La articulación del hombro es una de las más complejas y con mayor rango de movimiento del cuerpo humano. Gracias a su estructura anatómica, nos permite realizar acciones tan cotidianas como levantar objetos, peinarnos o simplemente mover los brazos en diferentes ángulos. Sin embargo, esta gran movilidad conlleva también una vulnerabilidad a lesiones, especialmente en personas que practican deportes de contacto o actividades físicas exigentes.
Una de las lesiones menos conocidas pero igualmente importantes es la lesión HAGL (Humeral Avulsion of the Glenohumeral Ligament), también denominada avulsión humeral del ligamento glenohumeral. Se trata de una patología que puede comprometer seriamente la estabilidad del hombro, generando dolor y limitaciones funcionales. Aunque no es tan frecuente como la clásica lesión de Bankart o una rotura del manguito rotador, la HAGL ha cobrado creciente relevancia en la literatura médica de los últimos años.
Si acabas de recibir el diagnóstico de esta lesión o si sospechas que podrías padecerla, este artículo te servirá como una guía detallada. En las siguientes secciones abordaremos los puntos esenciales sobre la HAGL: desde qué la provoca, cuáles son sus síntomas, cómo se diagnostica y qué opciones de tratamiento existen, hasta la importancia de la rehabilitación y la prevención. Además, incluiremos un apartado con las preguntas más habituales que pueden surgir en la consulta, de cara a brindar una información accesible, completa y de calidad.
Tabla de Contenido
La lesión HAGL (Humeral Avulsion of the Glenohumeral Ligament) consiste en la avulsión o desprendimiento de los ligamentos glenohumerales (porción anterior, posterior o ambas) en su inserción humeral. Para entenderlo de forma más sencilla, se trata de un “arrancamiento” parcial o completo del ligamento que conecta el húmero con la cavidad glenoidea, en la zona donde dicho ligamento se fija al hueso del húmero.
A diferencia de otras lesiones del hombro como el desgarro del manguito rotador o la clásica lesión de Bankart (donde la afectación se produce en el reborde glenoideo), aquí la patología se localiza en el lugar de inserción humeral del ligamento. Esto puede llevar a inestabilidades del hombro y dolor persistente. Aunque se consideraba una lesión poco frecuente, los avances en las técnicas de diagnóstico por imagen han permitido una mayor detección de casos, sobre todo en personas activas y deportistas.
Aunque no existe un dato unánime sobre la incidencia exacta de la lesión HAGL, diversos estudios señalan que puede suponer entre un 2% y un 9% de las lesiones de hombro asociadas a inestabilidad, aunque las cifras varían en función de la población analizada. Se registra un incremento en personas jóvenes, especialmente en edades comprendidas entre los 18 y 35 años, y en aquellos que practican deportes de contacto o actividades repetitivas por encima de la cabeza (lanzadores, nadadores, etc.).
Factores de riesgo comunes:
El mecanismo más habitual es un traumatismo agudo que fuerce la articulación del hombro en una posición extrema, generando un estrés significativo en el ligamento glenohumeral cerca de su inserción en el húmero. Por ejemplo:
Este tipo de avulsiones no siempre se diagnostica de inmediato, ya que es posible confundirlo con otras lesiones del complejo capsulolabral. Sin embargo, la evolución posterior con inestabilidad y dolor crónico lleva a la sospecha clínica y a la necesidad de pruebas de imagen avanzadas.
El cuadro clínico puede variar, pero en la mayoría de los casos se manifiesta con:
En lesiones crónicas o mal diagnosticadas, el síntoma principal tiende a ser la inestabilidad repetitiva y el dolor cuando se realizan ciertos gestos. Los pacientes pueden referir “micro-luxaciones” o episodios de dolor súbito al forzar la articulación.
La evaluación comienza con la historia clínica y la exploración física. El especialista puede emplear maniobras específicas para valorar la estabilidad del hombro (por ejemplo, la prueba de aprehensión anterior), buscar signos de laxitud capsuloligamentosa y descartar lesiones asociadas (manguito rotador, labrum, etc.).
La clasificación de las lesiones HAGL (Humeral Avulsion of the Glenohumeral Ligament) se ha ido afinando progresivamente en las últimas décadas, sobre todo a medida que los métodos de diagnóstico por imagen (en particular la artro-RM) han permitido diferenciar con más claridad el punto exacto de avulsión, su extensión y la coexistencia de otras lesiones asociadas. Varios autores han propuesto esquemas para agrupar los distintos patrones de rotura del ligamento glenohumeral en su inserción humeral, abarcando elementos como localización anatómica, grado de desgarro y cronicidad.
HAGL anterior (aHAGL): Se produce en la inserción anterior del ligamento glenohumeral, generalmente en la región del ligamento glenohumeral inferior (IGHL). Tiende a presentarse tras traumas con el brazo en abducción y rotación externa forzada. En varias series clínicas se ha observado que el aHAGL constituye la variante más frecuente, representando la mayoría de los casos sintomáticos de inestabilidad anterior.
