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Rizartrosis Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

 

 

La rizartrosis, también conocida como Artrosis de la articulación trapeciometacarpiana o carpometacarpiana (CMC) del pulgar, constituye una de las afecciones más comunes de la mano, especialmente en personas de mediana y avanzada edad. El término “rizartrosis” procede del griego rhiza (raíz) y hace referencia precisamente a la base del pulgar, donde se localiza la articulación con el hueso trapecio. Esta condición genera dolor, inflamación y limitación funcional, lo que puede afectar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen.

En los últimos años, las investigaciones científicas han avanzado de forma notable en la comprensión de los factores biomecánicos, moleculares y epidemiológicos que influyen en la progresión de la rizartrosis. Además, han surgido nuevas técnicas de diagnóstico por imagen, terapias biológicas y procedimientos quirúrgicos menos invasivos. Este artículo busca brindar una visión integral de la rizartrosis y recopilar información actualizada y relevante para que los pacientes (y profesionales de la salud que consulten este texto) comprendan mejor la enfermedad, conozcan las opciones terapéuticas y tomen decisiones informadas en conjunto con sus médicos.

Si sufres de dolor en la base del pulgar, rigidez articular o dificultad para realizar tareas cotidianas como girar una llave, abrir frascos o sostener objetos, te invitamos a seguir leyendo este artículo. Encontrarás respuestas a muchas de tus preguntas y, sobre todo, obtendrás una visión optimista de las numerosas soluciones actuales.


Tabla de Contenido

Índice de Contenidos

  1. Definición de la Rizartrosis
  2. Epidemiología y Factores de Riesgo
  3. Anatomía del Pulgar y Biomecánica Articular
  4. Causas y Mecanismos de Degeneración Articular
  5. Síntomas y Manifestaciones Clínicas
  6. Diagnóstico
    6.1. Evaluación Clínica
    6.2. Pruebas de Imagen
    6.3. Otros Métodos de Diagnóstico
  7. Opciones de Tratamiento No Quirúrgico
    7.1. Fármacos Analgésicos y Antiinflamatorios
    7.2. Inyecciones Intraarticulares (Esteroides, Ácido Hialurónico, PRP, Células Madre)
    7.3. Fisioterapia y Terapia Ocupacional
    7.4. Órtesis y Vendajes Funcionales
    7.5. Cambios en el Estilo de Vida y Recomendaciones Generales
  8. Tratamiento Quirúrgico
    8.1. Artroplastia (Total, Hemiartroplastia, Implantes)
    8.2. Ligament Reconstruction and Tendon Interposition (LRTI)
    8.3. Artrodesis del Pulgar
    8.4. Cirugía Artroscópica
    8.5. Innovaciones Quirúrgicas Recientes
  9. Rehabilitación Postquirúrgica
  10. Prevención y Consejos Prácticos
  11. Preguntas Frecuentes de los Pacientes
  12. Nuevas Perspectivas y Avances en Investigación
  13. Conclusión

1. Definición de la Rizartrosis

La rizartrosis es la osteoartritis que afecta la base del pulgar, concretamente la articulación entre el primer metacarpiano y el hueso trapecio. Esta región soporta fuerzas mecánicas considerables, ya que el pulgar es fundamental para la pinza y la prensión. El desgaste del cartílago en esta zona conduce a la degeneración articular, el desarrollo de osteofitos (pequeñas prominencias óseas) y a la inflamación crónica.

El rasgo más distintivo de la rizartrosis es el dolor al realizar movimientos de pinza o prensión, lo que limita la funcionalidad de la mano y genera gran impacto en las actividades diarias, desde peinarse hasta escribir en un teclado o usar el teléfono móvil.


2. Epidemiología y Factores de Riesgo

Según varios estudios epidemiológicos, la rizartrosis es más frecuente en mujeres mayores de 50 años, aunque también puede presentarse en hombres y en edades más tempranas, sobre todo si hay predisposición genética o factores ocupacionales.

