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Tendinitis de Tobillo Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

La tendinitis de tobillo y pie se ha convertido en un problema cada vez más frecuente, no solo en el ámbito deportivo sino también en la población general. El sobreuso, la falta de un adecuado calentamiento y la ausencia de una preparación física correcta pueden desencadenar lesiones en los tendones del tobillo y del pie, causando dolor, inflamación y limitación funcional. Este artículo desarrolla un plan de ejercicios de 6 semanas basado en la evidencia científica internacional de los últimos 8 años, con el propósito de orientar tanto a pacientes como a profesionales de la salud en la prevención, tratamiento y recuperación de la tendinitis.

Nuestra meta es que puedas comprender los mecanismos subyacentes de la lesión, los métodos de diagnóstico más comunes, los síntomas y las opciones de tratamiento, junto con una serie de rutinas y ejercicios progresivos que han demostrado su eficacia. Además, abordaremos temas de prevención, de tal forma que, si ya has pasado por esta lesión, reduzcas el riesgo de recaída; y si deseas evitarla por completo, tengas las herramientas necesarias para que tu tobillo y pie se mantengan fuertes y sanos.

Tras esta introducción, presentamos un índice que detalla las secciones principales. Te invito a revisar cada apartado con detenimiento y, en caso de duda, consultar siempre con un profesional de la salud.

Tabla de Contenido

ÍNDICE GENERAL DEL ARTÍCULO

  1. Definición y Causas de la Tendinitis de Tobillo y Pie
  2. Anatomía Relevante
  3. Factores de Riesgo y Grupos Vulnerables
  4. Signos, Síntomas y Diagnóstico Clínico
  5. Importancia de un Plan de Ejercicios Basado en Evidencia
  6. El Programa de 6 Semanas: Fundamentos y Metodología
    6.1. Fase 1 (Semana 1)
    6.2. Fase 2 (Semana 2)
    6.3. Fase 3 (Semanas 3 y 4)
    6.4. Fase 4 (Semanas 5 y 6)
  7. Ejercicios Complementarios: Equilibrio, Propiocepción y Movilidad
  8. Medidas de Autocuidado y Control del Dolor
  9. Prevención de Recaídas y Consejos Post-Rehabilitación
  10. Preguntas Frecuentes de los Pacientes
  11. Conclusiones

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  1. DEFINICIÓN Y CAUSAS DE LA TENDINITIS DE TOBILLO Y PIE

La tendinitis se define como la inflamación o irritación de un tendón. En el caso del tobillo y pie, suele involucrar los tendones del músculo tibial posterior, el tendón de Aquiles o los peroneos laterales, entre otros. A menudo se debe a microtraumatismos repetitivos, a un incremento brusco en la intensidad o volumen de entrenamiento, o a factores biomecánicos como alteraciones en la pisada.

En términos generales, las causas más comunes incluyen:


• Sobrecarga repetitiva: correr distancias más largas sin progresión adecuada, saltar excesivamente o iniciar un entrenamiento en superficies duras.
• Desalineaciones o alteraciones del arco plantar: pie plano o pie cavo.
• Falta de calentamiento o estiramientos previos.
• Calzado inadecuado.
• Factores intrínsecos: sobrepeso, debilidad muscular de la pantorrilla o mala alimentación que afecte la recuperación tisular.

  1. ANATOMÍA RELEVANTE

Para entender la tendinitis en esta región, debemos repasar la anatomía de los principales tendones implicados:
• Tendón de Aquiles: conecta los músculos gemelos y sóleo con el hueso calcáneo. Es el tendón más fuerte del cuerpo, pero también uno de los más propensos a la sobrecarga.
• Tibial posterior: es crucial para el soporte del arco medial del pie. Su disfunción puede desencadenar pie plano progresivo y dolor interno del tobillo.
• Peroneos laterales: fundamentales en la estabilización lateral del tobillo y la eversión del pie.
• Flexores plantares: flexor largo de los dedos y del dedo gordo, entre otros, también pueden sobrecargarse.

  1. FACTORES DE RIESGO Y GRUPOS VULNERABLES

Según diversos estudios, existen varios grupos de riesgo:
• Deportistas de élite (corredores, saltadores, bailarines).
• Personas con sobrepeso u obesidad.
• Individuos con mala alineación del pie (pie plano, pie cavo) o dismetrías en las piernas.
• Adultos mayores de 40 años con menor flexibilidad y menor capacidad de regeneración tendinosa.

  1. SIGNOS, SÍNTOMAS Y DIAGNÓSTICO CLÍNICO

La presentación clínica suele incluir:


• Dolor localizado en la región afectada (tendón de Aquiles, parte interna del tobillo, etc.).
• Rigidez matutina, a menudo al dar los primeros pasos.
• Sensibilidad a la palpación.
• Inflamación y engrosamiento del tendón en estadios más avanzados.
• Dolor que empeora con la actividad y mejora con el reposo relativo.

