femoropatelar).
    • Artritis reumatoide con daño extenso.
    • Deformidades severas (genu varo o valgo marcados) que comprometan la estabilidad global de la rodilla.
  2. Ventajas

    • Alivio significativo del dolor.
    • Corrección de deformidades.
    • Restablecimiento de la alineación articular.
    • Mejora notable en la calidad de vida.
  3. Inconvenientes o consideraciones

    • Recuperación inicial más prolongada en comparación con las prótesis parciales.
    • Pérdida de mayor cantidad de hueso, dado que se reseca toda la superficie femorotibial.
    • Aunque los diseños modernos permiten rangos de flexión elevados, algunos pacientes podrían sentir diferencias respecto a su rodilla natural.

6.2. Prótesis unicompartimental

La prótesis unicompartimental, también denominada prótesis parcial, se implanta cuando solo un compartimento de la rodilla (habitualmente el medial) está dañado. En estas cirugías, se conserva el cartílago intacto y los ligamentos cruzados cuando no presentan lesiones.

  1. Indicaciones

    • Pacientes con artrosis localizada en un único compartimento (medial o lateral) de la rodilla.
    • Buena estabilidad ligamentaria, especialmente del ligamento cruzado anterior (LCA).
    • Deformidades no demasiado pronunciadas.
  2. Beneficios

    • Cirugía menos invasiva, con menor resección ósea.
    • Recuperación postoperatoria más rápida.
    • Mayor sensación de “rodilla natural” tras la intervención, ya que se conservan estructuras anatómicas importantes.
  3. Limitaciones

    • No apta para pacientes con artrosis en más de un compartimento.
    • Si la enfermedad avanza al resto de la rodilla, podría requerirse una futura conversión a prótesis total.

Perspectiva según la evidencia: Estudios recientes refuerzan la idea de que, en pacientes cuidadosamente seleccionados, la prótesis unicompartimental ofrece resultados funcionales excelentes y un posoperatorio más llevadero.

6.3. Prótesis de revisión

La prótesis de revisión se emplea en casos en los que una prótesis primaria falla por distintos motivos: aflojamiento, infección, fractura periprotésica u otras complicaciones. Estas prótesis presentan características específicas:

  1. Estructura reforzada: Los componentes son más grandes y suelen incluir vástagos largos que penetran en el canal femoral o tibial para proporcionar una fijación sólida.
  2. Objetivos: Corregir la pérdida ósea y restablecer la estabilidad articular, a menudo más comprometida que en una primera cirugía.
  3. Desafíos: Mayor complejidad técnica, requerimiento de injertos óseos o refuerzos metálicos (tacos o cuñas) y riesgo incrementado de complicaciones.

Conclusión: La elección entre prótesis total, unicompartimental o de revisión depende de la localización y extensión del desgaste, el estado de los ligamentos y la salud global del paciente. Un análisis exhaustivo de la rodilla mediante técnicas de imagen, unido al criterio experto del cirujano, garantiza la selección del tipo de prótesis más adecuado.


7. Innovaciones recientes en el diseño y la técnica quirúrgica

La tecnología aplicada a la cirugía ortopédica ha experimentado un crecimiento exponencial en las últimas décadas. Tanto la planificación preoperatoria como la ejecución de la cirugía se han visto beneficiadas por avances en robótica, navegación por ordenador y nuevos materiales, lo que ha propiciado una mejora en la precisión quirúrgica y en los resultados a largo plazo.