  • Sexo y edad: Se estima que alrededor de un 25-30% de las mujeres de más de 55 años presenta signos radiográficos de rizartrosis.
  • Predisposición genética: La presencia de antecedentes familiares de osteoartritis en las manos aumenta el riesgo de padecer rizartrosis.
  • Factores hormonales: Algunas investigaciones señalan un posible rol de los estrógenos.
  • Sobrecarga mecánica y ocupacional: Personas que realizan trabajos manuales repetitivos o que requieren grandes esfuerzos en la base del pulgar pueden tener un mayor riesgo de desarrollar rizartrosis.
  • Obesidad: Aunque la obesidad se asocia más frecuentemente con la osteoartritis de rodilla y cadera, varios estudios sugieren que también influye en el desarrollo o la progresión de la rizartrosis, posiblemente a través de mecanismos inflamatorios sistémicos.

3. Anatomía del Pulgar y Biomecánica Articular

El complejo articular del pulgar incluye varias articulaciones, pero la trapeciometacarpiana es la principal implicada en la rizartrosis. El primer metacarpiano se articula con el trapecio, conformando una articulación en silla de montar que permite movimientos de flexión, extensión, abducción, aducción y oposición del pulgar.

La estabilidad de esta articulación depende de ligamentos específicos (como el ligamento oblicuo anterior) y de la congruencia articular. Con el paso del tiempo o debido a la sobrecarga, el cartílago se desgasta y pueden aparecer fisuras y lesiones que desencadenan la respuesta inflamatoria.


4. Causas y Mecanismos de Degeneración Articular

La rizartrosis se considera un proceso multifactorial. Entre los principales mecanismos destacan:

  • Estrés mecánico crónico: La presión constante sobre la base del pulgar contribuye a la degradación del cartílago articular.
  • Cambios bioquímicos: Alteraciones en la producción de proteoglicanos y colágeno en el cartílago pueden acelerar el proceso degenerativo.
  • Inflamación sinovial: La sinovitis y la liberación de mediadores inflamatorios (citocinas) pueden perpetuar el daño tisular.
  • Factores genéticos: Polimorfismos en genes relacionados con la remodelación ósea y el metabolismo del cartílago.

5. Síntomas y Manifestaciones Clínicas

Los síntomas más frecuentes incluyen:

  • Dolor en la base del pulgar: Empeora con movimientos de pinza (abrir frascos, girar llaves).
  • Pérdida de fuerza: Dificultad para sujetar objetos con firmeza.
  • Rigidez matutina: Sensación de rigidez que mejora con la actividad, aunque puede empeorar nuevamente tras esfuerzos prolongados.
  • Deformidades: Aparición de protuberancias óseas (osteofitos) y, en casos avanzados, la típica deformidad en “Z” del pulgar.
  • Crepitación: Sensación de roce o chasquido al mover la articulación.

6. Diagnóstico

6.1. Evaluación Clínica

El diagnóstico inicial se basa en la historia clínica y la exploración física. El especialista valora la presencia de dolor localizado en la articulación CMC, así como limitaciones en la amplitud de movimiento y signos inflamatorios.

6.2. Pruebas de Imagen

  • Radiografía simple: Suele mostrar la disminución del espacio articular, la presencia de osteofitos y cambios en la posición del metacarpiano.
  • Ecografía: Resulta útil para valorar el estado de los ligamentos y la presencia de sinovitis.
  • Resonancia Magnética (RM): Permite detectar lesiones de cartílago en estadios tempranos y confirmar la existencia de inflamación sinovial.
  • Artroscopia: Aunque mínimamente invasiva, se utiliza más con fines terapéuticos que diagnósticos.

6.3. Otros Métodos de Diagnóstico

Incluyen pruebas de laboratorio (para descartar otras patologías reumáticas) y escalas de dolor o funcionales para cuantificar la severidad de la afección.


