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Rehabilitación subescapular Traumatólogo Granada Dr Eugenio Díaz

 

La cirugía del tendón subescapular —tanto en roturas aisladas como en aquellas asociadas a otras lesiones del manguito rotador— constituye un desafío relevante en el campo de la traumatología y de la rehabilitación. Este tendón, que se localiza en la cara anterior de la escápula, es esencial para la rotación interna y la estabilidad anterior del hombro. Su reparación quirúrgica, si bien puede devolver gran parte de la función articular, requiere un programa de rehabilitación extenso, meticuloso y debidamente estructurado para que los pacientes logren recuperar la movilidad, la fuerza y la confianza en sus actividades diarias, deportivas y laborales.

El presente artículo pretende exponer un protocolo de 24 semanas (aproximadamente seis meses) con pautas claras. La importancia de una rehabilitación progresiva radica en proteger la reparación quirúrgica durante las primeras fases, a la vez que se estimula gradualmente la recuperación funcional sin caer en la rigidez o en el riesgo de re-rotura.

A lo largo de este documento, se presentarán los objetivos terapéuticos de cada etapa, los ejercicios recomendados y las precauciones a tener en cuenta, junto a consideraciones específicas para el paciente que desea incorporarse a la actividad física de alto rendimiento o retornar de forma segura a un trabajo físico exigente. La información se ha redactado de manera didáctica para que los pacientes comprendan la relevancia de cada fase y el papel fundamental de su colaboración, pero también mantiene el rigor científico necesario para su consulta por parte de profesionales del ámbito de la salud.


Tabla de Contenido

ÍNDICE

  1. Principios generales de la rehabilitación postquirúrgica del subescapular
  2. Anatomía y función del subescapular: importancia en la estabilidad del hombro
  3. Objetivos globales de la rehabilitación en 24 semanas
  4. Fase 0-3 semanas: protección y control del dolor
  5. Fase 4-6 semanas: movilización pasiva-asistida y prevención de la rigidez
  6. Fase 7-10 semanas: inicio de la activación muscular y ejercicios activos controlados
  7. Fase 11-14 semanas: fortalecimiento progresivo y reeducación propioceptiva
  8. Fase 15-18 semanas: consolidación de la fuerza y entrenamiento funcional
  9. Fase 19-24 semanas: retorno avanzado al deporte y actividades laborales exigentes
  10. Adaptaciones en deportistas de élite y trabajadores manuales
  11. Papel de la terapia complementaria y nuevas tecnologías
  12. Complicaciones potenciales y estrategias de prevención
  13. Preguntas frecuentes de los pacientes
  14. Conclusión

1. Principios generales de la rehabilitación postquirúrgica del subescapular

El programa de rehabilitación tras la cirugía del tendón subescapular se asienta en varios principios básicos:

  • Protección del tejido reparado: Durante las primeras semanas, la sutura quirúrgica y el proceso inflamatorio requieren un cuidado extremo para favorecer la cicatrización inicial.
  • Progresión gradual de cargas: El paso de la inmovilización parcial a la movilización activa y, posteriormente, al fortalecimiento intenso, ha de ser progresivo para no comprometer la calidad del neotendón.
  • Enfoque multidisciplinar: El éxito del proceso depende de la estrecha comunicación entre cirujano, fisioterapeuta, rehabilitador, preparador físico (en caso de deportistas) y el propio paciente.
  • Individualización del programa: Aunque se describen lineamientos generales en semanas, cada persona evoluciona a un ritmo distinto, por lo que el programa puede modificarse según la respuesta clínica.

Desde las primeras investigaciones recientes, se ha constatado que combinar pautas de protección articular con estimulación neuromuscular temprana optimiza la formación de colágeno en el tendón y disminuye el riesgo de atrofia muscular.


2. Anatomía y función del subescapular: importancia en la estabilidad del hombro

El músculo subescapular, uno de los cuatro componentes del manguito rotador, se origina en la fosa subescapular en la cara anterior de la escápula y se inserta en el tubérculo menor del húmero. Sus fibras, al contraerse, facilitan la rotación interna del hombro y colaboran en la estabilización anterior de la cabeza humeral.

Cuando ocurre una lesión significativa del subescapular (rotura parcial o completa) y se requiere cirugía, la debilidad en la rotación interna puede ser notable, afectando actividades como abrocharse el cinturón de seguridad o llevar la mano a la espalda. La reparación quirúrgica pretende restaurar su continuidad tendinosa, pero solo un plan de rehabilitación correcto puede lograr la reestructuración funcional del tejido y la readaptación motora necesaria para la vida cotidiana y el deporte.