El diagnóstico clínico se basa en la historia clínica, la exploración física y, en ocasiones, pruebas de imagen como la ecografía o la resonancia magnética, especialmente en casos crónicos o de difícil manejo.

  1. IMPORTANCIA DE UN PLAN DE EJERCICIOS BASADO EN EVIDENCIA

En las últimas dos décadas, la evidencia científica ha reforzado la idea de que la carga controlada y progresiva sobre el tendón es uno de los métodos más efectivos para su recuperación. El ejercicio excéntrico, en particular, se ha convertido en un pilar del tratamiento de las tendinopatías por sus efectos positivos en la remodelación del colágeno y la resistencia tendinosa. Sin embargo, actualmente se recomiendan protocolos más complejos que incluyen fases isométricas, isotónicas y excéntricas, así como ejercicios de estabilidad y propiocepción.

  1. EL PROGRAMA DE 6 SEMANAS: FUNDAMENTOS Y METODOLOGÍA

La propuesta de un programa de ejercicios con una duración de 6 semanas para la tendinitis de tobillo y pie obedece a múltiples razonamientos clínicos y fisiológicos extraídos de la literatura médica. En un periodo de 6 semanas, el tendón y los tejidos circundantes (músculos, fascia, ligamentos) pueden experimentar cambios estructurales y funcionales siempre que la intensidad y el volumen de la carga se administren de forma coherente con la progresión de la tolerancia al esfuerzo.

Varios estudios validan que un protocolo de 6 semanas es óptimo para lograr hitos clave en la recuperación:

  1. Disminución significativa del dolor (fase inicial).
  2. Incremento paulatino de la fuerza y la resistencia tendinosa (fase intermedia).
  3. Reincorporación funcional (fase final), que incluye ejercicios pliométricos y actividades propias del deporte o la vida diaria.

 6.1. PRINCIPIOS BIOMECÁNICOS Y FISIOLÓGICOS DEL PROGRAMA

6.1.1. Adaptación Mecánica del Tendón

  • El tendón responde al estímulo de carga incrementando la actividad celular y reorganizando las fibras de colágeno. Esto requiere una exposición progresiva: comenzar con ejercicios de baja intensidad y volumen, para después incrementar gradualmente la dificultad (peso, rango de movimiento, velocidad de ejecución).
  • La mayoría de protocolos modernos integran el concepto de “mecano-transducción”: pequeñas “microcargas” repetidas dentro del umbral de tolerancia activan los tenocitos ( células propias del tendón ) para reparar y fortalecer la matriz extracelular.

6.1.2. Control del Dolor y Procesos Inflamatorios

  • Si bien la fase aguda de la tendinitis conlleva un componente inflamatorio, gran parte de las tendinopatías crónicas se asocian a cambios degenerativos (tendinosis). Estudios importantes remarcan que la rehabilitación con ejercicio reduce el dolor y modula ciertos mediadores inflamatorios, siempre que se realice con cargas adecuadas.
  • Durante las primeras semanas, el cuerpo suele presentar molestias residuales tras el ejercicio. Este dolor leve o moderado (≈3/10 en escala analógica) se considera un fenómeno aceptable que, en ocasiones, indica la activación del proceso de curación. Sin embargo, dolores intensos (por encima de 5–6/10) indican posible sobrecarga y la necesidad de ajustar la intensidad.

6.1.3. Mantenimiento de la Movilidad y la Propiocepción

  • Varios ensayos controlados sugieren que una parte fundamental de los cambios positivos en un protocolo de 6 semanas no solo se debe al trabajo de fuerza, sino también al refuerzo del control neuromuscular. Mantener o mejorar la dorsiflexión, la eversión y la inversión mediante ejercicios de movilidad contribuye a un alineamiento más estable y reduce el estrés excesivo en áreas vulnerables.

 6.2. ESTRUCTURA BÁSICA DE LAS FASES EN 6 SEMANAS

El periodo de 6 semanas, en la mayoría de los protocolos, se divide en fases o bloques que van de 3 a 7 días en la fase inicial y, después, se extienden a 2 semanas por fase en la parte intermedia y final. Aun así, la distribución varía según la fuente bibliográfica y las necesidades del paciente. Un esquema comúnmente citado plantea cuatro grandes etapas, a las que se puede añadir una breve fase de “entrenamiento funcional” en la recta final.

FASE 1 (SEMANAS 1) – CONTROL INICIAL DEL DOLOR Y MOVILIDAD

Objetivos principales

  1. Reducir la inflamación local (si existe) y el dolor agudo.
  2. Evitar la rigidez articular y muscular mediante movilizaciones leves.
  3. Iniciar el proceso de carga mecánica de forma segura (ejercicios isométricos principalmente).