7. Opciones de Tratamiento No Quirúrgico

El tratamiento no quirúrgico de la rizartrosis o artrosis de la base del pulgar (articulación trapeciometacarpiana) se basa en diferentes estrategias que buscan aliviar el dolor, reducir la inflamación y mejorar la función articular sin recurrir a procedimientos invasivos. Aunque cada paciente responde de manera particular a las distintas terapias, se considera que una combinación de métodos (fármacos, fisioterapia, inmovilizaciones selectivas, cambios en la actividad diaria, etc.) suele ofrecer mejores resultados que el uso de una sola modalidad de tratamiento.

7.1. Fármacos Analgésicos y Antiinflamatorios

  1. Analgésicos de uso común (paracetamol)

    • Mecanismo de acción: El paracetamol actúa principalmente a nivel del sistema nervioso central, reduciendo la percepción del dolor.
    • Indicaciones: Se recomienda para el dolor leve o moderado de la rizartrosis, especialmente en pacientes que no toleran bien los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) o que presentan contraindicación para ellos (por ejemplo, historial de úlceras gastrointestinales).
    • Consideraciones y efectos secundarios: El paracetamol se considera seguro a dosis recomendadas (generalmente hasta 3-4 gramos al día en adultos sanos), aunque es crucial vigilar la función hepática y respetar los límites de consumo, ya que el exceso puede causar daño hepático.
  2. Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs)

    • Mecanismo de acción: Los AINEs reducen la síntesis de prostaglandinas (sustancias mediadoras de la inflamación) al inhibir las enzimas ciclooxigenasas (COX-1 y COX-2).
    • Evidencia en rizartrosis: Numerosos estudios confirman la eficacia de los AINEs en la disminución del dolor y la inflamación a corto plazo. Son útiles cuando el paciente experimenta episodios agudos de dolor intenso.
    • Consideraciones y efectos secundarios: Deben emplearse con precaución en pacientes con patología gástrica, úlceras pépticas, hipertensión arterial, enfermedad renal o riesgo cardiovascular elevado. Es frecuente recomendar protectores gástricos (como los inhibidores de la bomba de protones) si se utilizan a mediano o largo plazo.
    • AINEs tópicos: Para algunos pacientes con rizartrosis moderada, la aplicación de geles o cremas antiinflamatorias tópicas puede aliviar el dolor local sin los efectos sistémicos de la administración oral.

7.2. Inyecciones Intraarticulares

Las infiltraciones o inyecciones intraarticulares son una alternativa muy utilizada para el manejo conservador de la rizartrosis, puesto que permiten la administración de fármacos directamente en la articulación afectada. Existen varios tipos de inyecciones:

  1. Corticosteroides (corticoides)

    • Mecanismo de acción: Los corticoides reducen la inflamación al inhibir la producción de mediadores proinflamatorios.
    • Efectividad: Suelen proporcionar un alivio del dolor relativamente rápido (días o pocas semanas) y pueden mejorar la función de manera significativa a corto plazo.
    • Duración del efecto: Varía según el paciente, pero por lo general el alivio oscila entre 2 y 8 semanas. Algunas personas pueden requerir repeticiones, limitadas por el riesgo de degradación adicional del cartílago si se abusa de la terapia.
    • Consideraciones y efectos secundarios: Un uso excesivo puede acelerar el daño articular y causar efectos adversos sistémicos (hiperglucemia, retención de líquidos, etc.) si las infiltraciones son muy frecuentes o en dosis elevadas.
  2. Ácido hialurónico

    • Mecanismo de acción: Conocido también como viscosuplementación, el ácido hialurónico ayuda a mejorar la lubricación y la viscoelasticidad del espacio articular, favoreciendo la biomecánica del cartílago.
    • Evidencia clínica: Algunos estudios muestran mejoras subjetivas en el dolor y la función, especialmente en estadios tempranos de la enfermedad, mientras que otros reportan resultados más discretos. Esta variabilidad puede depender de la calidad del producto y de la técnica de inyección.
    • Ventajas: Mayor duración de alivio que los corticoides en ciertos pacientes, con menor riesgo de efectos adversos sistémicos.
  3. Plasma Rico en Plaquetas (PRP)