3. Objetivos globales de la rehabilitación en 24 semanas

Los objetivos principales de este programa de 24 semanas abarcan:

  1. Mantener la integridad de la reparación: Evitar movimientos bruscos o cargas excesivas que puedan dañar la sutura durante el período de cicatrización inicial.
  2. Controlar el dolor y la inflamación: Aplicar técnicas analgésicas y antiinflamatorias para favorecer la recuperación y la participación activa del paciente.
  3. Recuperar la movilidad articular: Seguir una progresión de ejercicios pasivos, asistidos y activos que restauren la amplitud de movimiento sin riesgo.
  4. Reestablecer la fuerza y la resistencia: Incluir ejercicios específicos para la musculatura del manguito rotador y del resto de la cintura escapular, con especial atención a la rotación interna y la estabilización escapular.
  5. Reeducar la función neuromuscular: Desarrollar ejercicios propioceptivos y de control motor para restablecer patrones adecuados de activación y coordinación.
  6. Facilitar el retorno seguro a la actividad: Adaptar la rehabilitación a las demandas específicas de cada paciente, ya sea un deportista de élite o una persona con un trabajo físico exigente.

4. Fase 0-3 semanas: protección y control del dolor

La primera etapa tras la intervención quirúrgica del tendón subescapular se centra en la protección de la sutura, la reducción de la inflamación y el control del dolor. Los primeros 21 días resultan decisivos para asegurar una cicatrización segura de los tejidos blandos y minimizar complicaciones tempranas.

4.1. Inmovilización y uso de dispositivos ortésicos

  • Cabestrillo o inmovilizador: Se recomienda mantener el hombro en ligera rotación interna o en posición neutra para reducir la tensión directa sobre el subescapular reparado. Esta sujeción, combinada con el apoyo en la cintura escapular, favorece la formación de tejido cicatricial organizado en la zona tendinosa.
  • Duración: En la mayoría de protocolos, el dispositivo se utiliza de forma casi continua durante 2-3 semanas, retirándolo solo para labores de higiene personal y ciertos ejercicios pasivos controlados. Se debe individualizar este tiempo de inmovilización según la extensión de la rotura y la edad del paciente.

4.2. Control del dolor y la inflamación

  • Crioterapia y técnicas antiinflamatorias: La aplicación de frío local durante 15-20 minutos cada 2-3 horas reduce el edema postoperatorio y alivia las molestias. La crioterapia puede servir también para moderar la respuesta inflamatoria, contribuyendo a una recuperación más confortable.
  • Farmacoterapia: El uso de analgésicos (paracetamol, opioides suaves) y AINEs (con cuidado en la poscirugía temprana) ayuda a manejar el dolor. No obstante, se recomienda supervisión médica para evitar efectos adversos que puedan perjudicar la cicatrización.

4.3. Ejercicios pasivos y educación postural temprana

  • Movilizaciones pasivas suaves: Con la asistencia de un fisioterapeuta, se pueden realizar péndulos de Codman y movimientos pasivos en rangos muy limitados para prevenir la rigidez. Se deben empezar estos ejercicios lo antes posible, siempre que se respete la integridad de la sutura y no haya dolor significativo.
  • Postura escapular neutra: Una alineación correcta de la escápula minimiza la sobrecarga en la cara anterior del hombro y fomenta una mejor congruencia articular. El fisioterapeuta instruye al paciente en la corrección de la protracción u oblicuidad excesiva de la escápula.

4.4. Precauciones y objetivos al finalizar la fase

  • Precauciones: Evitar cualquier movimiento activo que ponga en tensión el subescapular (como rotaciones internas contra resistencia). También se recomienda vigilar signos de infección en la herida quirúrgica (enrojecimiento, calor local, fiebre).
  • Objetivos:
    • Mantener la reparación quirúrgica sin tensiones excesivas.
    • Disminuir dolor y edema.
    • Conservar una movilidad pasiva elemental, sobre todo para evitar la rigidez de la cápsula.

Esta fase es fundamental para generar un entorno de cicatrización óptimo, de modo que el paciente progrese con seguridad a estadios de rehabilitación más activos.


5. Fase 4-6 semanas: movilización pasiva-asistida y prevención de la rigidez

Con la cicatrización temprana bien encaminada, se inicia la transición hacia movilizaciones pasivas-asistidas más amplias y la prevención de complicaciones como la cápsulitis adhesiva.