Estrategias Clave

  • Ejercicios isométricos:
    • Se implementan en contracciones de 5 a 10 segundos, con descansos de 2–5 segundos entre repeticiones. Esto genera tensión en el tendón sin provocar grandes desplazamientos, lo que se asocia con una disminución inmediata del dolor en algunos pacientes.
    • Por ejemplo, con la pierna extendida y apoyada en el suelo, se hace una contracción suave de la musculatura de la pantorrilla como si se quisiera llevar la punta del pie hacia abajo, manteniendo la posición.
  • Movilizaciones activas y pasivas:
    • Flexoextensión de tobillo en un rango de movimiento confortable, círculos de tobillo y movimientos de eversión/inversión a baja intensidad. Estos ejercicios buscan lubricar la articulación y mantener o recuperar la movilidad sin agravar los síntomas.
    • Se recomiendan 2–3 series de 10–15 repeticiones, 1–2 veces al día, dependiendo de la tolerancia.
  • Aplicación de frío/calor:
    • Aunque no todos los estudios concluyen una efectividad alta, sí se menciona que la crioterapia (al menos 10 minutos post-ejercicio) puede reducir la percepción de dolor en la fase inicial. El calor suave podría usarse antes de los ejercicios para favorecer la circulación, siempre y cuando no aumente la inflamación local.
  • Reposo relativo:
    • Se busca disminuir significativamente las actividades de alto impacto (correr, saltar, realizar cambios bruscos de dirección) y sustituirlas por otras de bajo impacto (caminar en llano, bicicleta estática, natación suave), si el dolor lo permite.

FASE 2 (SEMANA 2) – FUERZA ISOTÓNICA LEVE Y AJUSTES POSTURALES

Objetivos principales

  1. Introducir una carga un poco más dinámica en el tendón.
  2. Conservar y mejorar la movilidad y comenzar a reforzar la musculatura estabilizadora.
  3. Supervisar el dolor y ajustar la intensidad para asegurar progresión adecuada.

Estrategias Clave

  • Ejercicios isotónicos con banda elástica:
    • Se emplean bandas de diferente nivel de resistencia, iniciando con tensión baja o moderada. Se realizan movimientos de dorsiflexión, flexión plantar, eversión e inversión.
    • En total, se pueden planificar de 2 a 4 series de 10–15 repeticiones, al menos 3 veces por semana.
  • Calf raises (bilateral):
    • Realizar elevaciones de talones con ambos pies simultáneamente, centrando la atención en una ejecución controlada tanto en la fase concéntrica (subir) como en la excéntrica (bajar). Algunos autores recomiendan 2–3 series de 8–12 repeticiones, con descansos de 45–60 segundos.
    • Se enfatiza la alineación del tobillo con la rodilla y la cadera para evitar colapsos o posturas erróneas.
  • Fortalecimiento del pie intrínseco:
    • Contraer y relajar la musculatura plantar (por ejemplo, recogiendo una toalla con los dedos de los pies), con el fin de reforzar el arco y mejorar la estabilidad. Varios estudios avalan la importancia de estos ejercicios para la prevención de futuras lesiones.
  • Introducción de equilibrio sencillo:
    • Apoyo unipodal con ayuda (de una pared, una silla), manteniendo 15–20 segundos y descansando entre repeticiones. El objetivo es ir familiarizando al tobillo con la estabilización en carga.

FASE 3 (SEMANAS 3 Y 4) – ÉNFASIS EN EXCÉNTRICOS Y PROPIOCEPCIÓN

Objetivos principales

  1. Consolidar la fuerza y la resistencia del tendón mediante cargas más específicas (excéntricas).
  2. Optimizar la estabilidad y el control neuromuscular a través de ejercicios de equilibrio y propiocepción.
  3. Preparar al pie y al tobillo para actividades más exigentes sin detonar el dolor.

Estrategias Clave

  • Ejercicios excéntricos en escalón:
    • Popularizados a raíz de la evidencia que muestra su efectividad en tendinopatías del tendón de Aquiles, también aplicable a otras estructuras del pie.
    • Se parte de un escalón: se eleva el cuerpo con ambos pies y luego se baja lentamente (fase excéntrica) con la pierna afectada. El descenso suele durar de 3 a 5 segundos, lo que fomenta la estimulación de las fibras colágenas.
    • Se recomiendan 3 series de 10–12 repeticiones, 2 veces al día, dependiendo de la tolerancia.
  • Aumento de la resistencia:
    • Durante las semanas 3 y 4, se puede incrementar la resistencia de las bandas elásticas o añadir lastres suaves (por ejemplo, chalecos ligeros, mancuernas sujetas en la mano opuesta).
    • Los estudios importantes resaltan que este aumento progresivo de carga mejora los resultados funcionales al final del protocolo.
  • Propiocepción y equilibrio en superficies inestables:
    • Uso de bosu, cojines de espuma o tablas de balance, para entrenar la respuesta de los músculos estabilizadores del tobillo. Se puede integrar un componente de anticipación y reacción, como recibir y lanzar una pelota mientras se mantiene el equilibrio.
    • La evidencia indica que estos ejercicios disminuyen la incidencia de nuevas lesiones, al refinar la precisión de la respuesta muscular al cambio de apoyo.
  • Corrección de la técnica de carrera o marcha:
    • Si el dolor ha disminuido sustancialmente, los fisioterapeutas pueden introducir un reentrenamiento de la carrera o la marcha, corrigiendo apoyos inadecuados que puedan perpetuar la lesión.
    • Suele hacerse de forma gradual: pequeños intervalos de carrera leve en terreno llano, observando la pisada para garantizar que no se “colapse” el arco plantar ni se exagere la rotación externa/interna del pie.