    • Fundamentos biológicos: El PRP se obtiene a partir de la sangre del propio paciente, que es centrifugada para concentrar las plaquetas y factores de crecimiento (TGF-β, PDGF, VEGF, etc.). Estos factores estimulan la reparación tisular y reducen la inflamación articular.
    • Indicaciones y evidencia: Estudios actuales señalan una mejoría del dolor y la función articular en la rizartrosis tras varias infiltraciones de PRP. Sin embargo, la evidencia aún es heterogénea y muchos ensayos siguen en curso.
    • Ventajas: Riesgo mínimo de reacciones inmunológicas, ya que se emplea un producto autólogo (del propio paciente).
    • Limitaciones: Es un procedimiento que depende de la calidad del equipo y la técnica de preparación. Además, suele implicar un coste mayor que la infiltración convencional de corticoides o ácido hialurónico.
  4. Células Madre

    • Base teórica: Se utilizan células madre mesenquimales (generalmente obtenidas de la médula ósea o del tejido adiposo) con el objetivo de favorecer la regeneración del cartílago dañado y reducir la inflamación crónica.
    • Situación actual: Aunque los resultados preliminares son prometedores, se requieren ensayos clínicos de mayor tamaño y control para confirmar su seguridad y eficacia a largo plazo.
    • Desafíos: El coste del tratamiento y la falta de estandarización en los protocolos de extracción, procesamiento y aplicación han limitado su disponibilidad clínica.

7.3. Fisioterapia y Terapia Ocupacional

La fisioterapia y la terapia ocupacional son pilares fundamentales del tratamiento no quirúrgico de la rizartrosis. A continuación, se describen con más detalle los componentes principales:

  1. Ejercicios de movilidad y fortalecimiento

    • Objetivos: Mantener y mejorar la amplitud de movimiento, prevenir la rigidez y fortalecer la musculatura que da soporte a la articulación del pulgar.
    • Tipos de ejercicios:
      • Movilizaciones pasivas y activas (flexión-extensión, abducción-aducción, oposición del pulgar).
      • Ejercicios de resistencia suave con bandas elásticas o pelotas de goma para fortalecer la musculatura intrínseca de la mano y la muñeca.
    • Evidencia científica: Estudios de revisión indican que programas de ejercicios supervisados reducen el dolor y mejoran la función, sobre todo si se combinan con otras modalidades de tratamiento.
  2. Técnicas de terapia manual

    • Movilizaciones articulares: El fisioterapeuta puede aplicar movilizaciones suaves y controladas en la articulación CMC para disminuir restricciones y mejorar la alineación articular.
    • Masoterapia: El masaje terapéutico en la musculatura adyacente puede reducir la tensión y mejorar el flujo sanguíneo local.
  3. Termoterapia y crioterapia

    • Calor local: Aplicar compresas calientes o sumergir la mano en un baño de parafina puede ayudar a reducir la rigidez y el dolor antes de los ejercicios.
    • Frío local (hielo): Resulta más efectivo tras la realización de ejercicios o en episodios de inflamación aguda.
  4. Terapia ocupacional

    • Entrenamiento en actividades de la vida diaria (AVD): Se enseña al paciente a adaptar y ejecutar tareas cotidianas (abrir frascos, sostener utensilios, manipular objetos) de un modo que minimice el estrés sobre la articulación del pulgar.
    • Uso de ayudas técnicas: El terapeuta ocupacional puede recomendar utensilios con mangos ergonómicos, abridores de botellas o frascos especiales, herramientas de cocina modificadas, etc., para reducir la fuerza de pinza necesaria.
    • Ergonomía y educación postural: Ajustar la altura de las superficies de trabajo, la posición de la muñeca y la mano al realizar tareas repetitivas.