5.1. Movilidad pasiva-asistida progresiva

  • Rango de movimiento (ROM): Se busca una progresión controlada en flexión y abducción, generalmente hasta 90°-120° según tolerancia. En esta etapa, se continúan evitando rotaciones internas con carga.
  • Ejercicios asistidos por fisioterapeuta: El terapeuta o la mano contralateral del paciente guían el movimiento, facilitando una suave ampliación articular sin que el subescapular realice esfuerzos significativos.

5.2. Técnicas específicas para la escápula

  • Control escapular: Al igual que en la fase previa, el foco se mantiene en estabilizar la escápula y alinear la cintura escapular, reduciendo el riesgo de pinzamiento y protegiendo la reparación.
  • Activación isométrica de los estabilizadores: Se pueden introducir contracciones isométricas leves del trapecio medio e inferior, y del serrato anterior, siempre evitando que el subescapular se sobrecargue.

5.3. Estrategias para prevenir rigidez

La incidencia de rigidez articular posoperatoria se reduce considerablemente al combinar movilizaciones pasivas frecuentes con compresión intermitente de la articulación (como presiones suaves controladas) para estimular la circulación sin dañar el tendón reparado.

5.4. Objetivos de la fase 4-6 semanas

  • Aumentar gradualmente la amplitud de movimiento pasiva-asistida sin dolor.
  • Evitar la capsulitis adhesiva mediante movilizaciones suaves y pautas de fisioterapia regulares.
  • Mantener la protección del subescapular: Aunque la inmovilización total ya no es constante, no se debe forzar la rotación interna activa ni sostener pesos.

Si se cumple el protocolo correctamente, el paciente mejora su flexión, abducción y rotación externa pasivas, preparando el terreno para las fases de activación muscular.


6. Fase 7-10 semanas: inicio de la activación muscular y ejercicios activos controlados

La Fase 7-10 semanas marca un hito muy significativo en la rehabilitación posquirúrgica del tendón subescapular, dado que el tejido reparado ha alcanzado un nivel de cicatrización intermedio que permite iniciar la activación muscular de forma controlada. Esta fase debe estructurarse con sumo cuidado para no sobrecargar la sutura, pero sí fomentar la recuperación funcional de la rotación interna y la estabilidad escapular.

6.1. Objetivos principales de la fase 7-10 semanas

  1. Activación progresiva del subescapular: Se busca un inicio lento y medido de la rotación interna, mediante ejercicios isométricos y movimientos activos sin grandes rangos de fuerza.
  2. Recuperación del control neuromuscular: Es necesario trabajar la coordinación entre el subescapular, el resto del manguito rotador y la musculatura escapular.
  3. Expansión del rango de movimiento activo: Aunque en fases previas se ha trabajado la movilidad pasiva-asistida, aquí se promueve un progreso hacia movimientos activos con cautela.

6.2. Ejercicios activos de rango protegido

  • Movimientos activos sin carga o con carga muy ligera: Por ejemplo, la flexión y la abducción del hombro pueden incrementarse hasta 90°-120°, siempre que no exista dolor.
  • Comienzo de la rotación interna leve: El paciente puede rotar de forma activa el hombro hacia dentro, pero con una resistencia cercana al 0% o muy leve, como el mero peso de la mano. Algunos estudios recomiendan usar la mano contraria como apoyo para garantizar el control del rango de movimiento.

6.3. Contracciones isométricas y ejercicios submáximos

  • Isométricos del subescapular: Se suelen recomendar pequeñas presiones del antebrazo contra un cojín o la pared, sosteniendo la contracción unos pocos segundos. Esta práctica estimula la activación fibrilar inicial sin someter al tendón a elongaciones bruscas.
  • Bandas elásticas ultra-ligeras: Algunas guías proponen incorporar, de manera muy limitada, bandas de mínima resistencia, realizando repeticiones bajas (8-10) para no fatigar excesivamente el tendón en recuperación.

6.4. Ajuste de la carga y control de la técnica

La carga inicial debe ser conservadora, incrementándose a lo largo de las semanas si el paciente no presenta dolor o inestabilidad. Además, es importante:

  • Supervisión continua: Un fisioterapeuta supervisa la ejecución de ejercicios, corrigiendo compensaciones (por ejemplo, la basculación excesiva de la escápula o la tendencia a “encoger” el hombro).
  • Progresión secuencial: Antes de incrementar la resistencia, se debe consolidar la correcta activación muscular. Los autores recomiendan mantener la misma rutina al menos 2 semanas seguidas, observando la reacción del paciente antes de añadir nuevas dificultades.