FASE 4 (SEMANAS 5 Y 6) – CONSOLIDACIÓN, PLIOMETRÍA Y REINSERCIÓN FUNCIONAL

Objetivos principales

  1. Alcanzar un nivel de fuerza y resistencia cercano a las actividades cotidianas o deportivas habituales.
  2. Iniciar y afianzar ejercicios pliométricos de menor a mayor intensidad, favoreciendo la reactividad del tendón.
  3. Sentar las bases para reincorporarse plenamente a la práctica deportiva (o al esfuerzo laboral) minimizando el riesgo de recaída.

Estrategias Clave

  • Pliometría controlada:
    • Saltos cortos en el sitio (jumping jacks de baja altura, saltos sobre una pequeña línea o caja), salto a la comba con dos pies y luego a un pie, aterrizando con una flexión leve de tobillo y rodilla.
    • El objetivo es entrenar la elasticidad del tendón y la rápida transmisión de fuerza, características esenciales en deportes que impliquen carreras, sprints o saltos.
  • Carrera y driles de agilidad:
    • A partir de la 5.ª semana, si el paciente presenta un dolor muy bajo (≤2/10) y buena funcionalidad, se introduce la carrera continua de baja intensidad (2–5 minutos por bloque) con descansos o alternando caminar-correr.
    • Gradualmente, se integran cambios de dirección, zigzag suave y ejercicios de velocidad controlada, revisando siempre la técnica de apoyo y la estabilidad del pie.
  • Refuerzo combinado (fuerza + estabilidad):
    • Durante las semanas 5 y 6, los ejercicios excéntricos se combinan con otros de fuerza general, por ejemplo, sentadillas con moderada carga o zancadas con mancuernas. Al hacerlo, se promueve la coactivación de la musculatura del tobillo, la rodilla y la cadera. Esto reduce desbalances que podrían predisponer a recaídas.
  • Periodos de descanso y recuperación activa:
    • Se mantiene la sugerencia de descansar al menos 48 horas entre sesiones de alta demanda sobre el tendón. En esos días de descanso, se aconseja realizar ejercicio aeróbico de bajo impacto y estiramientos suaves, manteniendo la movilidad sin someter el tendón a estrés excesivo.

6.3. CONSIDERACIONES ESPECÍFICAS SEGÚN EL TENDÓN AFECTADO

Si bien las pautas descritas se aplican a la mayoría de las tendinopatías en la región del tobillo y pie (Aquiles, tibial posterior, peroneos, fascia plantar), cada localización tiene matices:

  • Tendón de Aquiles:

    • A menudo requiere un énfasis en los ejercicios excéntricos en escalón (protocolo “Alfredson”), dado que la porción media e insercional del Aquiles se beneficia especialmente de descensos lentos.
    • Es esencial vigilar la sobrecarga si el paciente presenta entesopatía en la inserción (donde el tendón se une al calcáneo). En ese caso, a veces se reduce el rango de dorsiflexión para evitar una tracción excesiva.
  • Tibial Posterior:

    • Se incluyen ejercicios de fortalecimiento de la musculatura tibial posterior para estabilizar el arco medial, a menudo combinados con plantillas o vendajes que sostengan el retropié.
    • Se añaden prácticas de control de la pronación del pie: una pronación excesiva puede agravar la tendinitis del tibial posterior.
  • Peroneos (tendones fibulares):

    • Mayor énfasis en los ejercicios de eversión excéntrica con banda elástica y trabajo de propiocepción lateral. De esta forma se refuerza el control en la cara externa del tobillo, muy implicado en las inestabilidades crónicas.
  • Fascia Plantar:

    • Si la lesión incluye o se relaciona con la fascia plantar, se recomiendan estiramientos específicos de la fascia y la musculatura flexora de los dedos, así como movilizaciones del primer dedo en extensión para favorecer la biomecánica del arco .