7.1. Cirugía asistida por ordenador y robótica

  1. Navegación quirúrgica por ordenador:

    • Consiste en el uso de sensores, cámaras infrarrojas y software específico que guían al cirujano para realizar cortes óseos con precisión milimétrica.
    • Permite una alineación óptima de los componentes protésicos, lo que disminuye el riesgo de aflojamiento y desgaste prematuro.
    • Mejora la reproducibilidad de los resultados, factor clave en cirugías de alto volumen como la artroplastia de rodilla.
  2. Robótica aplicada a la artroplastia:

    • El robot (por ejemplo, sistemas como MAKO o ROSA) ayuda al cirujano durante la resección ósea y la colocación de los componentes.
    • El profesional define los límites de resección y el robot se encarga de ejecutarlos con elevada exactitud, evitando errores derivados del pulso o la fatiga humana.
    • Estudios recientes sugieren que la robótica reduce la variabilidad interoperatoria y puede incrementar la satisfacción del paciente a largo plazo.
  3. Planificación 3D y cirugía personalizada:

    • Se generan modelos tridimensionales de la rodilla del paciente a partir de pruebas de imagen (TAC, RMN).
    • Los componentes protésicos se adaptan a la anatomía individual, lo que a su vez optimiza la distribución de cargas y puede prolongar la vida útil del implante.

7.2. Implantes de alta flexión y materiales avanzados

  1. Implantes de alta flexión:

    • Diseñados para permitir un mayor rango de movimiento (más de 120º de flexión).
    • Importantes en culturas donde arrodillarse o adoptar posiciones de cuclillas forma parte de la vida diaria.
    • Precisan un equilibrio muy cuidadoso de los tejidos blandos para evitar inestabilidad o desgaste precoz.
  2. Materiales más resistentes al desgaste:

    • Polietileno altamente reticulado: Reduce la tasa de liberación de partículas de desgaste, uno de los factores que desencadena el aflojamiento aséptico.
    • Recubrimientos cerámicos o titanio poroso: Mejoran la osteointegración y prolongan la fijación biológica, disminuyendo la necesidad de cementación en algunos casos.
    • Técnicas de recubrimiento con hidroxiapatita: Favorecen la adherencia del hueso al implante.

7.3. Protocolos de recuperación acelerada (fast-track)

La mejora de los resultados no solo depende del acto quirúrgico en sí, sino también de la estrategia de recuperación postoperatoria. Los programas fast-track o de rehabilitación acelerada engloban:

  1. Anestesia multimodal: Combina anestesia local, regional y sistémica para reducir el dolor postoperatorio y permitir una movilización temprana.
  2. Cirugía mínimamente invasiva: Uso de incisiones más pequeñas, disección cuidadosa de los tejidos y reducción de la pérdida sanguínea.
  3. Movilización y fisioterapia tempranas:
    • El objetivo es que el paciente se levante y camine con ayuda en las primeras 24 horas tras la cirugía.
    • Se acelera la recuperación muscular y se reduce el riesgo de trombosis venosa profunda.
  4. Alta hospitalaria precoz: En muchos casos, se logra una estancia hospitalaria de 1-2 días si no surgen complicaciones.
  5. Educación y participación activa del paciente: El paciente se convierte en el protagonista de su recuperación, entendiendo la importancia de los ejercicios, la crioterapia y el seguimiento postoperatorio estricto.

Impacto en los resultados: La combinación de avances en la técnica quirúrgica y la aplicación de programas de rehabilitación optimizados reduce la tasa de complicaciones y favorece una recuperación funcional más rápida, con mayor autonomía para el paciente.


8. Resultados clínicos y calidad de vida según la evidencia científica

El éxito de la prótesis de rodilla se mide, en última instancia, en términos de mejoría del dolor, recuperación funcional y satisfacción del paciente. A continuación, se presenta un análisis detallado de los hallazgos científicos más relevantes de los últimos años.

8.1. Alivio del dolor y función articular

Reducción del dolor:

  • Múltiples ensayos clínicos y estudios de cohorte confirman que entre el 80 y el 90% de los pacientes experimentan una reducción significativa del dolor tras la cirugía. Este alivio puede prolongarse durante 15-20 años, siempre que no surjan complicaciones.
  • Los pacientes manifiestan mejoras evidentes desde las primeras semanas, aunque la evolución completa y la consolidación de la recuperación pueden tomar hasta 6-12 meses, dependiendo de factores individuales como la edad, la masa muscular y la adhesión a la rehabilitación.