6.5. Integración de la estabilización escapular

  • Retracciones escapulares isométricas: Se insiste en afianzar la función del trapecio medio e inferior, del serrato anterior y del resto de la musculatura posterior. Esto es clave para eliminar patrones de movimiento aberrantes que puedan sobrecargar el subescapular.
  • Ejercicios de “setting escapular”: El paciente aprende a colocar la escápula en una posición neutra y controlada durante cada movimiento, minimizando la protracción o alada escapular.

6.6. Monitoreo del dolor y la inflamación

  • Escala de percepción subjetiva: Se recomienda que el paciente evalúe su dolor en una escala numérica (0-10) antes y después de cada sesión. Subidas bruscas del dolor >2 puntos sugieren ajustes en el protocolo.
  • Crioterapia post-ejercicio: Para aquellos que presenten inflamación residual, aplicar frío local en la zona anterior del hombro ayuda a controlar el edema y favorece una recuperación más confortable.

6.7. Resultados esperados al finalizar la fase 7-10 semanas

  • Incremento de la movilidad activa: El paciente debería poder elevar el brazo hasta una altura funcional (por encima del pecho o incluso del hombro) sin molestias significativas.
  • Aumento leve de la fuerza: A través de isométricos y cargas mínimas, el subescapular empieza a recuperar la función de rotación interna.
  • Mejora del control dinámico: Gracias a la estabilización escapular, el movimiento del hombro se hace más fluido y con menor compensación del tronco.

En suma, esta fase se define por la prudencia y la progresión mesurada. Aun cuando el tendón muestra signos claros de cicatrización, un exceso de estímulo podría desencadenar microtraumas y complicaciones a mediano plazo.


7. Fase 11-14 semanas: fortalecimiento progresivo y reeducación propioceptiva

Tras consolidar la base de ejercicios activos y la activación inicial del subescapular, la Fase 11-14 semanas se centra en el fortalecimiento más intenso, la propiocepción avanzada y la consolidación de un rango de movimiento funcional. En este periodo, el tejido cicatricial adquiere suficiente madurez para tolerar cargas moderadas sin que ello suponga un riesgo alto de re-rotura, siempre y cuando se respeten los principios de progresión y supervisión.

7.1. Objetivos principales de la fase 11-14 semanas

  1. Aumentar la fuerza y la resistencia del subescapular: Se introducen ejercicios con mayor resistencia y un mayor número de repeticiones que en la fase previa.
  2. Perfeccionar el control neuromuscular: A través de la reeducación propioceptiva, el hombro aprende a reaccionar eficazmente ante cambios de posición y ligeras perturbaciones externas.
  3. Consolidar la amplitud articular: Se busca que el paciente alcance una movilidad próxima al 100% de la fisiológica, particularmente en la rotación interna activa y la flexión por encima de la cabeza.

7.2. Ejercicios de resistencia progresiva

  • Bandas elásticas de resistencia media: Se pasa de bandas ligeras a otras de tensiones intermedias, con 2-3 sesiones por semana, apuntando a 10-15 repeticiones por serie.
  • Mancuernas livianas (1-2 kg): En rotación interna, rotación externa, flexiones y abducciones en distintos planos. Se insiste en la calidad de la ejecución y en evitar impulsos o compensaciones con el tronco.
  • Control de la fase excéntrica: Focalizarse en la fase de “bajada” o retorno a la posición inicial ayuda a reforzar la resistencia del tendón y a mejorar la adaptación al estrés mecánico.

7.3. Trabajo específico de rotación interna

Dado que el subescapular es el principal rotador interno, numerosos protocolos resaltan la relevancia de ejercicios orientados a esta función:

  • Rotación interna con codo pegado al tronco: Se utiliza una banda elástica a la altura de la cintura. El paciente rota lentamente hacia adentro, manteniendo el hombro en posición neutra y la escápula estable.
  • Rotación interna a 90° de abducción (avanzado): Se realiza con sumo cuidado en fases finales. Es un ejercicio más exigente que requiere buena movilidad y fuerza para no comprometer la estabilidad anterior del hombro.