6.4. INTENSIDAD, FRECUENCIA Y VOLUMEN DE ENTRENAMIENTO

El éxito de un programa de 6 semanas radica no solo en la variedad de ejercicios, sino también en una adecuada manipulación de las variables de carga (intensidad, frecuencia, volumen). Los estudios más importantes señalan varias pautas:

  1. Frecuencia Semanal:

    • Por lo general, se recomiendan 3–5 sesiones de rehabilitación a la semana, dependiendo de la fase en que se encuentre el paciente y de la tolerancia al dolor. En fases más avanzadas, se puede reducir a 2–3 sesiones de trabajo de fuerza, añadiendo 1–2 sesiones de actividad cardiovascular o técnico-deportiva.
  2. Distribución de la Carga:

    • En la primera fase, la duración de cada sesión es menor (15–20 minutos de ejercicios dirigidos) y se incrementa conforme avanzan las semanas, pudiendo llegar a 30–45 minutos de trabajo específico en la fase final.
    • Es fundamental respetar los descansos. Un día de recuperación entre sesiones de carga moderada o alta permite la regeneración del tendón.
  3. Ajuste de la Intensidad:

    • La “regla del dolor tolerable” es ampliamente utilizada: se considera aceptable cierto grado de molestia durante o tras el ejercicio, siempre que no sea un dolor severo ni dure más de 24 horas.
    • Si se detecta que el dolor empeora o se mantiene elevado, se revisan las variables de entrenamiento: se reduce la cantidad de repeticiones, la velocidad excéntrica o la resistencia añadida.
  4. Control Progresivo:

    • Algunos autores proponen incrementar la resistencia (por ejemplo, usando bandas elásticas más fuertes o añadiendo carga de peso) cada 1–2 semanas, siempre que el paciente sea capaz de completar las series con un nivel de dolor ≤3–4/10 y manteniendo una técnica adecuada.

6.5. EVALUACIÓN CONTINUA Y SEGUIMIENTO DE OBJETIVOS

Para garantizar la efectividad del protocolo y ajustarlo a las necesidades del paciente:

  • Escalas de Dolor y Funcionalidad:

    • A lo largo de las 6 semanas, se puede utilizar una escala analógica visual (0–10) y cuestionarios específicos (por ejemplo, el Foot and Ankle Outcome Score – FAOS) para monitorizar el progreso y realizar modificaciones según la respuesta.
  • Pruebas de Fuerza y Resistencia:

    • Una prueba sencilla es evaluar cuántas repeticiones unipodales de calf raises puede realizar el paciente sin dolor significativo y sin pérdida de la alineación del tobillo. Si en la primera semana apenas logra 5 repeticiones, y tras la 4.ª o 5.ª semana consigue 15–20, es un indicador objetivo de mejora.
  • Control Ecográfico o Biomecánico (Opcional):

    • En contextos de alta competencia deportiva o en casos crónicos, la monitorización ecográfica ayuda a verificar cambios en el grosor del tendón y la presencia de neovascularización excesiva.
    • Los laboratorios de análisis de la marcha o la pisada pueden identificar defectos biomecánicos persistentes y guiar al especialista para un ajuste más fino de la rehabilitación.

6.6. CONEXIÓN CON OTRAS INTERVENCIONES TERAPÉUTICAS

Aunque el pilar del tratamiento es el ejercicio terapéutico, la literatura menciona otras intervenciones que se utilizan de manera complementaria, sobre todo en los casos en que la mejoría no avanza al ritmo esperado:

  • Ondas de Choque (Shockwave Therapy):

    • Algunos estudios comparan la efectividad de la terapia con ondas de choque frente a programas excéntricos, encontrando que la combinación de ambas puede ser más beneficiosa en tendinopatías crónicas.
    • Sin embargo, no siempre es esencial para todos los pacientes. Suelen reservarse para casos recalcitrantes o de muy lenta evolución.
  • Inyecciones de Plasma Rico en Plaquetas (PRP):

    • Aunque hay resultados dispares, algunos protocolos combinan PRP con ejercicios excéntricos. Se supone que el PRP promueve la curación tisular a nivel biológico, mientras que el ejercicio estimula la remodelación mecánica.
    • Esta combinación puede ser útil en algunos casos concretos, pero no es un estándar universal.
  • Uso de Plantillas Ortopédicas y Soportes Funcionales:

    • Fundamental cuando existen alteraciones del arco plantar (pie plano o pie cavo) que incrementan el riesgo de recaídas. Varios investigadores coinciden en que la corrección biomecánica complementa de forma excelente el protocolo de 6 semanas.