7.4. Órtesis y Vendajes Funcionales

Las férulas o inmovilizadores diseñados específicamente para la articulación trapeciometacarpiana permiten limitar los movimientos dolorosos y descargar parcialmente la articulación, dando tiempo a que disminuya la inflamación. Entre las opciones más frecuentes:

  1. Férulas rígidas de termoplástico

    • Indicaciones: Fases agudas de la enfermedad, dolor muy intenso o deformidad marcada.
    • Ventajas: Gran estabilidad y protección, suelen usarse en periodos de reposo (por ejemplo, durante la noche o en momentos de mayor exigencia).
    • Inconvenientes: Restricción de la movilidad y, a veces, incomodidad para actividades finas.
  2. Férulas semirrígidas o de neopreno

    • Indicaciones: Etapas menos inflamatorias o para uso diurno cuando se requiere algo de movilidad.
    • Ventajas: Proporcionan soporte moderado, son más confortables y permiten un mayor rango de movimiento que las férulas rígidas.
    • Efectividad comprobada: El uso de férulas evidencia mejoras en la reducción del dolor y la funcionalidad manual.
  3. Vendajes funcionales o kinesiotaping

    • Mecanismo de acción: El vendaje elástico se coloca para estabilizar la base del pulgar sin impedir por completo su movimiento, favoreciendo la propiocepción y el drenaje linfático.
    • Consideraciones: Requiere de un profesional entrenado que aplique la técnica correcta. Puede ser útil en combinación con otras terapias.

7.5. Cambios en el Estilo de Vida y Recomendaciones Generales

  1. Control de peso corporal

    • Justificación: Aunque la relación obesidad-rizartrosis no sea tan directa como en la artrosis de rodilla o cadera, la obesidad se asocia con inflamación sistémica de bajo grado que puede agravar la progresión de la enfermedad.
    • Beneficios: Mantener un peso saludable disminuye la sobrecarga mecánica en articulaciones y, de forma indirecta, puede mejorar los síntomas en las manos, además de brindar beneficios globales para la salud cardiovascular y metabólica.
  2. Dieta equilibrada y suplementos

    • Dieta antiinflamatoria: Rica en frutas, verduras, ácidos grasos Omega-3 (pescados azules), frutos secos y aceite de oliva, que ayudan a reducir la inflamación sistémica.
    • Suplementos: Aunque no existe un consenso definitivo, algunos pacientes refieren mejoría al usar suplementos como la glucosamina, la condroitina o el colágeno hidrolizado. La evidencia científica sobre su eficacia es mixta, pero se consideran seguros.
  3. Ejercicio físico regular

    • Ejercicios de bajo impacto: Natación, bicicleta estática, yoga o pilates, que fortalezcan la musculatura general sin sobrecargar la base del pulgar.
    • Ejercicios de estiramiento y fuerza para la mano: Ayudan a mantener la movilidad articular y un tono muscular adecuado alrededor del pulgar.
  4. Ergonomía y adaptación de herramientas

    • Evitar movimientos repetitivos: Identificar tareas en el entorno laboral y doméstico que exijan una fuerza excesiva o posturas forzadas de la articulación CMC. Ajustar, si es posible, el método de ejecución o la frecuencia de repetición.
    • Utensilios ergonómicos: Aquellos con mangos más gruesos y blandos, diseñados para reducir la fuerza de pinza.
  5. Educación del paciente

    • Conocimiento de la enfermedad: Entender cómo evoluciona la rizartrosis, cuáles son los síntomas típicos y las medidas que se pueden implementar de forma precoz para minimizar el deterioro.
    • Técnicas de protección articular: Aprender la forma correcta de agarrar objetos, el uso de las palmas de las manos en lugar de los dedos, o la distribución equilibrada de la carga entre varias articulaciones.

7.6. Modalidades Complementarias y Alternativas

Aunque no constituyen la base del tratamiento, muchos pacientes exploran métodos complementarios para encontrar mayor alivio:

  1. Acupuntura

    • Algunos estudios sugieren que la acupuntura puede ayudar a disminuir la percepción del dolor y la inflamación en la mano; sin embargo, su evidencia específica para la rizartrosis es limitada.
    • Puede combinarse con terapias convencionales siempre que se realice por profesionales acreditados.
  2. Terapia láser de baja intensidad (LLLT)

    • Se ha investigado su uso en diferentes formas de artrosis para reducir el dolor y la inflamación, pero los resultados siguen siendo poco concluyentes.
    • Puede ser útil en una minoría de pacientes como terapia adicional.
  3. Otras estrategias de medicina integrativa

    • Fitoterapia y remedios herbales: Ciertos extractos como la cúrcuma o el jengibre tienen propiedades antiinflamatorias leves.
    • Mindfulness y técnicas de relajación: El manejo del estrés puede mejorar la tolerancia al dolor crónico y mejorar la disposición a mantener la adherencia a los ejercicios.