7.4. Progresión propioceptiva y control motor avanzado

  • Ejercicios en planos inestables: Uso de balones suizos, tablas de equilibrio o dispositivos de superficie inestable. El paciente debe mantener la posición del brazo en rangos específicos mientras el fisioterapeuta introduce cambios de carga o ligeros empujones, obligando al hombro a estabilizarse.
  • Ejercicios de reacción rápida: Son ejercicios donde el paciente sostiene una pelota ligera y la lanza suavemente contra una pared acolchada, capturándola en diferentes ángulos para obligar a una corrección rápida de la posición escapular y glenohumeral.

7.5. Entrenamiento de la musculatura sinérgica y del core

La estabilización del hombro no se limita al subescapular o al resto del manguito rotador; también depende de una adecuada activación del tronco y del core. Por ello, a menudo se incluyen:

  • Puentes laterales o frontales: Con énfasis en la alineación de la cintura escapular; se introducen variaciones donde el brazo intervenido apoya algo de peso para reforzar la postura general.
  • Ejercicios de coordinación (p. ej., mover la pierna y el brazo contrario a la vez en superficies inestables) para fomentar la integración global del cuerpo.

7.6. Vigilancia del umbral de dolor y progresión de cargas

En esta fase se puede sentir una leve “tensión” en el hombro o pequeñas molestias post-ejercicio, consideradas normales siempre que no persistan durante demasiadas horas o interfieran en la vida diaria. Se recomienda a los pacientes:

  • Mantener un diario de sensaciones tras cada sesión de fisioterapia.
  • Comunicar al terapeuta cualquier dolor agudo o punzante, para ajustar la intensidad o la técnica.

7.7. Evaluaciones funcionales intermedias

Hacia el final de la fase (semana 14), algunos equipos clínicos realizan tests de fuerza isométrica o escalas de valoración (Constant-Murley, ASES) para comparar con la fase inicial y constatar la mejora real. Estas pruebas orientan al fisioterapeuta y al cirujano sobre la conveniencia de avanzar a la siguiente etapa.

7.8. Objetivos al concluir la fase 11-14 semanas

  1. Fuerza moderada del subescapular y del resto del manguito, permitiendo realizar gestos cotidianos sin fatiga ni dolor significativo.
  2. Control motor estable: El paciente debe ser capaz de ejecutar movimientos en diferentes planos sin perder la alineación escapular ni desencadenar molestias.
  3. Rango de movimiento amplio: Idealmente, el hombro debe acercarse a una abducción y flexión casi completas, y la rotación interna debe habilitar la mayoría de gestos diarios (como tocar la espalda baja).
  4. Preparación para cargas más intensas: Dejar al paciente listo para afrontar la siguiente fase de rehabilitación (15-18 semanas), donde se trabajará la consolidación de la fuerza, la introducción de ejercicios más demandantes y, finalmente, la readaptación deportiva o laboral intensiva.

En conclusión, esta Fase 11-14 semanas representa un salto cualitativo en la recuperación. El paciente pasa de un trabajo meramente “terapéutico básico” a un entrenamiento más enérgico, orientado a la funcionalidad y la prevención de recaídas. La supervisión profesional y la adecuada dosificación de cargas son, en todo caso, indispensables para minimizar riesgos y optimizar los resultados.


8. Fase 15-18 semanas: consolidación de la fuerza y entrenamiento funcional

Tras las etapas previas (0-14 semanas), en las que se ha trabajado la movilización progresiva y el fortalecimiento controlado, la Fase 15-18 semanas representa un salto cualitativo importante en la recuperación. El tejido tendinoso (subescapular) y la musculatura circundante ya han alcanzado un nivel de maduración suficiente para tolerar mayores cargas y ejercicios de mayor complejidad.

8.1. Objetivos principales de la fase 15-18 semanas

  1. Consolidar la fuerza del subescapular y del resto del manguito rotador: Se incrementa la resistencia en ejercicios de rotación interna y se desarrolla la potencia necesaria para movimientos más explosivos o demandantes.
  2. Introducir el entrenamiento funcional: Adaptar las rutinas de ejercicios a las actividades específicas que el paciente desea retomar (laborales o deportivas).
  3. Potenciar la propiocepción y la coordinación: Esta etapa es clave para afinar la respuesta neuromuscular y prevenir recaídas.

8.2. Ejercicios de fuerza y resistencia progresiva

  • Bandas elásticas de mayor tensión: Se pasa de bandas de resistencia media a bandas fuertes o extra-fuertes, manteniendo un rango de 10-15 repeticiones por serie y 2-3 series, según la tolerancia y la técnica del paciente.
  • Mancuernas de 2-4 kg (o más, según progreso): Se incrementa gradualmente la carga para ejercicios de rotación interna, externa, abducción y flexión. La clave es respetar la biomecánica correcta, evitando arqueos de la espalda o compensaciones con el tronco.