6.7. REINCORPORACIÓN DEPORTIVA Y ALTO RENDIMIENTO

En personas deportistas, el retorno al entrenamiento completo y la competición suele requerir una fase adicional de 2 a 6 semanas tras finalizar las 6 semanas de rehabilitación básica. Diversos autores recomiendan:

  • Planificar la Carga de Entrenamiento:

    • Reintroducir primero los elementos técnicos y estratégicos, dejando para el final los ejercicios de alta exigencia (saltos explosivos, sprints intensos, cambios de ritmo bruscos).
    • Aplicar la regla de aumentar la carga de forma progresiva (un 10% por semana, aproximadamente) para evitar picos de estrés que puedan provocar recaídas.
  • Someter al Atleta a Evaluaciones Funcionales:

    • Test de salto horizontal, test de salto vertical, test de triple salto, etc., pueden indicar si la extremidad lesionada presenta asimetrías con respecto a la sana.
    • Si hay una diferencia mayor del 10–15% en distancia o altura de salto, conviene seguir trabajando la estabilidad y la fuerza excéntrica antes de la vuelta al 100% de la actividad.
  • Uso de Vendajes o Tobilleras (Solo si es necesario):

    • Algunos entrenadores y fisioterapeutas recomiendan vendajes funcionales que refuercen la percepción de estabilidad, especialmente en deportes de contacto o con alto riesgo de torsión de tobillo.
    • No se sugiere perpetuar el uso de estas ayudas si no hay una indicación clínica clara, ya que el tobillo debe readquirir y mantener su propia estabilidad muscular y propioceptiva.

6.8. PERSPECTIVAS FINALES SOBRE EL PROTOCOLO DE 6 SEMANAS

La adopción de un programa de 6 semanas no es arbitraria. La base fisiológica radica en la remodelación progresiva de los tejidos blandos y en la adaptación neuromuscular que se produce entre las 4 y 6 semanas de entrenamiento sistemático. Dicho periodo se considera adecuado para observar mejoras significativas en dolor y función, al tiempo que se sigue un orden lógico de incrementos de carga.

No obstante, varios factores pueden provocar que algunas personas requieran un tiempo más prolongado (8–12 semanas) antes de lograr resultados óptimos, especialmente si la tendinitis ha sido crónica o si el paciente presenta comorbilidades (por ejemplo, obesidad, diabetes, problemas reumáticos). Por ello, en cada una de las fases descritas, la supervisión de un profesional es altamente recomendable, ya que permite personalizar y adaptar el volumen e intensidad de cada ejercicio, evitando recaídas o estados de dolor persistente.

El protocolo de 6 semanas, en definitiva, ha recibido un fuerte respaldo en la literatura científica por su capacidad de restaurar gradualmente la funcionalidad y disminuir el dolor, siempre que se combine con educación al paciente, autocuidado y, en caso necesario, complementos terapéuticos. Al finalizar, se debe mantener un programa de mantenimiento y prevención (ejercicios de fuerza y control motor mínimo 2 veces por semana) para consolidar los logros obtenidos y prevenir futuras lesiones.

  1. EJERCICIOS COMPLEMENTARIOS: EQUILIBRIO, PROPIOCEPCIÓN Y MOVILIDAD

A menudo, la rehabilitación de la tendinitis de tobillo y pie se centra en la carga progresiva y la fuerza, pero no debe dejarse de lado la propiocepción y la movilidad articular, pues estas facetas son determinantes para una recuperación integral. Distintas investigaciones señalan que las deficiencias en el control postural y la alteración de la información sensitivo-motora pueden perpetuar la sobrecarga del tendón y provocar recaídas.

7.1. ROL DE LA PROPIOCEPCIÓN EN LA REHABILITACIÓN

  • Prevención de inestabilidad crónica: Estudios en deportistas de élite han observado que incluir ejercicios de balance y estabilidad durante al menos 2–3 días a la semana contribuye a reducir las torceduras de tobillo y disfunciones tendinosas.
  • Mejora del tiempo de reacción muscular: El entrenamiento propioceptivo incrementa la velocidad de reclutamiento de la musculatura estabilizadora, reduciendo la tensión excesiva que puede recaer sobre el tendón.

7.2. TÉCNICAS DE EJERCICIOS PROPIOCEPTIVOS

  • Apoyo unipodal: Se inicia con la pierna afectada sobre una superficie firme, manteniendo el equilibrio con apoyo visual (mirar un punto fijo), y luego progresar a ojos cerrados o superficies inestables.
  • Plataformas y bosu: Mantener el equilibrio sobre un bosu o una plataforma de balance, realizando pequeños movimientos de flexión y extensión para retar el control postural.
  • Ejercicios de salto y estabilización: Realizar saltos suaves y, al aterrizar, mantener el equilibrio en un pie durante 2–3 segundos, mejorando el control en la fase de recepción.

7.3. MOVILIDAD Y FLEXIBILIDAD

  • Movilizaciones articulares: En muchos casos, la limitación en la dorsiflexión del tobillo (con frecuencia relacionada con la rigidez del sóleo) constituye un factor desencadenante de la tendinitis. Realizar movilizaciones en flexión plantar y dorsiflexión gradual ayuda a restaurar un rango de movimiento funcional.
  • Libertad de la fascia plantar: Cuando la tendinitis está asociada a un exceso de tensión en la fascia plantar, se recomiendan estiramientos específicos y la liberación miofascial con rodillos o pelotas pequeñas.
  • Progresiones de estiramientos: Combinar estiramientos estáticos (mantenidos de 20–30 segundos) con estiramientos dinámicos (balanceos de tobillo suaves) permite que los tejidos blandos se adapten de manera progresiva.