Consideraciones Finales 

  1. Individualización de la terapia: No todos los pacientes responden igual a los medicamentos o modalidades de rehabilitación. Es esencial que el traumatólogo y/o reumatólogo y el equipo de rehabilitación diseñen un plan personalizado.
  2. Combinar enfoques: La evidencia respalda la combinación de estrategias (por ejemplo, fisioterapia + férula + analgesia+ inyección intraarticular) para obtener mejores resultados que el uso de una única modalidad.
  3. Cumplimiento y seguimiento: Mantener la continuidad de las sesiones de terapia y el uso adecuado de órtesis a menudo marca la diferencia en la evolución clínica, ya que la inconstancia puede hacer que los síntomas se agraven nuevamente.
  4. Detección de signos de progresión: Si a pesar del cumplimiento de las indicaciones el dolor se hace incapacitante o aparecen deformidades notables, puede ser necesario valorar una intervención quirúrgica.

En conclusión, el tratamiento no quirúrgico de la rizartrosis abarca un amplio abanico de opciones que van desde la farmacología y las infiltraciones intraarticulares hasta las terapias de rehabilitación integral, órtesis especializadas y modificaciones del estilo de vida. Adoptar una perspectiva multidisciplinar, en la que el médico, el fisioterapeuta y el terapeuta ocupacional trabajen conjuntamente, puede mejorar los resultados clínicos y, ante todo, la calidad de vida del paciente. Además, la educación e implicación activa de la persona afectada son determinantes para que se logre un control satisfactorio de los síntomas y se retrase la evolución de la enfermedad.


8. Tratamiento Quirúrgico

Cuando las opciones conservadoras no logran aliviar el dolor o la deformidad es muy severa, se puede optar por la cirugía.

8.1. Artroplastia (Total, Hemiartroplastia, Implantes)

Varios artículos de alto impacto describen el uso de prótesis de distintas características para reemplazar total o parcialmente la articulación dañada. Los implantes de silicona, cerámica o pyrocarbon han mostrado resultados variables a mediano plazo.

8.2. Interposición Tendinosa (LRTI)

Esta técnica clásica consiste en resecar el hueso trapecio y utilizar un tendón del propio paciente para estabilizar la base del pulgar. Estudios a largo plazo muestran buenos resultados en la mayoría de los casos, aunque es fundamental una rehabilitación adecuada.

8.3. Artrodesis del Pulgar

Consiste en fusionar la articulación para eliminar el dolor y estabilizar la zona. Está indicada en pacientes con trabajos pesados o en casos de inestabilidad severa. Sin embargo, la pérdida de movilidad articular puede limitar ciertas actividades.

8.4. Cirugía Artroscópica

La artroscopia se utiliza para valorar y tratar lesiones iniciales del cartílago y sinovitis localizadas. Permite una recuperación más rápida y preserva la anatomía de la articulación, aunque está indicada en casos seleccionados, generalmente en estadios iniciales o moderados de la enfermedad.

8.5. Innovaciones Quirúrgicas Recientes

  • Uso de biomateriales: Implantes más biocompatibles y con menor desgaste.
  • Suspensiónplastia con botones: Procedimientos mínimamente invasivos para estabilizar el primer metacarpiano tras la trapeziectomía.
  • Técnicas mixtas: Combinación de artroscopia con pequeñas incisiones para lograr una resección trapezial parcial y una reconstrucción ligamentosa más anatómica.

9. Rehabilitación Postquirúrgica

La rehabilitación tras la cirugía de la rizartrosis es clave para recuperar fuerza y funcionalidad. Se indica el uso de férulas postoperatorias y se programan ejercicios graduales de movilidad, siempre bajo la supervisión de un terapeuta de mano o fisioterapeuta especializado. Estudios demuestran que un protocolo de rehabilitación bien estructurado acelera la vuelta a las actividades cotidianas y reduce el riesgo de complicaciones postoperatorias.