8.3. Introducción de ejercicios excéntricos y pre-pliométricos

Varios autores sostienen que los ejercicios excéntricos son fundamentales para optimizar la calidad de la cicatrización tendinosa y potenciar la fuerza final. Por ejemplo:

  • Rotación interna excéntrica: El paciente utiliza la mano contraria o un compañero para llevar el brazo a la rotación interna máxima y, luego, resiste de forma controlada mientras la fuerza externa estira el hombro hacia una rotación externa.
  • Primeros pasos en pliometría: En deportistas, se pueden introducir pases suaves de balón medicinal (1-2 kg) contra la pared, exigiendo al hombro un esfuerzo de estabilización y de fuerza reactiva.

8.4. Entrenamiento funcional y gestos específicos

  • Simulación de tareas cotidianas o laborales: Levantar objetos a la altura de los hombros, cargar bolsas de forma asimétrica o empujar y tirar de manijas en un rango cercano a la cabeza. Estas actividades reproducen demandas reales y, al mismo tiempo, refuerzan la confianza del paciente.
  • Deportes de lanzamiento: Para jugadores de balonmano, béisbol o tenis, se inician movimientos controlados de lanzar o golpear la pelota a baja intensidad, enfatizando la corrección de la técnica y evitando la sobrecarga brusca.

8.5. Avances en la propiocepción y la coordinación

  • Ejercicios con superficies inestables (p. ej., tabla de equilibrio, plataformas de balanceo): Se realizan movimientos con el hombro en posiciones variadas, provocando desafíos al sistema neuromuscular. El objetivo es que el manguito rotador responda automáticamente para mantener la estabilidad.
  • Retroalimentación sensorial y reactividad: Actividades con cambios de dirección súbitos o recepción de objetos pequeños en diferentes planos, mejorando los reflejos y la precisión del gesto.

8.6. Precauciones y signos de alarma

  • Progresión controlada: Aunque la fase permite mayor intensidad, se vigila que no surjan dolores agudos o inflamaciones marcadas. Un leve aumento de molestias se considera normal, pero un dolor persistente, limitante o que afecte el descanso nocturno indica un exceso de carga.
  • Evaluaciones regulares: Muchos autores aconsejan pasar pruebas de fuerza manual o isocinética cada 2-3 semanas para verificar que el incremento de cargas sea seguro.

8.7. Resultados esperados al concluir la fase 15-18 semanas

  1. Fuerza subescapular sustancial para gran parte de las tareas diarias y ejercicio moderado.
  2. Mayor estabilidad dinámica: El hombro debe ofrecer una respuesta coordinada y firme ante retos en múltiples planos.
  3. Confianza del paciente: La persona debe sentirse más segura al levantar pesos moderados o al iniciar gestos deportivos con cierta intensidad.

De esta forma, la Fase 15-18 semanas sienta las bases para la posterior reincorporación al deporte competitivo o a actividades laborales con alta demanda.


9. Fase 19-24 semanas: retorno avanzado al deporte y actividades laborales exigentes

La Fase 19-24 semanas es el tramo final del protocolo, donde se pulverizan las últimas barreras hacia la reintegración completa en la práctica deportiva, en el entorno laboral o en cualquier actividad que requiera altos niveles de fuerza, resistencia y control neuromuscular. Es el momento de la “readaptación integral”, en el que el paciente recupera o incluso supera el rendimiento previo a la lesión.

9.1. Objetivos principales de la fase 19-24 semanas

  1. Optimizar la fuerza máxima y la resistencia muscular del subescapular, alcanzando (o acercándose a) la paridad con el lado contralateral.
  2. Perfeccionar la técnica y la movilidad: Especialmente relevante para deportistas que realizan lanzamientos, saques o golpes repetitivos.
  3. Preparar el hombro para escenarios de alta exigencia: Movimientos explosivos, de alta velocidad o con cargas elevadas.

9.2. Entrenamiento de fuerza avanzada y potencia

  • Resistencias elevadas: Bandas muy fuertes, mancuernas o barras con pesos adaptados al nivel del paciente. Se trabajan series de 8-12 repeticiones, con enfoque en la fase concéntrica y excéntrica.
  • Ejercicios pliométricos: Para deportistas se incluyen lanzamientos de balones medicinales más pesados (2-4 kg), saltos de hombro o empujes explosivos en posición de apoyo, siempre con la técnica adecuada y supervisión.
  • Entrenamiento isocinético: Algunos centros especializados emplean máquinas isocinéticas para medir y mejorar la fuerza en rotación interna y externa de manera muy precisa.