7.4. INTEGRACIÓN DE LA COLUMNA Y LA CADERA

Aunque puede parecer secundario, varios autores resaltan la importancia de la cadena cinética completa. Un déficit de estabilidad en la cadera o la zona lumbar puede influir en la pisada y, en última instancia, en la sobrecarga tendinosa a nivel del tobillo. Por ello, no es raro incorporar ejercicios de core, estabilización lumbopélvica y fortalecimiento glúteo en la rutina complementaria para garantizar un alineamiento adecuado.

  1. MEDIDAS DE AUTOCUIDADO Y CONTROL DEL DOLOR

Además de los ejercicios terapéuticos específicos, el autocuidado diario resulta esencial para manejar la sintomatología y favorecer la recuperación del tendón. Este apartado engloba las recomendaciones que, según la literatura, facilitan la disminución del dolor y la optimización de la respuesta al tratamiento.

8.1. TERAPIAS FÍSICAS Y MODALIDADES COMPLEMENTARIAS

  • Crioterapia y calor local: Aplicar frío (hielo envuelto en tela, por un máximo de 10-15 minutos) ayuda a reducir la inflamación y el dolor agudo, mientras que el calor (compresa tibia, no muy caliente) puede mejorar la circulación y la relajación muscular antes de los ejercicios.
  • Ultrasonido terapéutico: Si bien el uso del ultrasonido presenta resultados mixtos, puede utilizarse para promover la vasodilatación local y, en algunos casos, para preparar los tejidos antes de la movilización.
  • Masajes y técnicas de fricción: Algunos protocolos recomiendan masajes transversales o instrumentales suaves para movilizar la fascia y mejorar la vascularización local.

8.2. ASESORAMIENTO SOBRE EL CALZADO

  • Calzado con soporte adecuado: Tanto para la tendinitis de Aquiles como para la disfunción del tibial posterior, un zapato con contrafuerte firme y buena amortiguación puede reducir las fuerzas de impacto sobre el tendón.
  • Plantillas ortopédicas: En presencia de pie plano, pie cavo o mala alineación, las plantillas personalizadas redistribuyen las cargas y brindan estabilidad al retropié, influyendo positivamente en la mejoría de la sintomatología.
  • Evitar zapatos muy planos: Un calzado excesivamente plano o con una suela poco estable puede aumentar la tensión del tendón de Aquiles y la fascia plantar, especialmente durante la fase inicial de la rehabilitación.

8.3. CONTROL DEL DOLOR FARMACOLÓGICO

  • Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): Suelen emplearse en fases de dolor agudo intenso, pero su uso prolongado sigue siendo controvertido, ya que podría interferir con ciertos procesos de curación tendinosa.
  • Analgésicos de acción central: En casos muy resistentes al dolor, se valoran opciones como el paracetamol en dosis moderadas, pero siempre bajo supervisión médica para evitar efectos adversos o interacción con otros fármacos.

8.4. DESCANSO RELATIVO

  • Reducción de la actividad de impacto: Muchos estudios coinciden en que la actividad de impacto debe minimizarse en la primera fase de la rehabilitación. Esto no equivale a un reposo absoluto —que no es aconsejable— sino a la sustitución temporal de actividades de impacto elevado por otras de menor impacto, como ciclismo o natación.
  • Evitar la inmovilización prolongada: El reposo total y la inmovilización con férulas o yesos, salvo en casos excepcionales, pueden llevar a una atrofia muscular y a un deterioro adicional del tendón. El “descanso relativo” consiste en seguir moviéndose y entrenando dentro de un rango de dolor tolerable.

8.5. HÁBITOS DE VIDA Y NUTRICIÓN

  • Hidratación y consumo de proteínas: El tejido tendinoso requiere nutrientes para la síntesis de colágeno. Una dieta equilibrada, que incluya una ingesta proteica adecuada, puede ser un factor coadyuvante.
  • Vitamina D y minerales: Existen hallazgos que vinculan niveles adecuados de vitamina D y calcio con la buena salud musculoesquelética. Asimismo, algunos autores apuntan a un posible papel del magnesio y del zinc en la cicatrización (aunque esta área de investigación está menos desarrollada).
  • Control del peso: El sobrepeso puede aumentar la carga en el tobillo. Se recomienda un plan dietético para reducir gradualmente el peso corporal si está por encima de los rangos saludables.
  1. PREVENCIÓN DE RECAÍDAS Y CONSEJOS POST-REHABILITACIÓN

La tasa de recaída en la tendinitis de tobillo y pie puede ser elevada si no se mantienen ciertos hábitos y ejercicios a largo plazo. Numerosos autores destacan la necesidad de proseguir con rutinas de fuerza y estabilidad incluso una vez dada el alta clínica.