Mejora de la función y rango de movimiento:

  • La función articular (en términos de capacidad para caminar, subir escaleras o adoptar ciertas posturas) se ve reforzada de manera notable en un alto porcentaje de casos (Price AJ, 2018).
  • La ganancia en la movilidad puede ser más o menos marcada según el tipo de implante (unicompartimental vs total) y la calidad de la rehabilitación postoperatoria.

8.2. Satisfacción del paciente y expectativas

Pese a la alta tasa de éxito, se estima que entre un 10 y un 20% de los pacientes pueden no quedar plenamente satisfechos. Las razones incluyen:

  1. Expectativas excesivamente elevadas: Por ejemplo, pretender retomar deportes de alto impacto o actividades de gran demanda física.
  2. Dolor residual de origen extraarticular: Problemas en la espalda, cadera o tejido blando que no se resuelven con la artroplastia.
  3. Ansiedad y factores psicológicos: Aspectos como la depresión o la ansiedad pueden mermar la percepción de mejoría, aun cuando exista una buena corrección mecánica y anatómica.
  4. Técnica quirúrgica o problemas de alineación: Una colocación subóptima de los componentes puede ocasionar molestias persistentes o inestabilidad.

8.3. Longevidad de la prótesis y tasa de revisiones

Supervivencia del implante:

  • La literatura indica que entre el 80 y el 90% de las prótesis totales de rodilla continúan funcionando a los 15-20 años de la cirugía.
  • Factores como la obesidad, la actividad física intensa, las enfermedades reumáticas sistémicas o la existencia de infecciones postoperatorias pueden reducir esta supervivencia.

Revisiones y complicaciones tardías:

  • El aflojamiento aséptico, la infección tardía y el desgaste del polietileno siguen siendo las principales causas de revisión.

8.4. Impacto psicológico y calidad de vida

La mejora del dolor repercute favorablemente en el estado de ánimo, las relaciones sociales y la autoestima del paciente, aspectos fundamentales de la calidad de vida. Numerosos estudios  recalcan la importancia de la preparación psicológica y la educación del paciente como factores determinantes para lograr resultados positivos.

Conclusión: La artroplastia de rodilla es un procedimiento altamente efectivo en la mayoría de los casos, proporcionando alivio del dolor, mejoras funcionales sustanciales y un incremento general de la calidad de vida. No obstante, la satisfacción global depende de la adecuación de las expectativas, de la meticulosidad de la técnica quirúrgica y de la adhesión del paciente al plan de rehabilitación.


9. Complicaciones potenciales y factores de riesgo

Toda cirugía conlleva riesgos y la prótesis de rodilla no es una excepción. Algunas de las complicaciones potenciales incluyen:

  1. Infección profunda o superficial: Aunque la tasa de infección es baja (1-2% de los casos), puede requerir tratamiento prolongado e incluso la retirada de la prótesis en los casos más graves.
  2. Trombosis venosa profunda (TVP) y embolia pulmonar (EP): La inmovilización temporal y los factores de riesgo individuales pueden predisponer a la formación de coágulos. Se emplean medidas profilácticas para minimizar este riesgo (fármacos anticoagulantes, medias de compresión, movilización temprana, etc.).
  3. Aflojamiento aséptico o por microaflojamiento: Con el paso del tiempo, el implante puede aflojarse, lo que provoca dolor e inestabilidad. Estudios recientes indican que una alineación defectuosa puede aumentar el riesgo de aflojamiento prematuro.
  4. Rigidez postoperatoria: Si la rehabilitación no se realiza adecuadamente, puede haber formación de adherencias que limiten el rango de movimiento.
  5. Factores de riesgo asociados: Obesidad, tabaquismo, enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, trastornos reumáticos), edad avanzada y mal estado de la musculatura periarticular.