9.3. Readaptación deportiva específica

En esta última fase, la rehabilitación pasa a integrar ejercicios específicos de cada disciplina:

  • Tenis: Práctica progresiva de servicios (saques) y golpes de derecha y revés, incrementando gradualmente la fuerza y la rapidez. Se hace hincapié en la secuencia cinética (pie-cadera-tronco-brazo) para proteger el hombro.
  • Béisbol / Balonmano: Se aplican programas de lanzamiento controlado con contajes de volumen (p. ej., 10-15 lanzamientos a baja intensidad, aumentando cada semana), revisando la técnica de armado y follow-through para evitar cargas excesivas en el subescapular.
  • Natación: Se recupera la brazada de crol, mariposa o espalda, prestando atención a la posición escapular y a la propulsión equilibrada de los brazos. Se recomienda una introducción en piscina con supervisión para detectar compensaciones.

9.4. Regreso laboral para actividades exigentes

Los pacientes con trabajos de demanda física (construcción, industria, bomberos, etc.) siguen protocolos de levantamiento progresivo:

  • Aumentos escalonados de peso: Iniciar con cargas similares a las de la fase 8 y escalar cada 1-2 semanas. Se verifican ergonomía y pausas de descanso para prevenir fatiga excesiva.
  • Entrenamiento de tareas reales: Simular movimientos de empuje, arrastre o transporte de objetos similares a los del entorno laboral, incrementando la potencia y la resistencia de forma sistemática.

9.5. Evaluaciones finales y pruebas funcionales

Varios autores coinciden en la necesidad de realizar:

  1. Test isocinéticos: Miden la fuerza de rotación interna y externa comparada con el lado sano. Un déficit menor al 10-15% suele considerarse aceptable para el regreso completo.
  2. Escalas clínicas (ASES, Constant-Murley, UCLA): Valoran dolor, movilidad, funcionalidad y satisfacción del paciente.
  3. Test de campo: Pruebas específicas de cada deporte o profesión (lanzamiento, nado continuo, elevación de cargas…) para evaluar la eficacia real de la rehabilitación.

9.6. Factores de éxito y prevención de recaídas

  • Mantenimiento de rutinas: Si bien la fase 19-24 semanas marca el fin del protocolo intensivo, se recomienda conservar un programa de mantenimiento 1-2 veces por semana con ejercicios de fortalecimiento y propiocepción.
  • Técnica adecuada: Revisar y perfeccionar la ejecución de los gestos deportivos o laborales reduce la posibilidad de irritación o microtraumas repetitivos en el subescapular.
  • Comunicación multidisciplinar: El cirujano, fisioterapeuta, preparador físico e incluso entrenadores deben coordinarse para ajustar cargas, intensidades y ejercicios según la evolución del paciente.

9.7. Objetivos finales de la fase 19-24 semanas

  1. Plena integración del hombro en las actividades de alta demanda, ya sean deportivas o laborales.
  2. Recuperación o superación del nivel de fuerza y movilidad previos a la lesión.
  3. Confianza total del paciente, que debe percibir su hombro como estable y sin temores de relesión durante acciones intensas.

En esta última fase, el éxito depende tanto de la constancia y responsabilidad del paciente como de la calidad de la planificación rehabilitadora. Una ejecución rigurosa de cada etapa reduce drásticamente el riesgo de complicaciones futuras, como re-roturas, tendinopatías secundarias o pérdida de rango.


10. Adaptaciones en deportistas de élite y trabajadores manuales

En deportistas de alto rendimiento y trabajadores industriales pueden requerir ajustes en las progresiones, disminuyendo o alargando ciertas fases según la respuesta individual y la exigencia de la actividad. Por ejemplo, un jugador de balonmano precisará una fase de entrenamiento pliométrico y simulación de lanzamientos más larga e intensiva que un paciente con demandas moderadas. De igual forma, un obrero que levanta cargas pesadas sobre la cabeza requerirá un énfasis específico en la fuerza y la resistencia de la rotación interna a partir de la semana 15-18.