9.1. PROTOCOLOS DE MANTENIMIENTO

  • Ejercicios excéntricos continuos: Varios ensayos controlados recomiendan seguir haciendo al menos 2 veces por semana ejercicios de carga excéntrica, como los calf raises en escalón, para mantener la adaptación lograda y prevenir la reaparición de la lesión.
  • Propiocepción y equilibrio: Practicar ejercicios de un solo apoyo y, ocasionalmente, retar la estabilidad con superficies inestables ayuda a conservar el control neuromuscular.
  • Trabajo de la fascia plantar: Masajear la planta del pie con una pelota o un rodillo pequeño, y realizar estiramientos regulares de la cadena posterior, refuerza la salud global del pie.

9.2. PROGRESIÓN ADECUADA DEL ENTRENAMIENTO

  • Regla del 10%: Se sugiere no incrementar la carga o la distancia recorrida más de un 10% semanal. En casos de deportistas, esto implica planificar cuidadosamente los ciclos de entrenamiento y periodos de descanso.
  • Periodización de la actividad: Incluir fases de descarga periódica (entrenamiento más ligero) para prevenir la fatiga acumulada del tendón, especialmente en deportes con saltos o sprints intensos.
  • Evaluaciones periódicas: Repetir evaluaciones funcionales o biomecánicas para detectar problemas de alineación o técnica que podrían reiniciar el ciclo lesivo.

9.3. IMPORTANCIA DE LA TÉCNICA EN EL EJERCICIO Y LA PRÁCTICA DEPORTIVA

  • Corrección de la pisada: Estudios importantes subrayan que la reeducación de la técnica de carrera —por ejemplo, moderando el “strike” de talón y reforzando la pisada de mediopie— puede reducir la presión tendinosa.
  • Fortalecimiento de la cadera: Se ha visto que unos glúteos y un core débiles afectan el posicionamiento de la rodilla y el tobillo, incrementando la tensión en la parte inferior de la pierna. Ejercicios como la sentadilla unilateral y la elevación de cadera (hip thrust) pueden incorporarse con el fin de optimizar la biomecánica.

9.4. SEGUIMIENTO PROFESIONAL Y AJUSTES FUTUROS

  • Consultas periódicas: La revisión con un fisioterapeuta o traumatólogo cada pocos meses permite detectar tempranamente cualquier signo de sobrecarga, así como ajustar el programa de entrenamiento.
  • Cambio de zapatillas y equipamiento: El calzado debe renovarse con regularidad, especialmente si el individuo corre largas distancias o se dedica a deportes de alto impacto.
  • Apoyo multidisciplinario: En el ámbito deportivo, tener un equipo integrado por traumatólogos, fisios, preparadores físicos y nutricionistas facilita una intervención global y reduce el riesgo de recaídas.
  1. PREGUNTAS FRECUENTES DE LOS PACIENTES

A continuación, se plantean algunas preguntas comunes:

P: ¿Puedo realizar ejercicio si todavía tengo dolor?
R: Es normal sentir un dolor leve al iniciar, pero debe ser tolerable y no aumentar significativamente tras la actividad. Si el dolor es intenso o persiste más de 24-48 horas, conviene reducir la carga y consultar a un profesional.

P: ¿Cuándo puedo volver a correr o hacer deporte al máximo nivel?
R: Generalmente, tras completar un programa de 6 semanas, se sugiere un periodo adicional de adaptación (2-4 semanas) para reintegrarse plenamente al deporte. En casos crónicos, la recuperación puede alargarse varios meses.

P: ¿Los ejercicios excéntricos son los únicos que funcionan para la tendinitis?
R: No, pero se ha demostrado que son muy eficaces en la remodelación del tendón. Aun así, los protocolos actuales incluyen ejercicios isométricos, isotónicos, propiocepción y, en etapas avanzadas, ejercicios pliométricos.

  1.  
  1. CONCLUSIONES

La tendinitis de tobillo y pie requiere una estrategia de rehabilitación integral, donde la progresión de cargas, la constancia en los ejercicios y la supervisión profesional marcan la diferencia. Con un programa de 6 semanas adecuadamente estructurado, es posible aliviar el dolor, mejorar la función y reducir de forma notable el riesgo de recaídas.

Recuerda que cada persona es única y que los protocolos deben adaptarse a las necesidades individuales. Si experimentas dolor persistente o complicaciones, lo mejor es contactar con un especialista. Con el tratamiento adecuado y la guía profesional oportuna, no solo podrás superar la tendinitis, sino también reforzar tus tobillos y pies para evitar futuras lesiones. La confianza en el proceso es fundamental y, desde luego, siempre es aconsejable que cuentes con la supervisión de un experto como el Dr. Eugenio Díaz, quien puede orientarte en cada etapa y ayudarte a alcanzar una recuperación completa.

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