Es vital que el equipo médico identifique y controle estos factores de riesgo antes y después de la cirugía para disminuir la aparición de complicaciones.


10. Rehabilitación y cuidados postoperatorios

La recuperación óptima tras la implantación de una prótesis de rodilla depende en gran medida de la rehabilitación y los cuidados posteriores. Los pilares básicos de la rehabilitación incluyen:

  • Movilización temprana: En las primeras 24-48 horas, el paciente suele ser alentado a levantarse y caminar con la ayuda de un andador o muletas.
  • Ejercicios de fortalecimiento muscular: Se trabajan especialmente el cuádriceps y los isquiotibiales, que son clave para la estabilidad de la rodilla.
  • Fisioterapia continua: Incluye ejercicios de rango de movimiento, estiramientos y uso de aparatos que ayudan a mantener la movilidad (bicicleta estática, por ejemplo).
  • Control del dolor y la inflamación: Con medicación adecuada, frío local y pautas específicas según indique el especialista.
  • Seguimiento médico regular: Permite valorar la evolución de la cirugía, la estabilidad del implante y la recuperación funcional.

En general, la mayoría de los pacientes experimentan una recuperación inicial significativa en las primeras 6-12 semanas, si bien la recuperación total puede prolongarse varios meses.


11. Preguntas frecuentes de los pacientes

En la consulta de traumatología, suelen repetirse ciertas preguntas acerca de la prótesis de rodilla. Algunas de las más habituales son:

  1. ¿Cuánto dura una prótesis de rodilla?
    La durabilidad depende de múltiples factores (peso del paciente, nivel de actividad, técnica quirúrgica, tipo de prótesis), pero, en términos generales, más del 80-90% de las prótesis siguen funcionando bien a los 15-20 años.

  2. ¿Podré hacer deporte después de la cirugía?
    Actividades de bajo impacto (caminar, nadar, ciclismo, golf) están recomendadas y suelen mejorar la función articular. Sin embargo, los deportes de alto impacto o con giros bruscos deben evitarse (fútbol, baloncesto, running intensivo).

  3. ¿Cuándo podré volver a conducir?
    Depende de la pierna operada y la evolución individual, pero suele recomendarse un periodo de 4-6 semanas hasta retomar la conducción.

  4. ¿Sentiré la rodilla como si fuera natural?
    Aunque las prótesis actuales ofrecen una funcionalidad muy cercana a la rodilla natural, es posible que el paciente note cierta sensación diferente o rigidez ante determinados movimientos.

  5. ¿Qué pasa si tengo sobrepeso?
    Bajar de peso antes de la cirugía contribuye a reducir la carga sobre la rodilla y disminuir complicaciones postoperatorias. En cualquier caso, se valora cada caso de forma individualizada.


12. Conclusión

La cirugía de prótesis de rodilla se ha consolidado como una alternativa eficaz y segura para tratar el dolor y la discapacidad ocasionados por la artrosis y otras patologías de la articulación. Gracias a los avances técnicos, el perfeccionamiento de los materiales y la implementación de protocolos de rehabilitación acelerada, cada vez más pacientes logran recuperarse en menos tiempo y disfrutar de una mayor calidad de vida.

Sin embargo, es crucial una evaluación individualizada y un diagnóstico certero que incluyan tanto factores clínicos como radiológicos, además de expectativas realistas por parte del paciente. La comunicación fluida entre el paciente y el especialista es esencial para resolver dudas, minimizar riesgos y asegurar el éxito de la intervención.

Si consideras que puedes ser candidato a una prótesis de rodilla o simplemente necesitas más información sobre este procedimiento, te recomendamos ponerte en manos de un profesional con amplia experiencia como el Dr. Eugenio Díaz, especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica en Granada, quien podrá guiarte de forma personalizada para que puedas retomar tus actividades cotidianas con la mayor seguridad y confianza.


 

 

 

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