11. Papel de la terapia complementaria y nuevas tecnologías

11.1. Electroestimulación y biofeedback

El uso de la electroestimulación (TENS o NMES) se ha aplicado en fases tempranas para reducir el dolor e intentar minimizar la atrofia del deltoides y el subescapular, con resultados dispares según la literatura. Por otro lado, el biofeedback electromiográfico sirve para que el paciente tome conciencia de la activación correcta de la musculatura escapular y rotadora.

11.2. Terapia acuática

La rehabilitación en piscina puede incorporarse a partir de la fase 7-10 semanas, siempre que no existan complicaciones en la cicatrización de la herida quirúrgica. El entorno acuático facilita la realización de ejercicios activos con menor carga gravitatoria, facilitando la movilidad y el fortalecimiento suave.

11.3. Realidad virtual y videojuegos terapéuticos

Algunos artículos recientes describen el uso de dispositivos de realidad virtual o videojuegos especializados que proponen ejercicios de movimiento y puntería para fomentar la motivación del paciente y el control motor del hombro, integrando actividades lúdicas y medición objetiva del progreso.


12. Complicaciones potenciales y estrategias de prevención

Pese a los beneficios de la rehabilitación estructurada, existen complicaciones posibles:

  • Re-rotura tendinosa: Ocurre si se exigen cargas excesivas o se recibe un traumatismo. El paciente debe respetar los plazos y escalonamientos de la rehabilitación.
  • Rigidez articular: Favorecida por la inmovilización prolongada o un protocolo demasiado conservador. Se previene movilizando pasivamente el hombro a tiempo y favoreciendo la fisioterapia adecuada.
  • Tendinopatías asociadas: El manguito rotador puede sufrir desequilibrios si la fuerza de rotación interna no se acompaña de un trabajo de rotación externa y estabilización equilibrados.
  • Adherencias y dolor residual: El masaje y la movilización temprana de tejidos blandos alrededor de la cicatriz ayudan a evitar cicatrices restrictivas que provoquen dolor crónico o limitación.

13. Preguntas frecuentes de los pacientes

  1. ¿Por qué es tan larga la rehabilitación después de la cirugía del subescapular?
    El tendón subescapular requiere un tiempo considerable para cicatrizar y recuperar su fuerza de rotación interna. Una evolución demasiado rápida podría poner en riesgo la reparación quirúrgica.

  2. ¿Cuándo podré mover el brazo sin el cabestrillo?
    Suele recomendarse retirar el cabestrillo de manera controlada a partir de la semana 3 o 4, según el criterio del cirujano y el protocolo de rehabilitación.

  3. ¿Puedo conducir durante las primeras fases?
    Generalmente, se sugiere esperar hasta que el hombro tenga la suficiente estabilidad y movilidad activa para manejar el volante sin riesgo. El médico valora caso por caso.

  4. ¿Es normal sentir dolor al iniciar los ejercicios?
    Un leve dolor o molestia puede ser normal, pero si el dolor es intenso o limitante, es preciso informar al fisioterapeuta o al cirujano para ajustar el protocolo.

  5. ¿Cuándo podré regresar al gimnasio o a mi actividad deportiva?
    Por lo general, hacia las 19-24 semanas se considera una etapa avanzada; no obstante, cada persona responde de manera diferente. Conviene que el regreso sea paulatino, con supervisión y respetando los principios de sobrecarga progresiva.


14. Conclusión

La rehabilitación de 24 semanas tras la cirugía del tendón subescapular es un proceso complejo que requiere el compromiso del paciente, la experiencia del equipo sanitario y el seguimiento de un protocolo pormenorizado que equilibre protección articular y progresión funcional. Cada fase constituye un peldaño necesario para lograr la máxima movilidad, fuerza y confianza en el hombro, evitando complicaciones graves como la re-rotura o la rigidez crónica.

La recuperación no solo implica restablecer la integridad del tendón, sino también la salud global de la cintura escapular y la alineación postural del paciente. La constancia en cada uno de los pasos detallados —desde la inmovilización inicial hasta los ejercicios propioceptivos y de fuerza avanzada— será la clave para que el paciente retome sus actividades de la vida diaria, deportivas o laborales con seguridad y eficacia.

Este artículo pretende ser un recurso de gran utilidad para pacientes y profesionales que busquen información rigurosa y actualizada. No obstante, cada caso clínico es único, y la asesoría personalizada de un traumatólogo y un fisioterapeuta con experiencia en hombro es determinante. Si presentas inquietudes sobre tu proceso de recuperación o experimentas dolor inusual, no dudes en consultar con el Dr. Eugenio Díaz, quien podrá guiarte de forma especializada en tu camino hacia la plena recuperación.


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