El hombro es una de las articulaciones más complejas y versátiles del organismo, permitiendo un amplio rango de movimientos que favorece actividades cotidianas tan simples como alcanzar objetos en un estante o tan demandantes como los deportes overhead (por ejemplo, béisbol, balonmano o tenis). Sin embargo, su propia naturaleza funcional le expone a diferentes tipos de lesiones, entre ellas las lesiones SLAP (Superior Labrum Anterior to Posterior).
Una lesión SLAP se caracteriza por un desgarro o separación de la zona superior del rodete glenoideo, allí donde se inserta la cabeza larga del bíceps braquial. Puede deberse a microtraumas continuos, traumatismos directos, o incluso al proceso degenerativo. Aunque a menudo se asocia a deportistas que realizan movimientos repetitivos por encima de la cabeza, también puede afectar a personas sedentarias con cierto grado de desgaste en la articulación.
En este artículo, exploraremos de forma exhaustiva las bases anatómicas de la lesión SLAP, sus causas y síntomas, los métodos diagnósticos más precisos, los diferentes tratamientos disponibles (tanto conservadores como quirúrgicos) y los aspectos clave de la rehabilitación. El contenido se ha elaborado tras la revisión profunda de artículos científicos internacionales de gran impacto. Con ello, pretendemos ofrecer un recurso valioso y actualizado que oriente a pacientes, deportistas, y profesionales en la toma de decisiones óptimas para manejar de forma integral esta problemática tan frecuente.
Te invitamos a continuar leyendo para resolver todas tus dudas sobre la lesión SLAP, y si es tu caso o el de un allegado, comprender mejor las alternativas de tratamiento y el pronóstico que se puede esperar tras un abordaje terapéutico adecuado.
Tabla de Contenido
La denominación SLAP (por sus siglas en inglés, Superior Labrum Anterior to Posterior) hace referencia a la patología donde el rodete glenoideo se ve afectado en su porción superior, desde la parte anterior hasta la posterior. El rodete glenoideo, también llamado labrum, es un anillo fibrocartilaginoso que amplía la superficie de la cavidad glenoidea, contribuyendo a la estabilidad del hombro.
En este labrum superior se inserta la porción larga del bíceps (PLB), de modo que una disrupción en este punto de anclaje puede perjudicar considerablemente la función del hombro y generar dolor e inestabilidad.
El primer gran esfuerzo de clasificación se atribuye a Snyder, quien describió cuatro tipos principales de lesiones SLAP. Con el paso del tiempo, la lista se ha ampliado, y actualmente se reconocen hasta diez variaciones o subtipos. Sin embargo, las más mencionadas y estudiadas siguen siendo:
La Tipo II representa la mayoría de los casos clínicos (entre 40% y 70% en diversos estudios), y a su vez se subdivide en tipos IIa, IIb, IIc según la región afectada y la concomitancia con estructuras como el Supraespinoso o el ligamento glenohumeral medio.
La repetición de lanzamientos (béisbol, sóftbol), saques de tenis o servicos de voleibol, así como movimientos de crossfit y halterofilia, someten el rodete superior y la inserción del bíceps a fuerzas de tracción y torsión constantes. Estas microlesiones a lo largo del tiempo pueden desembocar en una rotura parcial o completa.
Un mecanismo clásico es la caída sobre el brazo en extensión o la tracción violenta (por ejemplo, al sostener un objeto pesado que se cae repentinamente). Este tipo de traumatismo directo puede acabar con un desgarro agudo del labrum.
En pacientes mayores de 40-50 años, es común que la zona superior del labrum presente cierto grado de degeneración. En ocasiones, dichas alteraciones no generan síntomas, pero combinadas con otro factor desencadenante (microtrauma o movimiento súbito) pueden originar la lesión.
En ciertos casos, la anatomía del acromion o la hiperlaxitud articular predisponen a una mayor tracción sobre la porción larga del bíceps (LHB) durante actividades cotidianas o deportivas, elevando el riesgo de lesión SLAP.
Las lesiones SLAP (Superior Labrum Anterior to Posterior) pueden manifestarse de maneras diversas, dependiendo del subtipo de lesión y de las demandas funcionales del paciente. En general, los síntomas tienden a ser sutiles al inicio, sobre todo en desgarros parciales o degenerativos, y más evidentes en situaciones de alta exigencia, como en deportistas overhead. No obstante, existen rasgos comunes que permiten al clínico sospechar de esta afección.
Varios test se han descrito para las lesiones SLAP. Ninguno es 100% específico ni sensible por sí solo, pero su combinación orienta al diagnóstico:
O’Brien’s Test (Active Compression)
Speed’s Test
Crank Test
Anterior Slide Test
En conjunto, un perfil sintomático de dolor en actividades overhead, chasquidos, debilidad y test clínicos positivos proporcionan una fuerte sospecha clínica de lesión SLAP que se confirma con pruebas de imagen.