10. Prevención y Consejos Prácticos

Aunque algunos factores de riesgo (edad, predisposición genética) no pueden modificarse, existen medidas preventivas:

  1. Mantener la movilidad: Ejercicios suaves de estiramiento y fortalecimiento de la mano.
  2. Adoptar buenas posturas: Evitar cargar peso excesivo con el pulgar.
  3. Proteger las articulaciones: Usar utensilios de mango ergonómico, abrir frascos con ayudas mecánicas, etc.
  4. Control de peso y dieta saludable: Favorece la salud articular.

11. Preguntas Frecuentes de los Pacientes

1) ¿La rizartrosis solo afecta a personas mayores?
Aunque se presenta con mayor frecuencia en personas de 50 años o más, puede aparecer en adultos jóvenes debido a factores genéticos, lesiones previas o sobrecarga.

2) ¿El uso de férulas o inmovilizaciones debe ser permanente?
No necesariamente. Muchas veces se utilizan las férulas de forma intermitente (por ejemplo, solo durante la noche o al realizar esfuerzos específicos).

3) ¿Las infiltraciones pueden curar la rizartrosis?
No curan la enfermedad, pero sí ayudan a controlar el dolor y la inflamación. Su efecto puede ser temporal y varía según el paciente.

4) ¿La cirugía siempre es exitosa?
La gran mayoría de los pacientes experimentan una mejoría significativa del dolor; sin embargo, los resultados funcionales pueden variar y dependen de la técnica empleada, la correcta rehabilitación y el grado de deterioro articular previo.

5) ¿Puedo seguir practicando deportes o actividades de fuerza?
Depende del grado de la enfermedad y del tratamiento seguido. Es recomendable adaptar las actividades y emplear órtesis de protección si se realizan deportes de alta demanda para la articulación del pulgar.


12. Nuevas Perspectivas y Avances en Investigación

La investigación en rizartrosis sigue explorando múltiples áreas:

  • Biomarcadores: Se busca identificar moléculas que ayuden a predecir la evolución de la enfermedad y su respuesta al tratamiento (Chen et al., 2020).
  • Terapias celulares y biológicas: El uso de PRP y células madre mesenquimales está en expansión, con resultados prometedores a corto plazo.
  • Imágenes avanzadas: El desarrollo de técnicas de resonancia magnética de alta resolución y ecografía de última generación ofrece diagnósticos más precisos en etapas tempranas.
  • Prótesis de nueva generación: Materiales más resistentes y anatómicos que mejoran la durabilidad de los implantes y reducen la necesidad de cirugías de revisión.

13. Conclusión

La rizartrosis es una patología frecuente que puede afectar gravemente la calidad de vida de los pacientes, limitando actividades cotidianas tan simples como abrir una botella o escribir en el móvil. Afortunadamente, la ciencia médica ha avanzado notablemente en la comprensión de esta enfermedad y en el desarrollo de terapias eficientes para aliviar el dolor y preservar la función de la mano.

Tanto los tratamientos conservadores (fisioterapia, férulas, inyecciones) como las opciones quirúrgicas (artroplastia, LRTI, artroscopia) pueden adaptarse a las necesidades de cada paciente. La clave está en un diagnóstico temprano y en un abordaje multidisciplinario que incluya al traumatólogo, al terapeuta de mano y, por supuesto, la implicación activa del paciente.

Si estás experimentando síntomas compatibles con la rizartrosis, o sospechas que podrías padecer esta afección, te animamos a que consultes con un especialista. El Dr. Eugenio Díaz, traumatólogo con amplia experiencia, podrá orientarte adecuadamente para encontrar la mejor solución a tu problema. Con un enfoque personalizado y apoyado en la evidencia científica más reciente, él y su equipo te ayudarán a recuperar tu calidad de vida y afrontar cada día sin dolor.


 

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