HAGL posterior (pHAGL): De incidencia menor pero con implicaciones clínicas considerables. Suelen detectarse en luxaciones o subluxaciones posteriores del hombro. Con frecuencia, la sintomatología puede confundirse con otras patologías de inestabilidad posterior, lo que retrasa el diagnóstico definitivo. Cuando el cuadro se cronifica, el paciente experimenta episodios repetidos de bloqueos o subluxaciones posteriores, especialmente en deportes de contacto o actividades que requieran empujar con fuerza.
Lesiones combinadas (HAGL y otras afecciones): Diversos estudios han evidenciado que en torno a un 20-30% de los pacientes con HAGL pueden presentar lesiones asociadas, como por ejemplo una rotura de Bankart, un desgarro SLAP o incluso daños parciales en el manguito rotador. Estas combinaciones complican el diagnóstico y obligan a un abordaje más integral, ya que el daño articular no se limita a un solo punto.
Algunos autores añaden otro criterio de clasificación basado en la magnitud de la avulsión y si existe o no compromiso capsular adyacente:
Avulsión parcial: El ligamento se encuentra parcialmente desprendido del húmero, pero cierta porción de fibras permanece intacta. Estas lesiones pueden pasar desapercibidas en una RM convencional y, a menudo, se detectan únicamente con artro-RM o durante la artroscopia diagnóstica. El grado de inestabilidad puede ser leve o moderado.
Avulsión completa: Se produce la rotura total de las fibras en su origen humeral, con un borde libre que a veces se retrae o permanece laxo dentro de la articulación. Este tipo es el que conlleva mayor riesgo de inestabilidad recurrente, luxaciones y subluxaciones.
Compromiso capsular extenso: Cuando la lesión incluye un daño significativo a la cápsula articular que rodea al ligamento glenohumeral. Esto suele asociarse con luxaciones de alta energía y, por ende, con un pronóstico que depende en gran medida de la reparación quirúrgica y la posterior estabilización.
Estudios en cadáveres han permitido clasificar y comprender mejor cómo afecta la avulsión del ligamento en distintas posiciones del brazo, arrojando luz sobre la pérdida de estabilidad en planos específicos. Esta información guía el abordaje quirúrgico, ya que, por ejemplo, una avulsión anteroinferior puede requerir una técnica de refuerzo capsular posterior, mientras que una avulsión posterior puede implicar una plicatura enfocada en el segmento posteroinferior del manguito capsuloligamentoso.
En definitiva, la clasificación de las lesiones HAGL no solo es académica, sino que orienta la estrategia terapéutica y ayuda a estimar el pronóstico. Un buen diagnóstico diferencial de si se trata de una lesión anterior, posterior, parcial, completa o combinada con otras lesiones del hombro resulta determinante para el éxito del tratamiento.
La decisión de tratar una lesión HAGL de manera conservadora o mediante intervención quirúrgica descansa sobre varios factores: la edad del paciente, el nivel de actividad física, la presencia de inestabilidad significativa, la coexistencia de otras lesiones y la fase (aguda, subaguda o crónica) en la que se detecta el daño ligamentoso. En los últimos cinco años, se han publicado numerosos estudios y revisiones que arrojan más luz sobre cuándo es preferible un enfoque no quirúrgico y cuándo la cirugía artroscópica u otras técnicas resultan la opción más acertada.
El tratamiento conservador suele reservarse para aquellos casos en los que la avulsión es parcial y no hay un grado marcado de inestabilidad en las actividades de la vida diaria. También puede considerarse en pacientes de baja demanda funcional o con contraindicación médica para el quirófano (por ejemplo, por comorbilidades graves).
Elementos principales del tratamiento conservador:
Los resultados del tratamiento conservador son variables y dependen, en gran medida, de la extensión de la avulsión. Numerosos autores señalan que un porcentaje de pacientes inicialmente tratados de forma no quirúrgica pueden requerir cirugía más adelante si persiste la inestabilidad o el dolor crónico.
Las indicaciones más claras para la cirugía son:
En las últimas dos décadas, la cirugía artroscópica se ha convertido en el gold estándar para la mayoría de las lesiones HAGL. Proporciona las siguientes ventajas:
No obstante, se describen casos en los que la cirugía abierta puede resultar necesaria, como en lesiones combinadas muy extensas, revisiones quirúrgicas o situaciones anatómicas complejas. En esos pacientes, la cirugía abierta permite una exploración más amplia y un control del tejido más directo. Sin embargo, la tendencia general sigue siendo la de abordar la HAGL mediante artroscopia siempre que sea factible.
La literatura reciente reporta tasas de éxito elevadas con la cirugía artroscópica, con un retorno a la actividad deportiva que oscila entre el 80% y el 95%, dependiendo de factores como la edad, la demanda funcional y la presencia de lesiones asociadas. El tiempo de recuperación varía de 4 a 6 meses, con protocolos de rehabilitación intensivos en deportistas de élite. En la población general, la mayor parte de los estudios destaca una buena recuperación de la estabilidad articular y una disminución significativa del dolor y la sensación de inseguridad en el hombro.