El diagnóstico de las lesiones SLAP suele resultar un reto para el clínico. Sus síntomas pueden solaparse con otras patologías del hombro, como la inestabilidad anterior, la tendinopatía del manguito rotador o la bursitis subacromial. Por ello, la integración de la historia clínica, la exploración física y las pruebas de imagen es imprescindible.
La anamnésis es esencial para dirigir el diagnóstico:
En la exploración, destacan los test de provocación descritos en la sección anterior. Adicionalmente, se pueden combinar maniobras destinadas a descartar pinzamiento subacromial o inestabilidad glenohumeral, puesto que los hallazgos podrían solapar sintomatología.
Radiografía Simple
Resonancia Magnética (RM)
Artro-Resonancia
Ecografía
Artroscopia Diagnóstica
Importante: Ante la sospecha de lesión SLAP en un deportista overhead, se acostumbra a iniciar con radiografías y RM, recurriendo a la artroscopia si los hallazgos clínicos y de pruebas de imagen sugieren una clara patología sintomática. El examen artroscópico confirma la magnitud exacta del desgarro y permite planificar la reparación, la debridación o la tenodesis.
La estrategia terapéutica de una lesión SLAP depende del tipo de rotura, la edad del paciente, la demanda funcional y la presencia de lesiones asociadas (p. ej., rotura parcial del manguito, inestabilidad anterior, etc.). Aunque el manejo quirúrgico es a menudo la opción en deportistas y personas con dolor persistente, también hay un lugar para tratamientos conservadores en lesiones degenerativas o subclínicas.
Reposo Relativo y Modificación de Actividades
Fisioterapia y Ejercicios de Fortalecimiento
Infiltraciones Subacromiales o Intraarticulares
Evaluación y Seguimiento
La rehabilitación tras la corrección quirúrgica de la lesión SLAP es tan determinante como la intervención misma. Un programa estructurado y adaptado a cada tipo de paciente facilita la cicatrización adecuada del labrum o el tendón, restaurando la movilidad y la fuerza.
Aunque no siempre se puede evitar una lesión SLAP (especialmente en deportistas profesionales), existen medidas generales para reducir el riesgo o retrasar su aparición:
Fortalecer el Manguito Rotador y la Musculatura Escapular
Respetar las Pausas y las Cargas
Técnica Deportiva Adecuada
Evaluaciones Médicas Tempranas
¿Cómo sé si mi dolor de hombro es por una lesión SLAP o por otro problema?
Los síntomas de SLAP a menudo incluyen dolor profundo, chasquidos y debilidad al elevar el brazo. Sin embargo, el diagnóstico diferencial requiere exploración clínica, test específicos y resonancia magnética.
¿La cirugía es siempre necesaria para una SLAP?
No necesariamente. Algunas lesiones SLAP, particularmente tipo I y degenerativas leves, mejoran con fisioterapia y ajustes en la actividad. La cirugía se reserva para casos sintomáticos o deportistas overhead con alta demanda.
¿Cuánto tarda la recuperación tras la cirugía SLAP?
El protocolo estándar se aproxima a 4-6 meses para un retorno completo al deporte o al trabajo exigente. Todo depende del tipo de reparación o tenodesis y de la rehabilitación.
¿Se puede volver al nivel deportivo previo?
Sí, muchos deportistas overhead regresan a su máximo nivel tras una adecuada reparación y rehabilitación. No obstante, en casos crónicos o con otras lesiones concomitantes, la recuperación puede ser más compleja.
¿La tenodesis del bíceps me quitará fuerza en el brazo?
Generalmente, no. Al reubicar la inserción del bíceps en el húmero, se minimiza el dolor y se mantiene la función global del músculo (en la mayoría de los casos) de forma satisfactoria.
Las lesiones SLAP representan un desafío tanto para pacientes como para profesionales, debido a la complejidad anatómica del hombro y al papel crítico que desempeña el labrum superior y la inserción del bíceps. La evolución de la cirugía artroscópica y la aparición de nuevas técnicas (como la tenodesis con anclajes biológicas o la reparación con anclas knotless) han ampliado el abanico de opciones, permitiendo individualizar el tratamiento según la edad, actividad física y grado de degeneración labral.
Las investigaciones recientes sugieren que, en deportistas overhead jóvenes, la reparación del labrum aporta buenos resultados funcionales, mientras que en pacientes mayores o con tendinopatía extendida del bíceps, la tenodesis puede ofrecer alivio más duradero y menor riesgo de reoperación. Aun así, la adherencia a un programa de rehabilitación riguroso y la supervisión especializada de un fisioterapeuta resultan fundamentales para garantizar una cicatrización adecuada y un óptimo retorno a la actividad.
Si bien se han logrado muchos avances, el futuro podría deparar nuevas estrategias biológicas (como injertos o factores de crecimiento) para potenciar la cicatrización del labrum y personalizar aún más la intervención quirúrgica. Con la guía y la experiencia del Dr. Eugenio Díaz, los pacientes pueden recibir un tratamiento adaptado a sus necesidades, favoreciendo una recuperación sólida y un retorno exitoso a sus actividades diarias y deportivas.
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