La rehabilitación es un pilar fundamental para conseguir resultados óptimos, tanto si la lesión HAGL se ha tratado de forma conservadora como quirúrgicamente. Un protocolo bien diseñado, adaptado a las características del paciente y a la localización de la lesión, puede marcar la diferencia entre un hombro funcionalmente estable y uno con molestias crónicas o riesgo de inestabilidad recurrente.
Individualización: Cada hombro es distinto. La extensión de la avulsión, la calidad del tejido, la posible laxitud capsular y el nivel de actividad previo condicionan el tipo de ejercicios y la rapidez con que se avanzará.
Progresión escalonada de cargas: Es esencial controlar meticulosamente las cargas en el hombro en cada fase. Un exceso de estrés precoz puede poner en riesgo la fijación quirúrgica o agravar la lesión en caso de manejo conservador.
Evitar la sobreprotección excesiva: Aunque la inmovilización inicial es útil para disminuir el dolor y proteger el ligamento, una inmovilización prolongada puede provocar rigidez capsular, debilidad muscular y retrasos en la recuperación funcional. Muchos autores recomiendan iniciar la movilización pasiva controlada en las primeras semanas.
En términos generales, el pronóstico de la lesión HAGL tras un abordaje terapéutico adecuado y una rehabilitación completa es favorable. Muchas publicaciones coinciden en señalar que, con cirugía artroscópica, más del 80-90% de los pacientes obtienen una recuperación satisfactoria de la estabilidad del hombro. No obstante, el retorno pleno a deportes de contacto o de lanzamiento puede requerir de 4 a 6 meses, pudiendo alargarse en sujetos con lesiones asociadas o complicaciones.
La rehabilitación y la recuperación funcional no terminan cuando el paciente recupera su rango de movilidad, sino que también involucran la optimización de la fuerza, la resistencia, la propiocepción y la confianza en el hombro dañado. Un hombro que ha sufrido una lesión HAGL, incluso tras la cirugía, puede volver a ser estable y funcional, pero es fundamental el cumplimiento estricto de las indicaciones médicas y fisioterapéuticas para minimizar el riesgo de recaídas y conseguir un nivel óptimo de rendimiento en el deporte o en las actividades cotidianas que requieran esfuerzos con el brazo.
¿Puede sanar una lesión HAGL sin cirugía?
En algunos casos leves o parciales y en pacientes con poca exigencia funcional, es posible estabilizar el hombro con rehabilitación y una inmovilización temporal. Sin embargo, si la avulsión es completa o si hay inestabilidad marcada, suele recomendarse la cirugía.
¿Cuándo podré volver a hacer deporte?
Depende de la gravedad de la lesión y de la evolución individual. En general, los deportistas suelen volver a la actividad plena alrededor de 4-6 meses después de la cirugía, pero puede variar.
¿Qué complicaciones pueden surgir?
Las complicaciones incluyen rigidez articular, dolor crónico o recurrencia de la inestabilidad. En el caso de la cirugía, existen riesgos asociados a la anestesia, infección o mala cicatrización de los tejidos, aunque son poco frecuentes con la técnica y los cuidados adecuados.
¿Una HAGL puede combinarse con otras lesiones de hombro?
Sí, es relativamente frecuente encontrarla junto a lesiones de Bankart, SLAP o roturas parciales del manguito rotador. Por ello, el diagnóstico por imagen y la artroscopia son herramientas fundamentales para detectar todas las patologías asociadas.
¿La cirugía artroscópica garantiza la curación total?
Tiene un alto porcentaje de éxito, superior al 85-90% en muchos estudios, pero el resultado final depende del cumplimiento del programa de rehabilitación y de la ausencia de complicaciones intraoperatorias o postoperatorias.
La investigación en el ámbito de las lesiones HAGL ha aumentado en los últimos años, gracias a que la mejora en las técnicas de imagen (RM, artro-RM, 3D-RM) permite un diagnóstico más precoz y preciso. Algunas líneas de avance incluyen:
La lesión HAGL representa una patología de relevancia creciente en el campo de la Traumatología y la Medicina Deportiva. Aunque durante muchos años fue infradiagnosticada, hoy se reconoce como una causa importante de inestabilidad y dolor en el hombro, especialmente en personas jóvenes y deportistas. Los avances en las técnicas de imagen y en las técnicas artroscópicas han permitido mejorar tanto el diagnóstico como el tratamiento, ofreciendo al paciente una posibilidad real de recuperar la función y retomar sus actividades cotidianas y deportivas de forma segura.
Si has sido diagnosticado con una lesión HAGL o sospechas que puedes padecerla, es esencial que consultes con un especialista en Traumatología y Cirugía Ortopédica, como el Dr. Eugenio Díaz, para obtener una evaluación personalizada y un plan de tratamiento adaptado a tus necesidades. Con el enfoque terapéutico adecuado y un programa de rehabilitación bien dirigido, la mayoría de los pacientes pueden volver a su nivel de actividad previo y gozar de un hombro estable y funcional.
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